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PUNTO DE OBSERVACIÓN
Columna
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La ambigüedad del PP en España da aire a Vox en Europa

El Partido Popular español necesita urgentemente diferenciar sus mensajes de los del partido de Abascal

Elecciones Europeas
Nicolás Aznárez
Soledad Gallego-Díaz

Las elecciones europeas se celebran en distintos días en distintos países, pero todas entre el 6 y el 9 de junio próximo. Muy poco después, el 30 de junio, finaliza la presidencia de turno de la Unión Europea que ejerce Bélgica y comienza la de Hungría. Es decir, el nuevo Parlamento se estrenará mientras organiza las actividades del Consejo nada menos que el país menos europeísta de la Unión y el líder más ultraconservador, Viktor Orbán, el mismo que envió un mensaje recientemente a la reunión convocada en Madrid por Vox pidiendo “ocupar Bruselas”.

Es verdad que la capacidad de influencia del presidente de turno de la Unión es limitada. Pero no inexistente: Hungría representará al Consejo Europeo en las negociaciones con el Parlamento; fijará el orden del día de las reuniones de jefes de Estado o de Gobierno, así como del consejo de Exteriores, y actuará como mediador entre Estados. Todo eso en los seis meses en los que, precisamente, los países miembros estarán formando la nueva Comisión y designando los puestos más importantes. Suficiente como para que en algún momento se pensara en correr el turno y negarle a Hungría la presidencia, aunque al final se optara por guardar las formas.

Viktor Orbán provoca inquietud en Bruselas, sobre todo si se confirma que varios de los partidos ultras que estuvieron en la reunión de Madrid aumentan considerablemente su número de europarlamentarios. La única buena noticia es que Fidesz, el partido de Orbán, fue expulsado del Partido Popular Europeo (PPE) en 2021 por sus políticas claramente antidemocráticas (de hecho, Hungría ha sido sancionada por la Comisión y se le retiene parte del dinero al que podría acceder de fondos europeos). Quizás no sea Orbán, pues, la persona más indicada para intentar llevar a cabo la alianza por la que suspira la primera ministra italiana, Georgia Meloni, entre el PPE y su propio grupo (Conservadores y Reformistas Europeos, ECR). Pero Orbán tampoco será un obstáculo, desde luego.

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Esa eventual alianza entre el grupo de Meloni (al que pertenece Vox) y el PPE es el punto quizás más endemoniado para la campaña del Partido Popular español. Alberto Núñez Feijóo necesita un resultado lo suficientemente arrollador como para volver al Congreso de los Diputados eufórico y con ese fin está dispuesto a atacar con todo lo que tiene al PSOE y a Pedro Sánchez, sin cortapisa o restricción. Pero, por lo menos de momento, y dado que la economía va, sin discusión, bien, solo dispone de dos cañones: un nacionalismo español radical y la presunta corrupción “en Moncloa”. Dos temas que se confunden con los que está usando Vox. Justo lo que menos necesita el PP. Los populares son conscientes de que para lograr el resultado electoral que ambicionan necesitan que Vox no avance. Difícil empresa si sus campañas propagandísticas se solapan. Y muy difícil si Feijóo no puede asegurar a lo largo de estos días que Vox no será su aliado en el Parlamento Europeo. Difícil convencer a los votantes de Abascal que cambien de papeleta si al final pueden ser aliados. Y difícil convencer a los votantes de izquierda para que se queden en casa si lo que se vislumbra es Vox.

Quizás por eso, algunos de los expertos populares están pidiendo que se busquen temas, conservadores, obviamente, pero capaces de diferenciarse de los de Vox. FAES publicó el pasado día 27 un documento con la imprecisa firma —Grupo de Análisis de FAES— en el que realiza un duro análisis de las políticas de Donald Trump “que ignoró o escarneció en su campaña de 2016 todos los tópicos conservadores para ofrecer en su lugar un estridente llamamiento populista” y que “ha devorado al Partido Republicano”. Frente a Trump, el documento proclama que los conservadores defienden las instituciones y pasa a atacar a Vox, asimilándolo al populismo trumpista. El Grupo de Análisis de FAES afirma que Vox solo sirve para afianzar a los socialistas en su voto, pero al asimilarlo, en cierta forma, a Trump, está realizando una comparación de alto riesgo, porque, como el propio texto explica, “Vox nació con la vocación de suplantar al PP”. Afortunadamente no parece que llegue a esos extremos, pero es la propia ambigüedad del PP la que le está dando aire en estas elecciones.

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