En un pueblo italiano nostálgico de los Borbones se paga con billetes con la cara de Maradona
El alcalde de Castellino del Biferno, un sureño independentista, introdujo el ducado como moneda, que se utiliza junto al euro
El ambiente de Castellino del Biferno parece muy similar al de cualquier otro pueblo del sur de Italia. En la pequeña plaza en la entrada descansa una estatua del Padre Pío a la derecha, un bar enfrente y la iglesia a la izquierda. Nada más típico. Luego, si se presta más atención, se observan algunos detalles que quizá lo diferencian de los demás: una furgoneta con una imagen de Italia sin el norte y las palabras “sur rebelde” o las pegatinas del escudo borbónico fijadas en las puertas de una tienda para recordar el Reino de las Dos Sicilias, la monarquía absoluta que gobernó el sur de Italia y Sicilia entre 1816 y 1861.
Castellino tiene unos 500 habitantes y se encuentra a tres horas de Roma, en el centro de Molise, la segunda región más pequeña de Italia y una de las más pobres del país. En uno de los dos bancos observados por la estatua de San Pío de Pietrelcina se sienta Nicola El Jefe Fratangelo. Nadie sabe por qué le llaman así, ni siquiera él. Lleva una larga chaqueta negra, una gorra que oculta su pelo blanco y cuando se levanta traslada el peso de su cuerpo a una muleta. Dice que es uno de los concejales de la junta del alcalde Enrico Fratangelo, con quien comparte apellido pero ningún parentesco, también porque “aquí casi todo el mundo se llama así”. De su bolsillo saca unos billetes, pero no de euro, sino de ducados, una moneda paralela introducida por el ayuntamiento en junio de 2020.
El ducado se creó inicialmente para sustituir a los vales de compra emitidos por el segundo Gobierno de Giuseppe Conte para apoyar a las familias necesitadas durante la pandemia. Fratangelo afirma haberse inspirado en el profesor Giacinto Auriti, que intentó el experimento de la moneda paralela en Guardiagrele (Abruzos) en 2000, y en los acuerdos de Bretton Woods de 1944, cuando el dólar se convirtió en la moneda de referencia del mercado mundial. “El mayor fraude de todos los tiempos”, dice el alcalde, “pero hice como Estados Unidos, que tenía el simple coste de producción del billete”. Así surgieron los primeros ducados, con papel plastificado lavable, para combatir la propagación de la Covid. Representaban símbolos de las tradiciones locales o rostros de miembros de la mayoría municipal, como el propio Fratangelo, que se mira en el espejo con la camisa desabrochada y un gran collar de crucifijo en el billete de 20: “Una provocación a la minoría”, dice.
En el ayuntamiento se instaló una ventanilla donde los ciudadanos acudían a por la moneda con una condición: que se gastara en las escasas actividades del pueblo. Una estratagema para impulsar la economía local, que los comerciantes aceptaron con la promesa de recibir la suma de mil euros por 850 ducados, para compensar las molestias. El Bar della piazzetta es el único negocio que se ha negado: “Para mí son imposiciones. Obligan a la gente a gastar aquí y a no salir, pero cada uno debe ser libre de hacer lo que quiera respetando a los demás”, dice Giuseppe, el dueño.
“Fratangelo es un dictador, un loco, pero es un buen administrador”, sostiene Giovanni Petrucci, un artesano de 85 años al que es muy fácil encontrar en la plaza hablando con cualquiera que pase. “Es un buen alcalde, pero hay que hacer lo que dice, y punto”, afirma una señora que prefiere mantener su nombre secreto. Ni siquiera el concejal Enrico Ferrante El Dragón (él tampoco sabe por qué le llaman así) está muy convencido: “No me gusta, porque si tienes que ir a Correos no puedes pagar”.
Han pasado cuatro años desde la introducción del ducado y los billetes se renuevan periódicamente para evitar su reproducción. La finalidad también ha cambiado y está más relacionada con los incentivos: los que reciclan, por ejemplo, reciben un reembolso de hasta el 30% de su tasa de basuras, pero en moneda local, que ahora se utiliza en paralelo al euro.
En verano, sin embargo, también sirve para pagar en el bar del Olympus, un club al aire libre construido río arriba, donde se encuentra una gran piscina que atrae a los jóvenes que regresan de sus destinos universitarios en busca de un empleo de verano. Sin embargo, una vez que se levanta la vista, llama la atención algo completamente distinto: un templete construido para albergar una estatua de Diego Armando Maradona. “Es un símbolo de revancha. Hay un antes y un después de Jesucristo. En el sur de Italia y también en el sur del mundo hay un antes y un después de Maradona”, dice Fratangelo.
Maradona también acabó en una colección de ducados de edición limitada, emitidos el 13 de febrero de 2021 para conmemorar a “las víctimas de todas las masacres perpetradas por los Saboya contra el sur y el día en que Gaeta capituló”. Tienen un formato más grande y retratan al futbolista argentino en los momentos más importantes de su carrera: mientras levanta la Copa del Mundo con Argentina o la Copa de la UEFA con el Nápoles o mientras marca el famoso gol con la mano a Inglaterra en los cuartos de final del Mundial de 1986.
De la venta de estas piezas únicas con fines benéficos, el municipio obtuvo unos 3.000 euros, que se destinaron a otro proyecto, el de la hucha, que consiste en dar por cada niño de 0 a 2 años dos ducados al día y uno por los de 3 a 5 años, alcanzando una cifra de unos 2.550 ducados en el primer curso. Es una de las iniciativas para contrarrestar el declive demográfico, como la compra de 100 propiedades privadas para renovarlas con un fondo estatal, el 110, para ofrecer las casas baratas a los jóvenes y convencerles de que se queden: “Me das 50 euros y al menos no te vas al norte a ser una perla regalada a los cerdos”, piensa Fratangelo.
El abandono
En todos los billetes se lee: “Municipio del Florido y Pacífico Antiguo Reino de Nápoles. Condado de Molise, tierra de Trabajo y de patriotas llamados Briganti. Desde 1861 tierra de paro y emigración”. En otra época, de hecho, Castellino del Biferno formó parte del Reino de Nápoles, que más tarde se convertiría en el las Dos Sicilias, hasta la unificación de Italia en 1861, momento que el alcalde Fratangelo identifica como la causa de todos los males no solo de su país, sino también del sur de Italia: “Los jóvenes de aquí saben ahora cómo es la bandera borbónica y empiezan a entender que Garibaldi no era ese gran héroe, que 1.000 soldados nunca podrían haber vencido a un ejército de 27.000 hombres feroces”, afirma.
Fratangelo es enfermero en el hospital Cardarelli de Campobasso, a unos 20 kilómetros de Castellino. Ha gobernado su pueblo casi ininterrumpidamente desde 1997, con la única excepción del período 2012-2017, cuando aún no se había abolido el límite de tres mandatos en los pueblos más pequeños. En 2002, toda la zona se vio afectada por el violento terremoto de San Giuliano di Puglia, que causó 30 muertos, 100 heridos y más de 3.000 desplazados. Veintidós años después, el alcalde se queja de haber recibido pocos fondos para la renovación, que sigue en marcha.
Castellino es también conocido como “el pueblo que se mueve”, situado en una zona de riesgo hidrogeológico y sujeta a corrimientos de tierra desde los tiempos del fascismo, cuando en 1930 el régimen le concedió unos terrenos en el municipio de Petrella Tifernina, río arriba, que formaron la parte nueva. Sin embargo, incluso ahora, casi todos los habitantes siguen viviendo en el centro histórico, apoyados en las antiguas riendas de la época borbónica. En este contexto creció la sensación de abandono por parte del Estado y se formó el meridionalismo de Fratangelo, que encontró expresión en su formación política: el Movimiento Insurgente.
En el estudio del alcalde hay una pila de documentos, en su mayoría notificaciones judiciales relativas a denuncias por abuso de funciones, omisión o falsificación ideológica, todas las cuales acabaron en sentencias absolutorias, según Fratangelo. Sobre el ducado, cuenta que el Banco de Italia concluyó que no había delito, porque la moneda “sencillamente no existe”. “En Italia hay una oligarquía peor que la rusa”, afirma. A la espera de la independencia, el alcalde de Castellino del Biferno dice estar en contacto con todos los movimientos independentistas del sur de Italia y no excluye que en el futuro todos esos territorios puedan ser finalmente libres, aunque “nos falta esa chispa que tarde o temprano tendrá que encenderse”.
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