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IDEOGRAFÍAS
Perfil
Texto con interpretación sobre una persona, que incluye declaraciones

Melanie Joy, la psicóloga animalista que quiere reducir el sufrimiento

La autora de ‘Por qué amamos a los perros, nos comemos a los cerdos y nos vestimos con las vacas’ es una defensora de los principios de la no violencia. Su obra ha sido traducida a 23 idiomas

Melanie Joy
Luis Grañena
Ana Vidal Egea

La psicóloga y activista estado­unidense Melanie Joy (Nueva York, 1966), especializada en consumo de animales, transformación social y relaciones, sabía desde que tenía siete años que quería dedicarse a ayudar a los demás. A eso ha empleado toda su vida, aunque confiesa que no se siente ni orgullosa de su trabajo ni avergonzada, tan solo agradecida. Una afirmación intrigante, por estar tan fuera de la órbita de valores que giran en la sociedad actual. Sus padres (un músico que también organizaba excursiones para llevar a gente a pescar y una artista que dejó su vocación al tener hijos) nunca fueron a la universidad y no entendían su empeño por estudiar. Joy tuvo que costearse sus estudios trabajando de camarera, heladera, limpiando casas y cuidando niños. Pero gracias a su expediente académico, acabó graduándose en Harvard. Y doctorándose. Hoy en día es reconocida mundialmente por sus libros y charlas concienciando a la gente de que en lugar de dejarse llevar, pueden elegir con qué y cómo alimentarse.

Antes de que el veganismo se popularizara, Joy saltó a la fama a partir de un libro: Por qué amamos a los perros, nos comemos a los cerdos y nos vestimos con las vacas (que Plaza y Valdés publicó en español en 2013 y reeditó hace un año conmemorando el décimo aniversario del ensayo), traducido a 23 idiomas. En él acuñaba un término, carnismo, para evidenciar un sistema de creencias sociales del que no se tiene conciencia y que considera el consumo de animales natural, normal y necesario, sin cuestionarlo. El concepto fue validado por organizaciones de todo el mundo y ha servido como base para investigaciones científicas y académicas que establecen que comer animales es un comportamiento gustativo, pero también ideológico. El libro fue un superventas con mucha repercusión socialmente, pero Joy no recuerda cuántos ejemplares llegó a vender. No parece interesarle. “Todo lo que gano lo invierto en la fundación”, matiza por videollamada. Se refiere a la organización Beyond Carnism (más allá del carnismo), que fundó en 2012, dos años después de que el libro viera la luz en EE UU.

Formar a grupos de activistas es la tarea que le da más plenitud. “En una sociedad en la que los animales se perciben como objetos, las personas que cuidan de ellos a menudo son ridiculizadas. Se requiere mucho valor para ser activista por la causa. En su mayoría trabajan de forma voluntaria y no reciben ningún reconocimiento”, aclara Joy. La activista hizo muestra de esa valentía en el discurso de agradecimiento en la entrega del prestigioso Premio Ahimsa Award, que le otorgaron en 2013: “Acepto este premio en nombre de los cerdos, pollos, vacas, peces, ovejas, conejos, patos y todos los que han sido o serán víctimas invisibles de la violencia agrícola”. El premio, que previamente ganaron figuras tan sobresalientes por su lucha por la paz como Nelson Mandela o el Dalái Lama, fue concedido por el Instituto del Jainismo como reconocimiento a la lucha de Joy promoviendo los principios de la no-violencia que defendía Gandhi. También se le concedieron los premios Empty Cages (2012) y Peter Singer (2017) por su desarrollo de estrategias para reducir el sufrimiento de los animales. Joy dice que suele preguntarse: “¿Qué puedo hacer durante mi vida para reducir al máximo el sufrimiento del mundo?”. De momento centra sus esfuerzos en la defensa de los animales porque cree que es ahí donde puede hacer un bien mayor.

Su trabajo también ha impactado en la vida de otros activistas. La escritora norteamericana Kathy Freston, autora de libros superventas relacionados con veganismo y alimentación a base de plantas, se ha declarado siempre admiradora de su pensamiento y prologó el segundo libro de Joy, Beyond Beliefs (más allá de las creencias), publicado en 2017. “Es una estratega genial. He aprendido a comunicarme de manera mucho más efectiva, consciente y constructiva siguiendo sus pautas. Quienes escribimos sobre veganismo hemos de ser estratégicos para que realmente nos escuchen sin ponerse a la defensiva y sin que el mensaje se pierda”, explica por teléfono. Freston coincidió con Joy en una conferencia en 2011 y desde entonces son amigas. La describe como “una persona muy sabia, compasiva hasta la médula”. Tobias Leenaert, reconocido activista vegano belga que ha recorrido el mundo junto a ella impartiendo talleres, ensalza su excelencia tanto en lo profesional como en lo personal. “Es meticulosa y hace lo posible por estar muy preparada para todo lo que emprende. Es muy amable, está totalmente presente y disponible para los demás”. Leenaert asegura por correo electrónico que, en cada viaje, Joy trata de maximizar su impacto.

El activismo de Joy no parece una impostura. La exacadémica de la Universidad de Massachusetts (donde impartió clases de psicología y sociología) medita media hora a diario, recurre con frecuencia al humor, y escucha al despertar las grabaciones de la aplicación de mindfulness Waking Up (ideada por el filósofo y neurocientífico estadounidense Sam Harris) mientras pasea por el bosque que hay cerca de su casa. “No pienso mucho en el futuro porque hacerlo dificulta el trabajo. Trato de centrarme en lo que soy capaz de hacer cada día, de una forma que sea sana y agradable”. La meditación la ayuda a poner límites y reconducir su mente cuando le hace tener “pensamientos oscuros” que le generan impotencia y le dificultan estar en paz.

Joy vive desde hace más de 10 años en Berlín. El que es hoy su marido, un alemán que también se dedica al activismo alimentario, Sebastian Joy, la invitó a dar una charla y se enamoraron. Juntos fundaron una organización, ProVeg International, que él dirige y que tiene por misión conseguir reemplazar para 2040 el 50% de los productos de origen animal en el mundo con alimentos a base de plantas. La organización cuenta con oficinas en 12 países de cuatro continentes y ha sido reconocida con el Premio Momentum for Change, de las Naciones Unidas. Así que tanto ella como él viajan mucho. Es por ello, según cuenta Joy, que no tienen animales.

El último libro de Joy, How to End Injustice Everywhere (cómo acabar con la injusticia en todas partes, sin editar en español), se publicó en febrero. En él no acuña una nueva palabra, pero revitaliza una que no se utiliza mucho: “infights” (que viene a traducirse como disputas internas), y también crea una página web que insta a un nuevo movimiento. A través de esta publicación desarrolla su teoría de que todas las injusticias tienen un denominador común: la creencia de una jerarquía de valor moral que presupone que unos individuos son superiores a otros, al medio ambiente y a los animales. E invita a los lectores a acabar con esa mentalidad opresiva que origina las disputas internas mediante acciones como motivar a los que quieren cambiar, prevenir la propagación de falsa información, asumir buenas intenciones por parte del otro y aceptar la imperfección. Las reseñas aplauden la propuesta de Joy de crear un concepto más inclusivo de injusticia que ataña tanto a los hombres como al medio ambiente y los animales. “En la era de la policrisis, es esencial contar con un enfoque sistémico hacia la justicia y este libro es un buen punto de partida”, puntualizó Lasse Bruun, director de Cambio Climático y Alimentación de las Naciones Unidas, sobre el libro.

Joy es, además de activista, una persona muy creativa. En sus ratos libres escribe poesías, trabaja en una novela e incluso ha vuelto a su pasado como compositora musical y ha producido un álbum en el que canta y compone tanto las letras como la música. Pero prioriza siempre la defensa de los animales. Según dice, alguien tiene que hacerlo.

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Sobre la firma

Ana Vidal Egea
Periodista, escritora y doctora en literatura comparada. Colabora con EL PAÍS desde 2017. Ganadora del Premio Nacional Carmen de Burgos de divulgación feminista y finalista del premio Adonais de poesía. Tiene publicados tres poemarios. Dirige el podcast 'Hablemos de la muerte'. Su último libro es 'Cómo acompañar a morir' (La esfera de los libros).
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