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PUNTOS DE OBSERVACIÓN
Columna
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El país que llamó al dinero sucio, y aparecieron el miedo, el secreto y la violencia

Holanda dispone de una formidable red de asesores financieros dispuesta a dar cobertura a la poderosa mafia local

Negocios 10/09/23 web
Patricia Bolinches
Soledad Gallego-Díaz

El mismo país al que se van algunas empresas españolas por su seguridad financiera y por las grandes facilidades que ofrece para cualquier tipo de operaciones bursátiles y de tejemanejes relacionados con el dinero, el mismo país cuyos gobiernos suelen exigir, con gran dureza, seriedad económica a sus socios europeos, ese mismo país no ha sido capaz de ofrecer seguridad física a su viceprimera ministra y encargada de Finanzas, que anunció este verano su dimisión por no poder soportar más las muy creíbles amenazas de muerte a que la someten grupos de extrema derecha (está casada con un palestino) y de una poderosísima mafia local de narcotraficantes. Es el mismo país que tiene bajo protección a la mitad de sus diputados, igualmente amenazados, y el mismo que ha obligado a su princesa heredera a abandonar su piso de estudiante y a no salir prácticamente de palacio, porque no está seguro de garantizar su seguridad frente a la poderosa red de crimen organizado.

Lo que sucede en Holanda es asombroso. Rafael del Pino lleva su empresa, Ferrovial, a Ámsterdam, una gran meca para compañías de todo el mundo, pero difícilmente estaría él tan seguro como su dinero. En Holanda se detectó el pasado otoño un plan para secuestrar a Vincent Van Quickenborne, ministro de Justicia de Bélgica, país vecino, y el 15 de julio de 2021 cayó acribillado en la calle uno de sus periodistas de investigación más famosos, Peter R. de Vries, autor de grandes reportajes sobre el mundo del crimen organizado en su país. Los dos sicarios que le asesinaron fueron detenidos, pero, por lo que se ve, no han implicado a sus jefes.

Prácticamente todos los organismos internacionales encargados de vigilar las redes del crimen en el mundo aseguran que una de las más poderosas es la que se ha instalado en Países Bajos, con ramificaciones en Bélgica. Quizá porque Holanda cuenta con uno de los puertos con más actividad del mundo, Róterdam (entre ese puerto y el belga de Amberes consta que llega el 80% de la cocaína que se consume en Europa), y quizá también porque dispone de una red de asesores financieros formidable, dispuesta a dar cobertura a los miles de millones de euros que maneja la poderosa mafia local.

Un trabajo publicado por los profesores Roks, Kruisbergen y Kleemans explica los muros de silencio que han rodeado y ayudado al crimen organizado en Países Bajos, “secreto mantenido por cómplices, víctimas y personas que están al tanto de sus actividades”. “Basándonos en una exploración teórica y empírica (…) del Dutch Organised Crime Monitor­­ —escriben— ilustramos cómo los delincuentes del crimen organizado en los Países Bajos dependen del silencio y el secreto de los cómplices, las víctimas, los espectadores y otras personas que están al tanto de sus actividades”. Para proteger esas actividades delictivas, esas redes recurren a diversas estrategias que incluyen “corrupción, violencia, intimidación, manipulación de los medios y el uso de expertos como notarios, abogados y contables”.

Roks y sus compañeros afirman que la continuidad y longevidad del crimen organizado en Holanda no es el resultado del aislamiento, sino más bien “el producto de un arraigo relacional y estructural”. Los delincuentes ocultan deliberadamente sus actividades delictivas utilizando las oportunidades que les brinda su entorno social, “incluidos los servicios proporcionados por intermediarios profesionales, como abogados o asesores financieros y otros, en un entorno social regular y lícito”.

Otro estudio firmado por Jo-Ann Kramer y el propio Kleemans resalta la importancia de la ayuda que ofrecen los “facilitadores financieros”, generalmente vincu­lados a extensas redes de lavado de dinero. “Se pueden distinguir dos tipos de redes profesionales de lavado de dinero, las que operan en el sector inmobiliario y las que se dedican principalmente a la llamada banca clandestina”.

Países Bajos se considera desde hace muchos años el paraíso de la ingeniería financiera. En muchas ocasiones ha sido acusado de actuar como un paraíso fiscal dentro de la Unión Europea. En plena pandemia se supo, por ejemplo, que las prácticas tributarias de Holanda le costaban 10.000 millones de euros al conjunto de ingresos fiscales de la UE (unos 1.000 millones de euros menos para España, en particular). Pero el dinero que Holanda siempre ha llamado a gritos ha llegado también con miedo, secreto y violencia.

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