Rick Moranis, el regreso del actor que enviudó y abandonó Hollywood para ejercer de padre: “Me tomé un pequeño descanso... y se alargó”
El protagonista de clásicos como ‘Cazafantasmas’ o ‘Cariño, he encogido a los niños’ lleva más de 30 años alejado de las pantallas, pero una secuela de ‘La loca historia de las galaxias’ lo traerá de vuelta en 2026


Una de las primeras frases que vienen a la cabeza cuando se piensa en Cazafantasmas (1984) es: “Soy el maestro de las llaves. ¿Eres la guardiana de la puerta?”. Luego llegan otras, muchas de ellas también pronunciadas por Rick Moranis (Toronto, 72 años). A pesar de haber rodado al lado de estrellas de la comedia tan consolidadas como Dan Ackroyd y Bill Murray, Moranis consiguió robar todos los planos en los que participó en el clásico de Ivan Reitman. El cómico candadiense fue una de las grandes estrellas de la comedia estadounidense durante una década y de pronto su carrera se paró. El motivo es conocido: tras la temprana muerte de su esposa decidió centrarse en la educación de sus hijos pequeños, aunque él nunca lo consideró un retiro y ha afirmado que le le gustaría cambiar la línea en su página de Wikipedia que lo describe como “prácticamente retirado”, pero no sabe como hacerlo. No le interesa demasiado internet y menos las redes sociales.
Durante ese largo hiato en el que ha realizado pequeños trabajos menos mediáticos, han ido surgido rumores sobre su vuelta que más bien eran un deseo de sus fans. Ahora se cumple ese deseo y un viejo anhelo del director de uno de sus grandes éxitos. Mel Brooks ya había declarado en 2014 que quería hacer la segunda parte La loca historia de las galaxias, pero sólo si Moranis participaba. “Sin Rick, no lo haría”, declaró a Parade. “Tengo el casco guardado, esperándolo. No le quedará a nadie más. Rick mide 1,75. Es perfecto para el casco grande. Es un genio”.

La carrera de Moranis comenzó como disk jockey radiofónico en su Canadá natal. Allí formó un dúo cómico con su amigo Rob Cowan, tan exitoso que llamó la atención de Second City Televisión, el gran programa de humor canadiense por el que pasarón estrellas como John Candy, Martin Short, Eugene Levy o Catherine O’Hara. Tuvo tanta repercusión que pasó a emitirse en Estados Unidos y llegó a ser relevó del Saturday Night Live.
Su personaje, una parodia de los tópicos canadienses, permanentemente ataviado con ropa gruesa y una cerveza en la mano, empezó como relleno y gustó tanto al público que acabó protagonizando su propia película, Extraño brebaje (1983), en la que tuvo un compañero tan inusual como el sueco Max Von Sydow. También apareció en el musical de culto Calles de fuego (1984) de Walter Hill junto a Michael Paré y Diane Lane. Y tras ella, llegó su gran papel, el Louis Tully de Cazafantasmas. Aunque ahora cueste imaginar al contable con otros rasgos, el personaje fue escrito para John Candy. Estaba inspirado en uno de sus personajes que interpretaba en Second City y era radicalmente distinto al que llegó finalmente a la pantalla. Candy rechazó el papel y entonces el director Ivan Reitman pensó en Moranis, otro miembro de Second City. “Lo leyó en una hora, me llamó y me dijo: ‘¡Guau! Dale las gracias a Candy de mi parte. Es lo mejor que he leído en mi vida”, declaró en Ghostbusters: An Oral History.

En cuanto lo vieron en la primera prueba no hubo dudas, hizo a Louis totalmente suyo hasta el punto de que reescribió los diálogos y lo transformó en el perfecto nerd, algo que no estaba en el guion. Encandiló a todo el equipo. “Tenía un talento increíble”, reconoció Richard Edlund, responsable de los efectos especiales. “Podía interpretar a Johnny Carson interpretando a Tarzán. Podía interpretar a un actor interpretando a otro actor, y los veías a ambos”. También impresionó a Sigourney Weaver, una actriz que venía de la escuela de arte dramático de Yale. “Sé que mucho estaba en el guion, pero Rick era un genio para improvisar”. En la historia oral del clásico reconoció que en algunas tomas se la ve reírse porque le resultaba imposible contener las carcajadas en presencia de Moranis.
Su rostro se hizo tremendamente popular y no tardó en llegar un papel con más sustancia. Seymour, el florista encargado de cuidar una extraña planta de origen extraterrestre y hábitos caníbales. Fue el protagonista de la comedia musical La tienda de los horrores (1986). La adaptación a la gran pantalla del musical que había triunfado en el off-Broadway en 1982, a su vez una adaptación de la película de serie Z de Roger Corman La pequeña tienda de los horrores. El director Frank Oz, que por entonces trabajaba en Inglaterra, no conocía a Moranis. Fue una recomendación del productor David Geffen. Y no sólo le entusiasmó como actor, sino que se convirtió en su amigo para toda la vida. La película, casi artesanal, requirió muchísimo esfuerzo por parte de todo el equipo. No había CGI. Fueron necesarios 55 titiriteros para mover la planta y Moranis tuvo que cantar y moverse a cámara lenta para sincronizar sus movimientos con Audrey (la planta) y repetir cada toma más de treinta veces, como explicaron en un reportaje sobre el rodaje en The Hollywood Reporter.

A Moranis no le gusta destacar ninguna película de su filmografía, pero reconoce que La tienda de los horrores ocupa un lugar en su corazón. “Soy el tipo más afortunado por haberla hecho”, reconoció. La tienda de los horrores se convirtió en un fenómeno de culto, pero no tanto de público. Su siguiente película conseguiría ambas cosas. Mel Brooks considera a Moranis una “brillante elección de casting” y un actor “excepcionalmente talentoso y divertidísimo” que además conectaba a la perfección con otro de sus compañero en Second City, John Candy. En La loca historia de las galaxias (1987), Candy era Vómito, una suerte de Chewbacca, y Moranis, Casco Oscuro, un trasunto disparatado de Darth Vader. “Como Rick era bajito, decidimos literalmente envolverlo en un enorme casco negro”, confesó Brooks años después. “Estuvo divertidísimo en el papel. Me costó un montón de dinero porque arruiné muchas tomas en las que me echaba a reír a carcajadas sin poder evitarlo”. De nuevo Moranis imprimió su propio sello al papel: según reconoció el director, una de las escenas más famosas de la película, en la que Casco Oscuro y la Princesa Vespa juegan con figuritas de acción, fue improvisada por Moranis.
Es imposible encontrar declaraciones de cualquiera que haya trabajado con Moranis que no mencionen el estupendo profesional y compañero que es. Su hija en Cariño, he encogido a los niños (1989), la actriz Amy O’Neill, reconoció que el actor no había sido sólo una figura paterna en la ficción, también en la realidad. “Rick siempre fue cálido pero respetuoso, siempre amable, profesional y en su lugar. Estoy muy orgullosa de haberlo llamado papá”, declaró, a People en el 35 aniversario de la cinta. Paternal hasta el punto de que un día la reprendió cuando se la encontró a ella y a otro de los actores infantiles intentando pedir un cóctel en el hotel en el que estaban dando una rueda de prensa para promocionar la película.

El de Wayne Szalinski, el padre científico y despistado, también había sido un papel destinado a John Candy, pero fue el propio actor quien recomendó a su amigo Moranis. Todo un acierto: es uno de sus personajes más queridos y el que, gracias a su éxito y el de sus secuelas, le permitió poder tomarse años después un respiro en su carrera.
Pero antes disfrutó de otro éxito: fue Pablo Marmol en Los Picapiedra (1994), y de nuevo era la segunda opción (la primera había sido Danny DeVito). Moranis define su experiencia con la versión de la serie animada como “una de esas películas de dieciocho guionistas”. No era el tipo de cine en el que le gustaba trabajar. “En las últimas dos películas que hice extrañé mucho poder crear mi propio material. En las primeras, me contrataron para que básicamente reescribiera mi propio material, ya fuera Cazafantasmas o La loca historia de las galaxias”, se lamentó. “Para cuando llegué al punto de protagonizar películas, y los ejecutivos me decían qué diálogos decir, eso no era para mí. En realidad no soy actor. Soy un tipo que viene de la comedia y mi motivación siempre fue reescribir el diálogo para hacerlo más gracioso, no intentar que las palabras de alguien funcionaran”.

Moranis no tiene una carrera extensa, pero sus pocas películas han servido para convertirle en un rostro muy popular. También son destacables los papeles que nunca llegó a grabar. Estuvo a punto de ser el conserje de El club de los cinco, pero pretendió interpretarlo con un acento ruso innecesario en opinión de John Hughes y, tras una semana de grabaciones, abandonó el rodaje. También rechazó el papel de Ace Ventura: Detective de mascotas, que acabó convirtiendo a Jim Carrey en una estrella y fue el elegido para interpretar Cowboys de ciudad junto a Billy Cristal y Bruno Kirby, pero abandonó la producción para cuidar a su mujer, que acababa de ser diagnosticada de un cáncer.
El gran cambio en su carrera, no fue radical, sino paulatino. En 1986 se casó con la maquilladora Ann Belsky, con la que tenía dos hijos y formaba un matrimonio feliz hasta 1991, cuando ella falleció de cáncer y él se quedó devastado. A partir de ahí la interpretación pasó a ocupar un papel secundario en su vida. “Soy padre soltero y me di cuenta de que era demasiado difícil criar a mis hijos y viajar para hacer películas. Así que me tomé un pequeño descanso. Y ese pequeño descanso se convirtió en uno más largo, y luego descubrí que realmente no lo extrañaba”. Realmente no dejó la interpretación, sólo la primera línea, pues Moranis siguió poniendo voz a personajes de animación y también grabando música, su gran pasión, e incluso escribiendo artículos humorísticos para The New Yorker, ocupaciones que le permitían seguir viviendo en Manhattan con sus hijos. “Estaba trabajando con gente realmente interesante, gente maravillosa”, declaró en una de sus escasas entrevistas durante estos años. “Y pasé de eso a estar en casa con un par de niños pequeños, que es un estilo de vida muy diferente. Pero fue importante para mí. No me arrepiento en absoluto. Mi vida es maravillosa”.

Tomo la misma decisión que estrellas como Cameron Díaz o Josh Harnett: aparcar su carrera para encargarse de la crianza de sus hijos, algo inusual en Hollywood, pero a lo que él resta importancia. “A la gente le pasan cosas todo el tiempo y se adapta, cambia de carrera, se muda a otra ciudad. En realidad, eso fue lo que hice”.
Desde entonces, su posible vuelta a los papeles relevantes ha sido un run run constante: estuvo a punto de hacerlo en una nueva secuela de Cariño, ha encogido a los niños pero lo truncó el Covid. Lo que no se planteó fue volver a la versión de Cazafantasmas de 2016, a pesar de que todos sus antiguos compañeros se enrolaron en el proyecto, que según afirmó “no le atraía”. No sé había quedado conforme con la secuela y el guion del retorno tampoco le interesó. “Les deseo lo mejor, pero simplemente no tiene sentido para mí”.

La devoción por el actor, que se ha convertido en una figura de culto como algunas de sus películas, quedó clara en 2020 cuando sufrió una agresión en la calle. Fue un ataque aleatorio, el autor no sabía a quién estaba golpeando, pero en cuanto se filtraron las imágenes del ataque la gente se lanzó a las redes sociales a declarar su admiración por el actor, entre ellos, Chris Evans. “Me hierve la sangre. Encuentren a este hombre. No toquen a Rick Moranis”, escribió el Capitán América en Twitter. Su vuelta a los papeles protagonistas pemitirá que sus muchos fans vuelvan a reencontrarse con un actor que no necesitó una lista de papeles demasiado extensa para ocupar un lugar enorme en el corazón de sus seguidores.
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