Cosas que debes hacer (y no hacer) en Roma
Quien visite la capital italiana debe armarse de paciencia, pues miles de turistas se concentran en sus principales atractivos, que son de obligada visita. Priorizar el autobús al metro, reservar entradas ‘online’ y alojarse en un hotel céntrico son algunos de los consejos para hacer más cómoda la escapada
Cuando caminas por la Via del Corso y ves el mar compacto de cabezas que cubre la superficie del casi kilómetro peatonal de la calle más importante de Roma piensas que lo de los bárbaros en el siglo IV fue poco comparado con esta invasión que sufre ahora la capital italiana. No es nada nuevo ni exclusivo de ella: lo padecen todas las grandes capitales turísticas. Pero la vehemencia con la que hemos recuperado la pasión por movernos tras la pandemia ha convertido de nuevo al centro histórico de Roma en un parque de atracciones donde hay que hacer cola para todo. Quienes en 2020, con la ciudad vacía por la covid, pensaban que aquello era el final y que el sector jamás se recuperaría, eran unos agoreros.
Según el informe Turismo a Roma y en Lacio: relevancia económica y convivencia social, elaborado por el Consigli Regionali Unipol del Lazio, a falta de contabilizar el mes de diciembre, 2023 ha sido un año récord para la capital italiana, con una cifra estimada de 35 millones de turistas (un 9% más que en 2022). Y lo peor es que de esos millones de visitantes, el 86,4% se mueven (nos movemos) por una cuadrícula minúscula que va de Piazza del Popolo a Piazza Venezia, de norte a sur, y del Coliseo a la Piazza Navona, de este a oeste. Atasco total.
En Roma ya no hay temporadas bajas, da igual cuándo vayas: está todo petado. He pasado el fin de año allí (sí, yo también era uno de los que contribuía a esa saturación) y la sensación con la que vuelves es agridulce. Roma es una ciudad fantástica; creo que, junto con Estambul, la ciudad más monumental e histórica del mundo, en las que puedes pasar días y días viendo cosas sin repetir. Pero hace tiempo que los árboles impiden disfrutar el bosque. La Fontana di Trevi parece un estadio de fútbol con las gradas llenas de tifossi viendo la final de la Champions. Y la cola que se enrosca y da vuelta y media a la plaza de San Pedro incita poco a entrar a ver la basílica vaticana.
Si decides visitar Roma, no dejes de hacerlo. Te encantará. Pero aquí te dejo unos consejos para que no pierdas los nervios.
Ármate de paciencia
Siempre va a haber más gente de lo que esperabas, acéptalo. Es el primer consejo que le daría a cualquiera que vaya a Roma: tómatelo con tranquilidad. Al fin y al cabo, tú eres uno más de los que la inundan y es el precio a pagar por disfrutar de un destino único. Habrá días de invierno en los que, probablemente, disminuya el volumen, pero como vayas en fechas señaladas (puentes, Semana Santa, Navidad, primavera, verano), caminarás esquivando a turistas como tú.
Reserva las entradas ‘online’
Esto de las reservas online se debe llevar a rajatabla, y es válido para todos los monumentos que quieras ver. Si no, a la mayoría no vas a poder entrar. Pero incluso la entrada anticipada no te va a evitar hacer colas: yo llevaba reserva previa al Panteón (y para una hora concreta) y, aun así, me chupé 45 minutos de cola porque solamente había dos lectores de códigos QR para los miles de visitantes que entramos ese día.
Calcula muy bien tus necesidades de ir al baño
Los servicios públicos son prácticamente inexistentes, y los pocos que vi estaban cerrados. Y en Roma, como en toda Italia, no te van a dejar entrar al baño de un restaurante o comercio si no eres cliente. En los pocos baños que hay públicos, y que además son de pago (normalmente, 1 euro), también suele haber colas importantes.
Lleva calzado cómodo, te vas a hinchar a caminar
Hay que llevar un calzado adecuado para caminar, primero, porque uno de los placeres de Roma es deambular por sus calles, sus plazas y por esos rincones de una belleza decadente sin igual. Por otro lado, porque dentro del casco histórico casi todo está a media hora, por lo que a veces es poco práctico coger un transporte público. Pero al final del día empiezas a sumar “medias horas” y has hecho más kilómetros que en una etapa del Camino de Santiago.
Mejor en bus
Aunque el metro funciona bien, solo hay tres líneas y no llega a todos los lugares de interés turístico. En mi opinión, la mejor manera de moverse por Roma es en autobús, un servicio municipal bastante rápido, ágil y barato para ser Italia. Un billete sencillo cuesta 1,50 euros y puedes usarlo durante 100 minutos con todos los transbordos que quieras (sirve también para el metro). Y lo mejor es que gracias al sistema Tap&Go puedes pagar a bordo directamente con tu tarjeta de crédito sin tener que adquirir antes ningún pase ni bono. En caso de que te lo pida un inspector, basta con enseñar la tarjeta de crédito con la que has pagado para que compruebe que tu ticket es válido. Al menos en mi caso, no me permitía pagar con el contactless del teléfono móvil, había que hacerlo con una tarjeta de crédito física.
El hotel, mejor en el centro
Los precios de los alojamientos en el centro de la ciudad no son baratos, pero a no ser que andes más tieso que Carpanta, no te vayas a las afueras por coger uno más barato porque te vas a gastar al final más en transporte público que lo que te ahorres. Y, además, vas a perder la mitad de tu tiempo en ideas y venidas.
Huye del ‘bike sharing’
Como en todas las grandes capitales, en Roma hay un servicio de patinetes y bicicletas de alquiler compartido. Mi experiencia y consejo es que no merecen la pena, para empezar porque son carísimos: una hora de bicicleta te puede salir por 20 euros. A lo que se añade que ir sobre dos ruedas por la ciudad es un deporte de más riesgo que el puenting. El tráfico es endiablado, no existen carriles bici y los romanos conducen como si estuvieran en los coches de choque. Además, con el firme tan irregular de las calzadas —la mayoría de sanpietrini (un pequeño adoquín típico romano)— pegarte un trastazo con un patinete es lo más fácil el mundo.
Atención a los carteristas
Cuando lo repiten insistentemente por el sistema de megafonía del metro, debe ser verdad. Los rateros y carteristas de Roma son famosos en el mundo entero y actúan con la profesionalidad de Arsenio Lupin allá donde hay la más mínima concentración humana.
La importancia de las iglesias
En Roma hasta una humilde iglesia de barrio parece una catedral. Hay arte para aburrir en cualquiera de ellas. Pero es que, además, los templos son el único lugar que vas a encontrar para sentarte a descansar gratis, fresquito y en silencio en una ciudad con restauración muy cara y sin bancos públicos. Por ambas razones, programa un buen número de ellas en tu recorrido.
Mejor con guía
La visita al Coliseo, los foros y el monte Palatino debería ser obligada en toda estancia. Pero mi consejo es que lo hagas con un guía: solo así podrás comprender la importancia de todo aquel esturreo de piedras, que para un profano no son más que ruinas inconexas, pero que con un profesional que te lo explique se convierten en un libro abierto sobre el gigantesco grado de civilización que alcanzó la Roma clásica.
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