Berna León, el investigador que propone dar 120.000 euros a cada ciudadano: “No es de izquierdas ni de derechas, es progresista”
Uno de los impulsores del nuevo ‘think tank‘ Future Policy Lab defiende la posibilidad de un sistema capaz de reducir las desigualdades y el conformismo de los que piensan que cada uno tiene lo que merece
Decía el periodista italiano Giovanni Guareschi que las buenas ideas son como los trenes: casi siempre llegan con retraso. En Future Policy Lab se han propuesto recoger una serie de ideas con potencial transformador y contribuir a que circulen, a acelerarlas para que, esta vez sí, lleguen a tiempo. La iniciativa se presentó el pasado 18 de mayo en el Círculo de Bellas Artes de Madrid. Según uno de sus principales impulsores, Berna León, profesor del Centro de Estudios Internacionales de Sciences Po, en París, fue acogida con curiosidad expectante por representantes de sindicatos, partidos políticos e incluso empresas del IBEX 35.
A León le bastan un par de frases sencillas y certeras para explicarnos en qué consiste Future Policy Lab: “Es un think tank, un centro de investigaciones o laboratorio de pensamiento político y económico, si lo prefieres. Su función es tender un puente entre el mundo académico y el conjunto de la sociedad”. A diferencia de otros think tanks, este se presenta como “transversal e independiente” y no pretende darle una capa de barniz intelectual al argumentario de ningún partido en concreto. Más que de ofrecer munición para las querellas partidistas del presente, se trata de hacer una contribución significativa a un futuro mejor. Si algo tienen en común los más de 30 investigadores de distintias disciplinas que forman parte de Future Policy Lab (Borja Barragué, Javier Carbonell, Javier Soria, Marina Romaguera, Guillermo Kreiman...) es “que a todos nos preocupan muy especialmente la lucha contra la desigualdad y la agenda ecológica”.
Otra característica es “la ambición”. Según León, “el mundo de la política y los medios de comunicación viven instalados en un presente continuo, crispado y frenético, que hace que se tiendan a aplazar los grandes debates de verdadero calado y se opte en el día a día por soluciones de compromiso y parchescosméticos”. A un think tank le corresponde “mirar la realidad con las luces largas y promover debates a medio plazo, al margen de la coyuntura política”.
La herencia universal es una de esas ideas de combustión lenta y la propuesta estrella del primer informe de Future Policy Lab, Derribando el dique de la meritocracia. “En esencia”, explica León, “se trata de que al llegar a la mayoría de edad o en el momento de emanciparse todos los ciudadanos reciban una herencia, pero no de sus padres sino de las anteriores generaciones en su conjunto”. No se trata de un subsidio de inserción social o una “paguita”, sino de “una prestación universal de alrededor de 120.000 euros por persona, en un solo pago, y vinculada a un proyecto de vida, ya sea montar un negocio, comprar una vivienda o estudiar en una universidad de élite”.
León considera “que se trata de una idea sexy, que entusiasmará a cualquiera que esté de acuerdo en que las modernas democracias no pueden seguir siendo políticamente estables y garantizar el bienestar de sus ciudadanos si no ponen remedio al problema estructural del incremento continuo de la desigualdad”. ¿Cómo se financiaría semejante inversión pública en el futuro de todos y cada uno de sus ciudadanos? Con impuestos. Sobre todo, a las grandes fortunas y la transmisión de patrimonio. El académico considera que no es una propuesta “ni de izquierdas ni de derechas, aunque tal vez sí progresista, porque, en mi opinión al menos, su puesta en práctica supondría un progreso”.
Pese a su apariencia utópica, resulta, en su opinión, factible: “Economistas como Thomas Piketty han hecho los números y propuesto herencias universales incluso de mayor cuantía que la nuestra”. El mayor obstáculo para llevar algo así a la práctica es la meritocracia, esa “línea de flotación ideológica de las políticas que fomentan la desigualdad”. León la describe como “la idea, no sustentada en datos empíricos, de que existe una igualdad de oportunidades efectiva y de que el cada vez menos equitativo reparto de la riqueza se debe exclusivamente a las diferencias de mérito”.
La meritocracia “es un rival formidable, porque no solo creen en ella los que necesitan justificarse ante sí mismos por lo mucho que tienen, sino también muchos ciudadanos que apenas tienen nada”. Para León, cuestionar con argumentos y datos prejuicios ideológicos tan arraigados como la falacia meritocrática da sentido a este proyecto.
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