_
_
_
_
La punta de la lengua
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

“Abrazo”, sin más

Ese “abrazo” a secas, simple, sin compañía, puede parecer como de sobaquillo, de andar por casa

Abrazo en el aeropuerto de Madrid, este pasado mes de junio.
Abrazo en el aeropuerto de Madrid, este pasado mes de junio.Olmo Calvo
Álex Grijelmo

Los españoles castellanohablantes solemos usar en plural algunas expresiones de salutación y amabilidad que se han ido fosilizando en nuestro lenguaje: Buenos días, buenas tardes, buenas noches, muy buenas, mis condolencias, saludos, besos, abrazos, felicidades, recuerdos… El idioma nos invita quizás a mostrarnos generosos, porque pudiendo decir “buenos días” no vale la pena ceñirse al solo día de hoy, que se acaba pronto.

Cuando reducimos al singular algunos de esos saludos, tal vez pasamos de una expresión no marcada (es decir, que no tiene ninguna intención específica, sino sólo general) a una marcada (lo hacemos por algo). Puede ocurrir cuando decimos “buen día”, “buen fin de semana”, “que tengas una buena tarde”. En tales casos, hablamos de “un buen día”, de un “buen fin de semana” y de una “buena tarde” en concreto.

Además, al expresar la fórmula en singular podemos dar a entender que nos veremos más pronto que tarde y que dispondremos por tanto de la oportunidad de renovar nuestros buenos deseos (“buenos deseos”, que no buen deseo). Así, con “buena tarde” venimos a decir que mañana por la mañana actualizaremos el saludo, tal vez con “buenos días” o con “buen día”.

En ese contexto de salutaciones amables, empieza a proliferar en los mensajes que enviamos en soporte electrónico una expresión innovadora: “Abrazo”. No “un abrazo”, sino solamente “abrazo”. Sin el artículo y sin el plural, nos quedamos sin estos valores gramaticales que actúan como determinantes.

Esa opción no deja de ser una alternativa de estilo: se sale del carril. Porque no escribimos “saludo”, ni “beso”, ni “recuerdo”, ni “felicidad”… O al menos, no sin el artículo indefinido (“un saludo”, “un beso”), partícula a veces insuficiente, pues no vale extenderlo a “una felicidad” o “un recuerdo”.

¿Y qué interpretará el destinatario de esa expresión, de ese “abrazo” a secas? Pues quizás deduzca cierta tacañería en tal reducción al singular, en comparación con los plurales generosos. Puede que un cierto desinterés también. Ese “abrazo” simple, sin artículo, puede parecerle de sobaquillo, un abrazo ramplón, de andar por casa. Es como decir “abrazo te llevas y vete contento”. En oposición a eso, el plural “abrazos” transmite más ganas de abrazar, porque el impulso no se agota en un abrazo perezoso.

Esta misma voluntad de abrazar se viene expresando también últimamente con un verbo y un pronombre. Aunque no solemos decir “te beso” o “te saludo” sino “besos” y “saludos”, empieza a abrirse paso la despedida “te abrazo”. Y eso ya es otra cosa. Porque ahí ya no se produce reducción al singular y porque además se representa una acción que podemos imaginar más duradera.

El uso del presente confiere a ciertos verbos un plazo indefinido, que se sostiene si no decimos lo contrario. Por ejemplo, “te quiero”, “te amo”, “me gustas”…; mientras que la acción de otros verbos transita a toda prisa: “te estalla”, “te tropiezas”. El verbo “abrazar” anda a caballo de las dos divisiones, según lo miremos. Porque cada abrazo (ahora mayormente metafóricos) constituye una sola acción que se puede imaginar mantenida: el abrazo estrecho y firme, sentido. Si escribimos “te abrazo” puede que el receptor entienda en realidad “me está abrazando”, y que la acción continúe al gusto de su imaginación. Eso ya vale por un plural. Felices Navidades.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Álex Grijelmo
Doctor en Periodismo, y PADE (dirección de empresas) por el IESE. Estuvo vinculado a los equipos directivos de EL PAÍS y Prisa desde 1983 hasta 2022, excepto cuando presidió Efe (2004-2012), etapa en la que creó la Fundéu. Ha publicado una docena de libros sobre lenguaje y comunicación. En 2019 recibió el premio Castilla y León de Humanidades

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_