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‘The Rock’ o Van Damme, ¿actores extraordinarios? Cuando los héroes de acción se vengaron de los críticos

‘The Smashing Machine’ es la película que ha hecho que el nombre de Dwayne Johnson suene para los Oscar, pero no es la primera vez que un actor conocido por su musculatura decide demostrar que también tiene talento interpretativo

Dwayne Johnson
Eva Güimil

Desde un punto de vista económico, la recién estrenada The Smashing Machine no va a ser el mejor recuerdo en la carrera de Dwayne Johnson. En su primera semana apenas ha recaudado seis millones de dólares, una cifra muy alejada de otras producciones de La Roca como la saga Fast & Furious (de la que forma parte desde 2011) o San Andrés (2015), y así lo ha reconocido el propio actor. “Desde lo más profundo de mi agradecido corazón, gracias a todos los que han visto The Smashing Machine”, escribió en sus redes sociales. “En nuestro trabajo, no se pueden controlar los resultados de taquilla, pero me di cuenta de que lo que sí se puede controlar es tu interpretación y tu compromiso de desaparecer por completo en el personaje y trasladarte a otro lugar. Y siempre aprovecharé esa oportunidad”.

No ha logrado cifras millonarias, pero ha conseguido algo más relevante: situar su nombre, por primera vez, en la lista de los posibles nominados al Oscar al mejor actor, algo impensable hace unos años. El proyecto, dirigido por Benny Safdie y producido por la hacedora de éxitos independientes A24, ha sido largamente acariciado por el actor, que encontró en él similitudes con su propia carrera. Basada en la vida del luchador Mark Kerr y en el documental The Smashing Machine: The Life of Mark Kerr, estrenado en 2002, cuenta su éxito y posterior descenso a los infiernos, también su lucha contra las adicciones y la relación tóxica que mantuvo con su mujer, Dawn Staples. La cinta no ha convencido a un público que esperaba una nueva película de acción de Johnson ni ha hecho acudir a las salas a los aficionados al cine serio, temerosos precisamente de encontrarse una nueva cinta de acción de Johnson. Se ha quedado en tierra de nadie, a pesar de lo bien que la ha tratado la crítica. “El actor ofrece una mezcla embriagadora de sangre, sudor, lágrimas, proteínas e impotencia total”, escribió The Hollywood Reporter. Y el director Christopher Nolan fue más allá: “Creo que es una actuación increíble y no creo que veamos una mejor este año ni en mucho tiempo”.

No es la primera vez que un héroe de acción decide participar en un proyecto más pequeño y que a todas luces le va a dar mucho menos dinero de lo habitual para intentar, de una vez por todas, demostrar al mundo que también es un actor. Repasamos, a continuación, otros casos.

Sylvester Stallone en Copland

Cuesta creer que alguien que inició su carrera siendo nominado en la misma edición al Oscar al mejor actor y al mejor guion original tenga que esperar tres décadas para reivindicar su talento, pero lo cierto es que el crédito que Rocky (1976) le proporcionó a Sylvester Stallone quedó sepultado por tres nominaciones al Razzie al peor actor y una carrera dedicada al cine de evasión, con títulos como Rambo (1985), Yo, el halcón (1987) o Cobra, el brazo fuerte de la ley (1986), y por varios intentos fallidos de convertirse en actor de comedia como atestiguan los descalabros de Oscar, ¡quita las manos! (1991) o ¡Alto! O mi madre dispara (1992).

Más suerte corrió su interpretación en Copland (1997), de James Mangold y al lado de figuras como Robert de Niro, Harvey Keitel y Ray Liotta. Un papel que le llegó cuando el protagonista de Acorralado (1982) parecía haber dejado atrás ya sus mejores días en el cine. En este thriller de aire setentero, Stallone interpreta al sheriff Freddy Heflin, un agente de la ley medio sordo y con sobrepeso, algo inédito en la carrera del apolíneo Sly, y fue toda una sorpresa para seguidores y críticos. La interpretación de Stallone, al que Mangold no quería en su película ya que temía que su fama opacara al personaje, es sutil, matizadísima, muy cercana a su trabajo en Rocky. La taquilla no fue tan entusiasta como la crítica: recaudó apenas 63 millones de dólares, cifras muy alejadas de los 160 que acababa de recaudar Pánico en el túnel (1996).

Jean Claude Van Damme en JCVD

Si, en The Smashing Machine, The Rock ha reconocido elementos de su propia vida, en la película que sirvió para mostrar el potencial dramático de Jean-Claude Van Damme estaba literalmente su propia vida. En JCVD (2008), iniciales de su nombre y apellidos, del director francobelga Mabrouk El Mechri, la leyenda de las artes marciales se interpreta a sí misma. Es una antigua estrella del cine de mamporros que tiene que aceptar que su brillo ha desaparecido, no hay papeles a la altura de sus antiguos éxitos (todos se los lleva su rival Steven Seagal, al que no verán en esta lista) y tan solo es apreciado en su Bélgica natal. En JCVD hay un Van Damme reflexivo, ¡incluso llora!, y que rompe la cuarta pared, una de las pocas cosas que no se habían roto en sus películas. Pero también hay abundantes tortazos, patadas voladoras y explosiones. La cinta está inspirada en un documental de la televisión francesa en el que hablaba sobre su imagen pública y sus errores profesionales, cuyo visionado inspiró a El Mechri, un fanático del actor que consiguió convencerlo a pesar de sus reticiencias iniciales.

Sus apenas dos millones de dólares de recaudación no sanearon las arcas de Van Damme, algo de lo que él era consciente. “A los fans que les gustaron mis primeras películas para evadirse y divertirse esto no les va a gustar”, reconoció. “Pero creo que llegaré a un público diferente”. Sí pudo disfrutar del entusiasmo de críticos que jamás habían visto una película suya. “Puedes olvidar con seguridad todo lo que crees saber sobre Van Damme”, opinó The Guardian. “Sabe actuar”, celebró The Washington Post. “Van Damme demuestra de una vez por todas que no es solo un par de pectorales brillantes”, sentenció The Hollywood Reporter.

Dolph Lundgren en Creed II: La leyenda de Rocky

Ningún secundario del universo Rocky resulta tan fascinante como el hercúleo Iván Drago. No solo por su canónica representación del enemigo del mundo libre en los estertores de la Guerra Fría y por ser el hombre que mató al querido Apollo Creed, sino por las noticias que trascendían del actor que lo interpretaba. A los espectadores les encantó descubrir que Dolph Lundgren era un cerebrito, un ingeniero formado en el prestigioso Massachusetts Institute of Technology (MIT) y también el novio de la actriz y cantante Grace Jones, a la que conoció en el rodaje de 007: Panorama para matar (1985). A pesar del éxito de Rocky IV (1985), su carrera no despegó. El papel que le encumbró también le mantuvo atado al arquetipo que había interpretado al lado de Stallone: frío, implacable, metódico y un arma de matar. Y el reconocimiento le llegó precisamente en la continuación crepuscular de la saga que lo encumbró.

En Creed II: La leyenda de Rocky (2018) vuelve para redimirse por su acto devastador hasta el punto de que es perdonado por el hijo de su rival muerto, Adonis Creed. Precisamente, que ese personaje tenga un trasfondo, una carga de profundidad invisible en la cuarta parte de Rocky, es lo que llevó a Lundgren a aceptar retomar el papel que marcó su vida. “Pensé que me iban a utilizar solo para promocionar la película, como un reclamo. Que a nadie le preocupaba mucho mi interpretación o desarrollar a mi personaje en la película. Pensé que iba a ser como un trofeo y que era mucho mejor dejar el personaje en los ochenta, con sus calzones carmesíes. Pero luego leí el guion [escrito por el propio Stallone], hablé con el director y me di cuenta de que era alguien que quería crear un personaje interesante. Que quería decir algo sobre la paternidad, que para mí es algo muy cercano, por motivos personales. Así que decidí hacerlo”, reflexionó Lundgren tras el estreno.

El Drago de Creed II es viejo, está cansado y sabe lo que es el rechazo. Igual que Lundgren, que pasó de recaudaciones millonarias y papeles protagonistas en cintas de presupuesto elevado como Masters del universo (1987) a las que iban directas al videoclub. Un declive que sufrió también su vida privada hasta que Stallone le rescató para Los mercenarios (2010). Después, llegaron Creed II y Aquaman (2018).

“Lundgren ofrece una interpretación plena y rica; sin duda una de las mejores de su carrera”, publicó Screen Crush. No fueron los únicos que repararon en su interpretación. “Lundgren ofrece la interpretación más matizada de su carrera al aceptar el daño físico y emocional con el que ha lidiado durante décadas; ha creado un Drago mayor y abatido, rechazado por su gente tras su derrota a manos de Rocky Balboa 33 años antes”, afirmó The Hollywood Reporter.

John Cena en El Pacificador

El último luchador que se ha incorporado a la gran pantalla ha sido también una de las mayores sorpresas, y de las más agradables. Su carrera en Hollywood ha sido tan vertiginosa como su trayectoria como luchador. Cena ganó campeonatos desde su debut y se convirtió en una estrella absoluta de la WWE, en la que cosechó 17 títulos mundiales. Un éxito que no pasó desapercibido a Hollywood. Lo obvio habría sido centrarse en el cine de acción y así fue en sus inicios con títulos como Persecución extrema (2006), pero su vis cómica no tardó en llevarle por otros derroteros. El último rey de la comedia, Judd Apatow, lo incorporó a Y de repente tú (2015) y, tras demostrar sus capacidades humorísticas, lo hemos visto en innumerables series, también haciendo un cameo en Barbie (2023), recuperando el espíritu de los Farrelly de los noventa en Ricky Stanicky (2024) y apareciendo supuestamente desnudo en los Oscar.

En cada una de sus apariciones demuestra no solo un extraordinario sentido del humor, sino también una capacidad de reírse de sí mismo tan grande como sus bíceps. Pero también aporta algo más y se ha podido comprobar en El pacificador (2022), la serie de HBO, un spin-off de El Escuadrón Suicida (2021), de James Gunn, y ahí quedó claro que tanto el personaje como él merecían su propia serie. Aunque la segunda temporada de la serie no está teniendo una acogida tan entusiasta como la primera, su protagonista sí está recibiendo parabienes. “John Cena está fenomenal en la serie, aportando mucha profundidad a este personaje, incluso cuando el guion es deficiente. El suyo es un personaje que a menudo corre el riesgo de parecer una caricatura, pero Cena logra equilibrar el humor bobo”, publicó la web especializada Comic Book Movie. Una opinión compartida por la crítica Kaiya Shunyata en The Daily Beast. “Cena ha demostrado ser no solo el mejor luchador convertido en actor de nuestros tiempos, sino también uno de los mejores actores que han honrado nuestras pantallas”.

Vin Diesel en Declaradme culpable

A Vin Diesel siempre se le ha asociado al cine de acción, género en el que encadenó éxitos como Pitch Black (2000), xXx (2002) o Las crónicas de Riddick (2004). Un género en el que tendrá un lugar eterno gracias al Dominic Toretto de la saga Fast & Furious (2001–), pero desde los inicios ha intentado ser mucho más que un repartidor de mandobles. Algo que quedó claro ya en su debut, una aparición brevísima en Despertares (1990), la película basada en la vida del neurólogo Oliver Sacks que protagonizaron Robin Williams y Robert de Niro. Después llegaron Salvar al soldado Ryan (1998) de Steven Spielberg y el inevitable paso por la comedia de todos los cachas con Un canguro superduro (2005). Faltaba en su carrera un personaje que le permitiese ofrecer una interpretación no tan basada en su físico y llegó de la mano de uno de los grandes maestros del thriller, Sidney Lumet, responsable de Tarde de perros (1975) y Network, un mundo implacable (1976).

En el drama judicial Declaradme culpable (2006), basado en hechos reales, Diesel interpreta a Jackie DiNorscio, un mafioso que ignorando los consejos de todos despide a su abogado y se defiende a sí mismo en un juicio tras el que puede ser condenado a 30 años de prisión. Con sobrepeso, peluquín y exento de heroísmo físico, era radicalmente distinto a cualquier personaje que había interpretado previamente y salió airoso de la apuesta. La película no está entre las más destacadas de la filmografía de Lumet, pero su presencia fue destacada por todos.

“Una actuación sensacional”, dijo de él The New York Times, mientras que el crítico Roger Ebert la consideró “una interpretación notable”. Aunque como suele ser habitual en el caso de los giros radicales en las carreras de las estrellas, la taquilla le dio la espalda. Pero como escribió Brogan Morris, para Diesel Declaradme culpable es “​​una prueba de que hay una profundidad oculta bajo los músculos y la arrogancia, que se vuelve aún más especial por su singularidad, en el repertorio de un héroe de acción que, en secreto, siempre tuvo más para dar”.

Dave Bautista en Llaman a la puerta

La Bomba Batista, ganador en cuatro ocasiones del título de Campeón Mundial de Peso Pesado, tiene una historia cargada de clichés. Dave Bautista creció rodeado de delincuencia en un barrio marginal. En su autobiografía, Batista Unleashed, cuenta que con nueve años ya había presenciado tres homicidios, que no tuvo ningún interés en los estudios y que se introdujo en el mundo de las peleas porque necesitaba comer. Su carrera fue fulgurante. No tardó en triunfar, pero sentía que quería algo más, y ese algo más era una carrera de actor como la que disfrutaba John Cena, la otra gran figura de la WWE. Los papeles importantes tardaron en llegar, pero lo hicieron a lo grande. Tan solo el imponente, tierno y bobalicón Drax de Guardianes de la Galaxia (2014-23) ya serviría para dejar claro el buen actor que hay bajo su imponente capa de músculos, pero además ha sumado otro personaje relevante a su filmografía, el aterrador Rabban Harkonnen del Dune (2021-24), de Denis Villeneuve, que le permitió mostrar su capacidad dramática.

Sin embargo, fue su papel en la apocalíptica Llaman a la puerta (2023), de M. Night Shyamalan, que se había quedado impresionado tras verle en Blade Runner 2049 (2017), el que lo consolidó como actor serio. La historia de una niña y sus padres, que son tomados como rehenes por desconocidos armados que exigen a la familia un sacrificio para evitar el fin del mundo le permitió lucir habilidades interpretativas inéditas. Su registro, mucho más amplio del que se podía sospechar, le ha servido para que The Hollywood Reporter, que lo describe como un actor excelente y bastante versátil, lo haya situado en el número uno de su ranking de luchadores que se convirtieron en actores, por encima de The Rock y John Cena.

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Sobre la firma

Eva Güimil
Eva Güimil (Mieres, 1972) ha sido directora y guionista de diversos formatos de la televisión autonómica asturiana. Escribe sobre televisión en EL PAÍS y ha colaborado con las ediciones digitales de Icon y 'Vanity Fair'. Ha publicado la biografía de Mecano 'En tu fiesta me colé'.
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