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“Prohibido pinchar sus canciones”: por qué Cliff Richard se convirtió en un artista demasiado aburrido para la radio

El ya octogenario exlíder de The Shadows denunció un veto de la industria por “edadismo”. Sin embargo, artistas contemporáneos suyos no han sufrido el mismo rechazo, que algunos han vinculado a su personalidad “irritante” 

Cliff Richard en Londres en 1982.
Cliff Richard en Londres en 1982.Michael Putland (Getty Images)

Las dudas que el cantante Cliff Richard (Lucknow, antigua India británica, 83 años) pudiera albergar sobre si las radios, que antiguamente dominaba, evitaban emitir su nueva música a partir de los años noventa quedaron despejadas concretamente en 1998 gracias a una estrategia exitosa: publicar un sencillo con pseudónimo. Cuando Can’t Keep This Feeling In, firmada por el misterioso artista independiente Blacknight, fue distribuida por 240 cadenas y radiada sin ningún problema, la sorpresa de que Richard era el auténtico autor de la canción forzó a algunos pinchadiscos y directores de emisión a dar explicaciones. “A decir verdad, si hubiéramos sabido que era de Cliff no la habríamos reproducido”, reconoció el DJ Jerry Bascombe, de la londinense Chance FM. Simon Sadler, jefe musical de Kiss 100 FM, también alabó la jugada de Richard: “Ha demostrado que algunas radios son prejuiciosas”.

Aún oficialmente en activo, sin agenda en 2024 pero con una exitosa serie de conciertos a sus espaldas a finales del pasado año en Reino Unido, que llegaron a emitirse en cines, hay quien puede pensar que tratar de silenciar en sus tierras a Cliff Richard, omnipresente bastión de la música pop y rock británica, puede ser una tarea tan estéril como intentar censurar a Wagner. Sin embargo, Richard ha sostenido públicamente desde los noventa que los mandamases le querían eliminar de la escena. Y al que fue líder de The Shadows, que acusa desde bastantes años atrás el descenso en las ventas de discos (aunque sea el único del mundo que ha colocado un álbum en el top 5 durante ocho décadas seguidas, el primero en 1959 y el último en 2023), no le faltan motivos para creerlo.

Este verano se cumplen 20 años de uno de los incidentes más sonados en la guerra abierta entre las radios y Cliff Richard, cuando el afamado presentador y disc jockey Tony Blackburn provocó su propio despido tras pinchar tres de los éxitos del cantante, Summer Holiday, Living Doll y We Don’t Talk Anymore. Blackburn, ganador en 2002 de la primera edición del reality I’m A Celebrity… Get Me Out Of Here!, el Supervivientes británico, llegó a exponer la política interna de la emisora Classic Gold Digital al leer en antena un correo electrónico de su director de programación: “No debemos pinchar a Cliff Richard. No encaja con los valores de nuestra marca. No está en la lista y debes dejar de ponerlo”.

Cliff Richard en 1958.
Cliff Richard en 1958.Mirrorpix (Mirrorpix via Getty Images)
Cliff Richard con dos admiradoras en 1960.
Cliff Richard con dos admiradoras en 1960.Mirrorpix (Mirrorpix via Getty Images)

No fue el único desaire hecho público: en 1998, fue el DJ Chris Evans quien tuvo la iniciativa de destruir en directo la colección de discos de Richard en Virgin Radio, tras asegurar que no volvería reproducir una canción suya, que había sido “maleducado” con él en un encuentro previo y que era “demasiado viejo”. En torno a una veintena de seguidores llegaron a acampar delante del estudio y a amenazar con no marcharse si la radio no emitía su último single.

Aunque el vocalista se lamentaba en una entrevista en la BBC del “edadismo en la industria”, no parece que, en un contexto cultural donde otras figuras de edad cercana como Paul McCartney (82 años) o Mick Jagger (80) siguen atrayendo un interés masivo, el problema sea exactamente esa brecha. Cuando Absolute Radio 60s decidió excluir a Richard de su programación temática de los sesenta, el DJ Pete Mitchell optó por argumentar más allá de las coordenadas de los valores o la imagen de marca: “Los Beatles, los Rolling Stones, The Doors o The Who son artistas atemporales de los sesenta que siguen siendo relevantes, no Sir Cliff”.

Visto en sus orígenes como la traducción británica de Elvis Presley, Cliff Richard es frecuentemente considerado el hombre que introdujo el rock & roll en Reino Unido, aunque existiesen los precedentes de Tommy Steele o Marty Wilde. John Lennon referenció Move It (1958), de Cliff & The Drifters –la anterior encarnación de The Shadows– como la canción pionera del género en su país. Después, Richard dio un giro a su imagen al convertirse al cristianismo y suavizar significativamente su música en la carrera en solitario que desarrolló al margen de The Shadows. Al igual que su ídolo Little Richard, a quien homenajeó desde el nombre artístico (Cliff Richard se llamaba realmente Harry Webb), llegó a grabar varios discos de música evangélica. De icono de una nueva generación rebelde, pasó a ser un apóstol de la decencia, la corrección y la pulcritud. Ahí es donde, según algunos, podría radicar el quid de la cuestión. “Tu madre probablemente lo adora, pero los más jóvenes tienden a sentir grima cada vez que hace sonar otra de sus animadas melodías”, decía Talking Point, un espacio de mensajes de BBC News.

Un joven Cliff Richard en 1985.
Un joven Cliff Richard en 1985.Beverly Lebarrow (Redferns)

En su columna Razones para encontrar a Cliff Richard extremadamente irritante, publicada en The Independent, el autor Terence Blacker se lamentaba de que el cantante, pese a ser una estrella, no pareciera dar la talla como famoso. “¿Puede ser que el problema no sea de Cliff, sino nuestro? Los famosos llevan vidas paralelas en nuestro nombre, cometen los pecados que nunca nos atrevimos a cometer, su vida personal es más turbulenta, su carrera más angustiosa. En algún momento, emprenden ese trillado viaje de ida y vuelta al infierno para ahorrarnos la molestia a los que llevamos una vida más tranquila. Cliff Richard no ha hecho nada de eso. Es una afrenta a la idea del mundo del espectáculo como montaña rusa”, escribía. “¿Dónde queda el dolor, la diversión?”.

EE UU y Franco: los (supuestos) otros sabotajes

El escritor Rubén Olivares Rosell, autor de los dos volúmenes de El rock & roll británico para los fans españoles (1956-1964) (El Toro Records), no cree que exista una desconsideración hacia Cliff Richard en Reino Unido, donde conserva rango de leyenda nacional. “Tiene junto a Elvis y los Beatles la mayor suma de números uno”, observa. “Lo que pasa es que, cuando llegó la invasión británica con los Beatles y los Rolling Stones, parece que se quedó un poco en el limbo, porque él, a diferencia de ellos, no pudo triunfar en Estados Unidos”. Olivares, comisario de Chupas y Parkas, la exposición inspirada en la “batalla de Brighton” entre mods y rockers de 1964 que acoge actualmente el Museo Nacional de Antropología de Madrid, también opina que otro factor perjudicó a su imagen pública: “Es alguien que ha estado soltero toda su vida, así que le han dado bastante caña. A los tabloides les gusta mucho hurgar”.

El artista, que ha desmentido en diversas ocasiones los rumores de homosexualidad que le han perseguido durante décadas, ha celebrado con frecuencia en entrevistas la libertad que le ha dado no formar una familia o su negativa a casarse para poder consagrarse a su carrera. Bill Latham, profesor de estudios religiosos y guía espiritual que vivió con él durante 30 años, hasta 1996, alabó que su negativa al matrimonio le había beneficiado para profundizar en su música, su fe y también en su habilidad para el tenis. En 2008, Richard contó en su autobiografía My Life, My Way que vivía con un sacerdote retirado: “Se ha convertido en un compañero, lo cual es fantástico porque no me gusta vivir solo”.

Cliff Richard con la reina Isabel II en 1981.
Cliff Richard con la reina Isabel II en 1981.Tim Graham (Tim Graham Photo Library via Get)
Cliff Richard y Olivia Newton-John en 1998.
Cliff Richard y Olivia Newton-John en 1998.Bob King (Redferns)

Su visión cristiana le ha llevado a asumir con frecuencia un papel de oposición fáctica a la cultura rock que él, paradójicamente, ayudó a levantar. En los ochenta, criticó el “ejemplo nocivo” de Frankie Goes to Hollywood o David Bowie al ofrecer “imágenes perversas como algo atractivo” a sus fans de 10 o 12 años. Ha atacado asimismo la estética “perturbadora” de Alice Cooper, el impulso autodestructivo de Oasis y, respecto al videoclip de Wrecking Ball, dijo que esperaba que a Miley Cyrus “se le pasase”. También apoyó iniciativas como el Nationwide Festival of Light, contra la secularización y el supuesto libertinaje social, y se manifestó contra el aumento de elementos sexuales en el cine, como el documental educativo El lenguaje del amor (1969), del que pidió su retirada. No obstante, aunque estas pistas podrían remitir a un perfil ultraconservador, ha defendido con convicción el matrimonio igualitario.

En la cultura popular de Reino Unido, además de su influencia musical, apareció en varias películas promocionales, siguiendo los pasos de Elvis, y una de sus canciones más destacadas dio nombre a la telecomedia The Young Ones (Los jóvenes) (1982), un hito generacional donde llegó a actuar y que le hermanaba con la subcultura punk: el personaje del cómico Rik Mayall era fanático suyo. En España, obtuvo más notoriedad a su doble paso por Eurovisión: en 1968, cuando Congratulations perdió frente a La La La, de Massiel, y en 1973, donde su Power To All Our Friends volvió a quedar por debajo de la propuesta española, Eres tú, de Mocedades. La creencia extendida de que Franco amañó el festival para que Massiel ganara y mejorase la proyección exterior de España le llevó, en 2008, a reclamar el reconocimiento de Congratulations como ganadora real.

“Que le ganase Massiel en Londres en 1968 delante de todo el público inglés tuvo que doler, pero creo que no hubo amaño”, dice a ICON Rubén Oliveras Rosell. “Lo que pasa es que ganar por un voto llevó a que se dijeran esas cosas, pero yo diría que todo es más sencillo”. La noticia del supuesto fraude fue consecuencia de unas declaraciones de José María Íñigo en un documental de La Sexta, donde reconocía que era un rumor fuerte en los primeros tiempos de TVE, y que la televisión pública compró “series que nunca se iban a poner y nunca se pusieron, con tal de que nos dieran los votos para tratar de poder ganar, porque entonces venía muy bien a España un cierto renombre en lo que fuera”.

Cliff Richard en Wimbledon en 2024.
Cliff Richard en Wimbledon en 2024.Karwai Tang (WireImage)

De una manera o de otra, Richard se sobrepuso al supuesto enésimo golpe del establisment: Congratulations llegó de todas formas al número uno en España. En una carrera de incontestable éxito y solidez, dentro del relato alimentado por el propio Richard sobre las manos negras impidiéndole triunfar (aún) más, el periodista Spencer Leigh recordaba que hubo un tiempo en que el cantante sí fue de verdad una figura divisiva, lejos del aura poco problemática o incluso aburrida a la que se le asocia ahora. “Cliff Richard irrumpió con 17 años, hizo varios temas de rock & roll desinhibido, apareció en películas controvertidas [Acusación infame, de 1959, fue calificada X por su temática] y fue criticado por la prensa por exhibicionismo sexual”, recuerda el columnista de Record Collector. “Antes de Cliff, el rock & roll británico tenía un complejo de inferioridad. Él demostró que podíamos hacer rock genuino. Aunque lo desplazaron de los focos y a veces les mostró lo que no se debe hacer, Cliff Richard preparó el escenario para los Beatles y los Rolling Stones”.

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