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TRABAJAR CANSA
Columna
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Malditas palabras bien dichas

Se derrumba una certeza del siglo XX: no íbamos a permitir otro genocidio. La solución para algunos es hacer como que no está pasando

Robert Redford en 'Las aventuras de Jeremiah Johnson' (1972)  de Sydney Pollack
Íñigo Domínguez

Me gustan muchas películas de Robert Redford, pero sobre todo Las aventuras de Jeremiah Johnson (1972) que cuenta la lucha por la supervivencia de un cazador en las montañas. Es uno de esos filmes que, sin ser para niños, un niño adora por eso, porque es adulta, percibe que le dice la verdad como un secreto: muestra cómo enfrentarse a la vida, enseña humanidad. Si la echaban en la tele pasabas el mes hablando de ella en el recreo. En cambio, es una película donde se habla poco, y los tres protagonistas no hablan la misma lengua, pero se acaban entendiendo. La soledad, la amistad, el frío, la alegría, la violencia son los que son, da igual cómo los llames, o en qué idioma. En fin, se mueren los mejores y los peores parece que no se mueren nunca. En mi generación los mitos venían de antes, hoy nadie viene de antes, solo de antes de ayer, y Jeremiah Johnson ha acabado reducido a un meme. En política los conceptos, el lenguaje adulto, también se están reduciendo a memes.

Según la Academia, un eufemismo es: “Manifestación suave o decorosa de ideas cuya recta y franca expresión sería dura o malsonante”. Un gran ejemplo fue cuando en 1945, tras dos bombas atómicas, Japón se rindió y el emperador Hirohito lo anunció así en la radio: “La situación de la guerra ha evolucionado en un sentido no necesariamente favorable a los intereses de Japón”. Ahora se discute sobre el término genocidio. Miren el Diccionario de la Academia, pero supongo que quien no quiere usarlo puede decir que lo de Gaza es un exterminio masivo e indiscriminado de gente que casualmente pasaba por allí, o algo así. O podría usar un sinónimo: masacre, matanza, aniquilamiento, carnicería. Pero el caso es que tampoco se lo oyes. Es triste que también esto se convierta en una pelea entre bandos, cuando al margen de ideologías cualquiera que tenga ojos sabe lo que es, pero es llamativo ver estos escrúpulos en boca de gente que eructa barbaridades corrientemente con toda tranquilidad. Si aplicaran el mismo criterio de sofisticación al formular sus propios desvaríos sería todo mucho más agradable. Creo que se evita precisamente el término por lo que conllevaría pasar de las palabras a los hechos, es aterrizar en la realidad lo que se quiere evitar. Porque la pregunta siguiente es qué hacer, la pregunta básica de la vida. Y luego hacer algo, lo que sea, o preferir no hacer nada. Lo cierto es que se derrumba una certeza del siglo XX: esto no iba a volver a pasar, y si por desgracia pasaba no se iba a permitir. Entonces se hace como que no está pasando. Porque además lo hace un Gobierno de Israel, dominado por fanáticos, un sarcasmo diabólico de la historia. No es el único Gobierno así, es más, estamos inmersos en el lenguaje de los matones y los mafiosos.

El 30 de septiembre de 2024, The New York Times publicó un editorial que decía: “Es difícil imaginar un candidato más indigno que Donald Trump para la presidencia de Estados Unidos. Ha mostrado ser moralmente inepto para un cargo que exige a quien lo ocupa anteponer el bien de la nación a sus propios intereses. Ha demostrado ser temperamentalmente incapaz para un trabajo que requiere precisamente las cualidades —sabiduría, honestidad, empatía, valentía, moderación, humildad y disciplina— de las que más carece”. Un año después siguen siendo palabras muy certeras. Es justo uno de los artículos que Trump cita en su demanda de 12.800 millones de euros contra el diario. Ser dueño del relato no es suficiente, es la propiedad del lenguaje lo que se quiere eliminar, porque siempre quedan por ahí las malditas palabras bien dichas que pueden arruinar todo.

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Sobre la firma

Íñigo Domínguez
Corresponsal en Roma desde 2024. Antes lo fue de 2001 a 2015, año en que se trasladó a Madrid y comenzó a trabajar en EL PAÍS. Es autor de cuatro libros sobre la mafia, viajes y reportajes.
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