Dos sesiones de investidura temibles
Lo más probable es que ambas se conviertan en una demostración de hostilidad sobre la pretendida ley de amnistía
En las próximas semanas vamos a presenciar en el Congreso de los Diputados dos sesiones de investidura, la de Alberto Núñez Feijóo, como candidato del Partido Popular, y, si esta fracasa, muy rápidamente, quizás sin llegar a agotar los plazos reglamentarios, la de Pedro Sánchez, como candidato socialista. Pueden convertirse en dos sesiones temibles porque, si nada lo remedia, no se tratará, como en otras ocasiones, de contraponer programas de gobierno, sino que propiciarán un enfrentamiento extremadamente duro, en unos términos tales que imposibiliten durante meses cualquier diálogo político.
Las sesiones de investidura suelen ser el mejor momento para conocer con detalle el programa de gobierno de un candidato y las críticas que suscita en sus oponentes, pero en esta ocasión lo más probable es que ambas se conviertan en una demostración de radical hostilidad en torno a un único tema: la pretendida ley de amnistía relacionada con los sucesos de 2017 en Cataluña. Al margen del problema jurídico o constitucional que plantee, lo cierto es que las amnistías de carácter político suelen proclamarse en un ambiente de consenso, con la voluntad de favorecer la concordia y cohesión de un país, y que ese no es precisamente el ambiente actual en España. Es posible que una amnistía lograra alcanzar ese objetivo en Cataluña, pero es difícil que, hoy por hoy, sirva para mejorar la cohabitación política en el resto del país.
Quizás fuera posible suavizar la profunda desconfianza que provoca la amnistía en amplios sectores de la sociedad si fuera acompañada de una declaración expresa por parte de los amnistiados de que nunca volverán a utilizar la vía unilateral para proclamar la independencia. El problema es la fórmula que adopte esa renuncia: el PP ya ha adelantado que no aceptará la sola mención en el preámbulo de la ley, por mucho que los diputados de Junts per Catalunya voten a favor.
Sea como sea, la semana que empieza será decisiva para el Partido Popular. Por fin, se sabrá con qué apoyos parlamentarios cuenta Alberto Núñez Feijóo, con qué tipo de discurso decide acudir a esa cita, qué tono elige Pedro Sánchez en su respuesta y, por último, se habrá podido calcular, en el extraño mitin convocado para hoy domingo en Madrid, cómo están las relaciones de poder dentro del PP, quiénes toman la palabra y qué papel adopta cada uno.
Nadie duda en el PP de la permanencia de Núñez Feijóo al frente del partido, pero existen muchas dudas sobre la firmeza de ese liderazgo. El mitin de Madrid, con el protagonismo renovado de José María Aznar, augura el empuje del sector más duro. Hace mucho que el expresidente es capaz de decir cosas brutales, como si la idea de España no pudiera estar asociada más que a su propia persona. El discurso de Aznar en la oposición ha sido siempre atroz y parece que ahora, tras las vacilaciones de su sucesor, Mariano Rajoy, pretende que su línea vuelva a imponerse.
Pese a todo, siguen existiendo dentro del PP algunas voces, cercanas a Feijóo, que consideran que su partido necesita, por muy lento que vaya, un cambio de imagen, que le aproxime a los nacionalismos de derecha moderados y que esa puerta debe quedar abierta en el discurso de investidura. Creen que no ha sido nunca buena idea mezclar dirigentes y mensajes contrapuestos, y que Feijóo nunca ha pretendido ser Aznar. El principal peligro para el actual líder del PP, estiman algunas de esas voces, es que convierta la sesión de investidura exclusivamente en una moción de censura adelantada a Pedro Sánchez. Sería un fracaso personal, añaden, que Feijóo no pudiera plantear también un verdadero programa de gobierno, con todo lo que eso supone.
Ningún sector del PP cree que sea posible alcanzar la mayoría parlamentaria necesaria, pero mientras que el sector duro exige que Feijóo se centre en atacar a Sánchez, con el lenguaje más áspero posible, otras voces insisten en pedirle que aproveche también para marcar su propio perfil, dejando algunas señales de un carácter menos brutal. Lamentablemente, también piensan que en un ambiente tan crispado como el actual, y con la presión del dichoso mitin, será difícil que sus voces se oigan. De momento, solo aspiran a que Feijóo consiga mantenerles cerca.
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