Como una ola: el perfume de la temporada se inspira en la sal y prolonga el verano
Vibrante, enérgica y sensual, la nueva fragancia de Issey Miyake, Le Sel d’Issey, rinde homenaje a su icónico perfume acuático, con una fórmula de acordes salados y amaderados que captura el movimiento del mar.
Primero fue el agua, ahora es la sal: Issey Miyake continúa hallando en la naturaleza los elementos esenciales de sus icónicos perfumes. Tras revolucionar la perfumería con una fragancia acuática como L’Eau d’Issey pour Homme, la firma celebra su treinta aniversario reescribiendo su refrescante fórmula a base del condimento de la vida. Una interpretación muy personal, dado que el extracto de sal no existe al ser prácticamente inocua, que infunde de vitalidad, sensualidad y movimiento al nuevo Le Sel d’Issey.
“La sal es el recuerdo que la ola graba en la tierra y en la piel, como una impronta. Mi intención era explorar el elemento de la sal, como respuesta lógica al del agua, así como el ritmo de la naturaleza, su movimiento”, explica el perfumista Quentin Bisch, que cumplió así con la premisa de la marca: reinventar L’Eau d’Issey “sin imitarlo, pero sin ignorarlo”. Partiendo del momento exacto en el que el mar cubre la tierra y, a continuación, se retrae dejándola al descubierto, la fórmula de Le Sel d’Issey entabla un diálogo vibrante y rítmico entre acordes marinos y terrestres.
¿Cómo se inventa un olor a sal sin utilizarla realmente? “Inmediatamente me vino a la mente una madera salada, concretamente, un corazón de madera sumergido en un frescor mineral”, reconoce Bisch, que articuló el polo amaderado desde una infinidad de texturas y facetas: el vetiver, que surgió por primera vez de la arena en India, late en el corazón de la fragancia, arropado por cedro reciclado, procedente de virutas de la industria del mueble, y akigalawood®, un pachulí de nueva creación producido mediante biotecnología. El polo marino se compone de musgo de roble –que en otro tiempo fue un alga–, y un extracto de alga laminaria, aportando una faceta particularmente fresca y salada, sublimada por una nota de jengibre natural. Un choque de elementos que se traduce en una fragancia vibrante y, en todos los aspectos, circular, ya que parte de los ingredientes de la fórmula y del envase proceden del reciclaje.
Ese movimiento y luminosidad también se materializa en el frasco de Le Sel d’Issey, el primero de la línea recargable de la línea masculina, ideado por el artista japonés Tokujin Yoshioka. Íntimo amigo del diseñador Issey Miyake, con quien colaboró estrechamente a lo largo de 35 años, ambos coincidieron en la idea de crear una pieza sencilla y fuerte, que diera impresión de luz. Y lo consiguió con un diseño que combina vidrio transparente y materiales metálicos reflectantes, en donde las líneas rectas dan paso a elipses perfectamente esculpidas. Una obra de arte, en palabras de Bisch, “pensada para un hombre en busca de un perfume con un equilibrio perfecto entre frescor y sensualidad”.
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