Ir al contenido
_
_
_
_
LA CASA DE ENFRENTE
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Las chicas ya no quieren ser princesas, quieren ser monjas

El último disco de Rosalía es una muestra de una tendencia global que hace que algunas mujeres se planteen ser monjas o, al menos, buscar la libertad lejos de una sociedad opresiva

Lux disco Rosalía
Nuria Labari

Al habla la madre superiora, Rosalía para las amigas. Dice así: “Yo tengo como un deseo dentro de mí que yo sé que este mundo no puede satisfacerlo”, luego también: “Me he pasado toda la vida con esta sensación de vacío (…) ¿Será que este espacio, quizá, es el espacio de Dios?”. Y después: “Admiro mucho a las monjas, son increíbles, son como ciudadanas celestiales”. Lo decía en su entrevista para el podcast Radio Noia, presentado por Mar Vallverdú, las dos tumbadas en la cama, en pijama. Después vendría su revelación mariana en Callao y el desvelamiento de la portada de su último disco vestida de monja, con su blanca toca y los brazos prisioneros dentro del hábito. El resto es puro arrebato. Porque Rosalía no es la única: las chicas del siglo XXI quieren ser monjas.

Ser monjas o como mínimo encontrar la libertad lejos de esta opresiva sociedad, como tantas místicas hicieron antes: una vida llena de sentido y sin pagar alquiler. El discernimiento será de cada una, pero la tendencia es global como ya anticiparon Ana Garriga y Carmen Urbita, las creadoras del podcast Las hijas de Felipe, al convertirse en el fenómeno editorial de la Feria de Fráncfort de 2023 con un proyecto editorial titulado Sabiduría de convento: cómo las monjas del siglo XVI pueden salvar tu vida del siglo XXI. Recibieron en un día más de 25 ofertas, además de una subasta entre varias editoriales en Estados Unidos. El resultante, Convent Wisdom, se acaba de publicar en Estados Unidos y llega pronto a España de la mano de Blackie Books.

Rosalía eleva su revelación hasta el mismísimo cielo, pero ahí tenemos también Los domingos, la película de Alauda Ruiz de Azúa (Concha de Oro en el festival de San Sebastián) sobre el discernimiento de una chica que quiere ser monja, o la última novela de Aixa de la Cruz, Todo empieza con la sangre (Alfaguara), que recorre el camino de una joven laica desde el descontento hasta el convento. Aixa pone sobre la mesa preguntas religiosas, pero también civiles. ¿Por qué las chicas quieren recluirse? ¿Es el celibato voluntario una forma saludable de dejar de padecer el sufrimiento al que el modelo de amor romántico condena a muchas mujeres? ¿Qué ofrece el convento a las chicas del siglo XXI? Antes ser monja significaba estar fuera de la sociedad, una monja del siglo XVI estaba excluida de la vida pública; en cambio, la monja del siglo XXI, léase Rosalía, es una monja que quiere comunicar una narrativa nueva.

Creo que Rosalía se llevaría bien con Violeta, la protagonista de Todo empieza con la sangre, que busca llenar un vacío existencial primero a través de la búsqueda del amor y finalmente del recogimiento en un convento. Vivir en una sociedad donde las relaciones son utilitarias todo el tiempo y donde el trabajo es el centro de todo resulta agotador. Si a la ecuación le metes un sesgo de género y la opresión extra sobre el cuerpo de las mujeres (esos brazos oprimidos en la portada de Rosalía), la sensación de asfixia puede ser insoportable. Entonces una sueña, como Violeta, con la posibilidad de pasear, pensar y meditar sin tener que producir a destajo ni padecer la angustia corporal con que nuestra cultura carga a las mujeres. Si todo esto es posible en un convento, está claro que las monjas barrocas se lo montaban mejor que nosotras. Es la hora del discernimiento.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Nuria Labari
Es periodista y escritora. Ha trabajado en 'El Mundo', 'Marie Clarie' y el grupo Mediaset. Ha publicado 'Cosas que brillan cuando están rotas' (Círculo de Tiza), 'La mejor madre del mundo' y 'El último hombre blanco' (Literatura Random House). Con 'Los borrachos de mi vida' ganó el Premio de Narrativa de Caja Madrid en 2007.
Rellena tu nombre y apellido para comentarcompletar datos

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_