EE UU, dispuesto a permitir el rearme nuclear chino si Pekín aprueba el escudo antimisiles
Ambas potencias podrían reanudar los ensayos nucleares, lo que invalidaría la moratoria mundial
Estados Unidos podría dar en los próximos días dar su visto bueno a la escalada militar que China tiene previsto iniciar con la construcción de nuevas flotas de misiles nucleares. Todo a cambio de que Pekin abandone su postura contraria al escudo antimisiles, según fuentes de la administración Bush citadas por el New York Times.
Las mismas fuentes han añadido que las dos potencias podrían reanudar de una manera bilateral las pruebas nucleares en su territorio si las consideran necesarias para la seguridad de sus arsenales. De producirse tal paso, se estaría aún más cerca de poner término a la moratoria mundial en pruebas nucleares.
Ambos mensajes parecen marcar un nuevo camino de la política exterior estadounidense. Durante años EE UU ha criticado y vetado a países que como China han pretendido incrementar sus arsenales nucleares.
Según fuentes de la Casa Blanca, el objetivo de este nuevo acercamiento es convencer a China de que el escudo antimisiles proyectado por el tejano Bush no nace con la vocación de defenderse del poder ofensivo del gigante asiático, sino para prevenir hipotéticos ataques contra intereses estadounidenses de los llamados países hostiles
Condoleezza Rice, la Consejera de Seguridad Nacional del republicano Bush, ha explicado hoy la nueva estrategia de Washington: "El propósito de Estados Unidos no es arrancar el visto bueno de China a nuestro sistema de defensa a cambio de que aceptemos su escalada militar." "Hemos querido dejar claro a China de que el sistema de defensa antimisiles no supone una amenaza a sus intereses".
Rice en ningún momento ha dicho que EE UU vaya a oponerse a la escalada de Pekín: "Creemos que no hay ninguna razón para que China incremente su armamento nuclear pero los planes de modernizar sus arsenales son una realidad que conocíamos ya hace tiempo".
Rice se ha mostrado confiada en que a partir de ahora ambos países puedan "discutir los asuntos nucleares de una manera abierta". Pero la verdad es que hasta ahora pocas han sido las conversaciones EE UU - China sobre este extremo. La pasada primavera, James A. Kelly, secretario de Estado para asuntos asiáticos fue enviado a Pekín para comunicar a las autoridades chinas los planes de Bush sobre el escudo antimisiles. Desde entonces no habido más contactos entre ambos países sobre este delicado asunto.
Al contrario, los esfuerzos de EE UU se han centrado en convencer a Rusia, su antiguo enemigo en tiempos de guerra fría, y a su presidente Vladimir Putin, de abandonar el Tratado ABM, firmado en 1972 por las dos potencias y que supone un serio obstáculo para los propósitos de Bush, que pasan por empezar a construir su ansiado escudo antimisiles en Alaska el próximo año.
Poder nuclear de China
La industria armamentística china no es de las más modernas. De hecho, sólo una veintena escasa de misiles serían capaces de alcanzar suelo estadounidense. La mayor parte de su arsenal procede de los años 50. El objetivo actual de Pekin pasa por modernizar toda esa flota de misiles antiguos.
Un informe elaborado el pasado año por el Congreso estadounidense vaticina que para 2015 China tendrá en su poder unas cuantas docenas de misiles que podrían alcanzar territorio americano
Fin de una rivalidad histórica
El acercamiento estadounidense a las autoridades chinas ocurre un mes y medio después de que China y Rusia apostasen por enterrar un pasado reciente marcado por la rivalidad y la desconfianza, y sellasen un tratado de amistad, cooperación y buena vecindad sin precedentes en el último medio siglo.
Vladímir Putin y Jiang Zemin, buscaron lo que une a sus dos países para reforzar una asociación estratégica que aseguraron que no se dirige contra nadie, aunque no ocultaron que es una respuesta a la hegemonía de EE UU.
Los dos presidentes suscribieron entonces una declaración separada en la que defendían la 'importancia fundamental' de mantener 'en su actual forma' el tratado antimisiles balísticos ABM, al que calificaron de piedra angular de la estabilidad estratégica y base para la reducción de armas estratégicas ofensivas'. En su opinión, cambiar o soslayar el ABM minaría el esfuerzo efectuado durante décadas en este campo.
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