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¿Están podridos nuestros cerebros? La palabra del año para la Universidad de Oxford lo sugiere

La expresión ‘brain rot’ describe el deterioro mental que genera el abuso de las redes y, según Oxford, resume a la perfección este 2024

Malcolm McDowell en un fotograma de 'La naranja mecánica' (1971).
Malcolm McDowell en un fotograma de 'La naranja mecánica' (1971).ALAMY

Aún no conoce la expresión, pero seguramente ya esté harto de ella. Define la fatiga que se genera después de pasar horas viendo vídeos plagados de memes incomprensibles, reacciones al último jaleo de La revuelta o berridos varios intentando imitar las canciones de la película Wicked. Todo a la vez, mezclado en nuestra cabeza durante mucho tiempo, empieza a desprender un olor desagradable, como si algo se estuviera pudriendo. Por eso las redes bautizaron a este estado de intoxicación virtual como brain rot o putrefacción mental en español. Una expresión que ha ido ganando peso entre las comunidades digitales y que ahora la Universidad de Oxford ha escogido como su palabra del año.

En concreto, la Oxford University Press define brain rot como: “Supuesto deterioro de las facultades mentales o intelectuales, especialmente relacionado con el abuso de contenido digital trivial o poco estimulante”. Así, se recoge el uso de brain rot para designar tanto ese desgaste como el contenido virtual que lo provoca. En las listas de Oxford de este año competían grandes rivales como demure (recatado, modesto), lore (conjunto de tradiciones y conocimientos sobre un tema) o dynamic pricing (establecimiento de los precios en función de la demanda), pero los expertos consultados decidieron que brain rot era la expresión en alza que mejor resumía este 2024.

Solo en un año se ha vivido la invasión de los primeros vídeos hechos con inteligencia artificial y el éxodo de millones usuarios de X al considerarlo un lugar insalubre. Era, por tanto, inevitable que el conflicto entre las redes y la salud mental acabase impregnando las propias conversaciones digitales. Para nombrar un problema tan actual surgió, gracias a la magia del lenguaje, una expresión que llevaba siglos en uso. Ya en 1854 el ensayista estadounidense Henry David Thoreau utilizó brain rot para describir las carencias de la educación de su época y desde el nacimiento de Internet se había asociado en círculos muy cerrados a otra educación distinta, pero igual de importante para algunos: la formación en la cultura online. Sin embargo, la auténtica resurrección del término no llegó hasta este 2024 de la mano de las generaciones más jóvenes.

Todo empezó con los retretes humanizados de la serie de YouTube Skibidi Toilet, creada en 2023 por el animador georgiano Alexey Gerasimov. Esta particular mezcla de animación cutre en 3D con un humor sin sentido se convirtió en todo un icono para la generación Alfa, aquellos nacidos después de 2010. La serie era la perfecta encarnación del contenido brain rot, extrañamente adictivo y aparentemente trivial. Desde entonces empezaron a triunfar vídeos con un estilo similar y la recién estrenada etiqueta de “putrefacción mental”. Las redes, en particular TikTok, se plagaron incluso de test brain rot en los que se ponía a prueba el nivel de conocimiento de los usuarios sobre los contenidos más absurdos de Internet.

Al principio el uso que se le daba a la expresión era irónico, casi como un motivo de orgullo por poder descifrar los memes más enrevesados, pero lentamente fue alcanzando a otras comunidades y empezó a designar el potencial nocivo de las redes sobre usuarios de todas las edades. La cultura brain rot incluso llegó a hacerse un hueco en el Senado australiano de la mano de Fatima Payman. La política elaboró un discurso utilizando este lenguaje sin sentido de la generación Alfa para protestar contra la intención del Gobierno de regular el uso de redes en esas edades. Finalmente, hace dos semanas, el Senado acabó aprobando una normativa pionera que prohíbe el acceso a las redes a los menores de 16 años. El último hito en el debate sobre la salud mental virtual que no hace más que reforzar la elección de Oxford de este 2024.

A Casper Grathwohl, director del departamento encargado de escoger la palabra del año, le parece fascinante que el termino brain rot lo hayan adoptado las mismas generaciones Z y Alfa a las que se las suele asociar con la creación de ese tipo de contenido. “Demuestra una autoconsciencia descarada sobre el impacto dañino que han heredado con las redes sociales”, explica en el comunicado que anuncia la elección de este año. “Las palabras ganadoras de los últimos años evidencian que la cultura de internet está calando cada vez más en nuestra manera de ser y en aquello de lo que hablamos. No nos extraña que tantos votantes hayan respaldado la decisión de este año”.

Dos décadas condensadas en veinte palabras

Actualmente la palabra del año de Oxford se escoge por un sistema mixto entre la votación popular y el análisis de un equipo de especialistas. El objetivo es asegurarse de que la expresión escogida haya sido muy utilizada y al mismo tiempo logre exponer una circunstancia particular de ese momento. Desde que la iniciativa se puso en marcha en 2004 las palabras ganadoras han reflejado la evolución del interés social por temas como la tecnología (podcast y selfie), la conciencia medioambiental (huella de carbono y crisis climática) y los problemas políticos (posverdad).

Las elecciones más arriesgadas tuvieron lugar en 2017, con el emoticono de la cara llorando de risa que constataba el peso de los emojis en nuestra escritura, y en 2020, año en el que no pudieron decantarse por una sola palabra. Las toneladas de contenido digital creadas durante la pandemia y los acelerados cambios sociales les forzaron a incluir una lista de hasta 16 expresiones como coronavirus, Black Lives Matter o cultura de la cancelación.

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