Joe Crepúsculo: “La globalización ha hecho que cada vez se escuche más lo mismo”
Su nuevo álbum iba a ser una invitación a bailar tras la pandemia. Ahora, servirá para danzar entre noticias funestas
Reconoce Joël Iriarte Parra (San Juan Despí, 41 años), o mejor dicho Joe Crepúsculo, algo que no era difícil de adivinar: le encanta el trap. “Cuando salió me pareció alucinante. Era el estilo de música que siempre había querido que sonara. Con ese peso de la electrónica y los bajos… Me dio mucha rabia ser yo ya mayor, porque nunca entendí mi momento, el del indie. Sin embargo, cuando salió el trap me encantó. Me recordaba al punk, en el sentido de que era gente joven que buscaba un lenguaje propio diferencial porque estaban hartos de lo que sonaba”.
Es una verdad irrefutable que, si alguien de esa generación indie que triunfó gracias a los festivales tiene que ver con el espíritu del trap, es él. Crepúsculo, Crepus, apareció en 2008 con una propuesta diferente. Fue pionero de cosas como darle poco valor a lo perfecto, ignorar los cánones de lo bonito y lo feo, reivindicar las músicas latinas o tener una voz y un aspecto particular. En un mundo perfecto, se le reconocería como antecedente de la actitud trap. En este, por supuesto, no. A él ni se le había ocurrido. “Yo de lo que trato es de tener ingredientes nuevos, que luego se pueden mezclar. Eso me parece maravilloso. Todo lo que sea diversidad es maravilloso. Lo único que no me gusta es que la globalización ha hecho que cada vez se escuche más lo mismo. Es muy guay que existan cosas como Los 40 Urban, pero la gente escucha cada vez menos música variada”.
Acaba de publicar Trovador Tecno, su decimoprimer disco. Realizado con la colaboración de Aaron Rux, estadounidense que ha residido en Madrid el tiempo suficiente para ser considerado músico local, el álbum es lo que el título anuncia: música electrónica de baile, en ese amplio espectro que va de Camela hasta el jungle, pasando por el bakalao y el eurodance, todo según su particular prisma. “Nació cuando presentábamos el anterior, Supercrepus 2, que es un disco rock, todo lo contrario a este. Salió en pandemia y nunca supe si había ido bien o mal. Como no sentí el feedback, para mí significaba que no había gustado. Este álbum fue una idea de Aaron: ‘Tenemos que hacer un disco de tecno’, me dijo. Y yo empecé a componer pensando en eso. La idea era no dejar espacio para esas baladas que siempre incluyo. Un disco para la gente que salía de la pandemia con ganas de bailar. No tenía planeado que nos pillara en guerra”.
Trovador Tecno es lo que se lee en su perfil en Twitter desde que empezó. No es exactamente una broma, es una actitud vital. “Siempre pienso en lo mismo: cuando no tengamos electricidad, ya sea por una llamarada solar o por algo peor, tendría que ver qué podría aportar a la sociedad. Yo creo que sería un trovador, estaría con el acordeón cantando canciones populares. Que no serán las mías, tendré que cantar Amaral y Leiva. O me dedico a eso o a que hagan comida con mi cuerpo, que sería una ocupación buena también”.
Crepúsculo tiene alma de superviviente. La pandemia le pilló durante lo que iba a ser la celebración la primera década de carrera. Un año lleno de festivales que al final se convirtió en una gira de supervivencia por teatros. No se queja. “¿Por qué me voy a quejar? Cuando empecé con Crepus no sabía ni que podría vivir de la música. Yo tenía mi trabajo: ocho horas al día escaneando multas o numerando albaranes. Así que siempre pienso que llevo 12 años, estoy encantadísimo y, si se da la circunstancia de que se ha acabado, pues ya está. Habré estado años viajando. Siempre he pensado que esta música es demasiado extraña para la gente”.
Es cierto que es casi un milagro que se haya convertido en un músico consolidado, con su base de fans, con su discográfica (El Volcán, donde ha formado una especie de familia con otros francotiradores como Tomasito, Las Negris o dani, que parecen siempre dispuestos a mezclarse) y un proyecto a largo plazo. “Me sostengo en parte gracias a [la canción] Mi fábrica de baile, que marcó un punto de fuga en el proyecto e hizo que mucha gente entrara en esta música tan diferente. Puedes encontrarte música latina, electrónica, baladas setenteras. Sin ella, que con diferencia es la que más se escucha de las mías, quizás no hubiera podido subsistir”. Incluida en Baile de Magos, su sexto disco, de 2013, Mi fábrica de baile acumula ahora casi un millón de visualizaciones en YouTube. Aun así, distó mucho de ser un éxito. “Sí que es verdad que no es una canción accesible, por la forma de cantar y por los chillidos, que ahí son peculiares, pero ya es un clásico indie”.
Crepúsculo puede no gustar por muchos motivos, pero no porque le falte personalidad. Si hay algo claro es que solo él puede hacer lo que hace. Pertenece a la reducida especie de seres únicos del pop español. “Gracias, eso es muy bonito. Desde el principio he estado cogiendo el volante y cambiando de dirección. Y después de dejar el terreno bien enfangado te puedes hundir o no. Creo que la gente que me sigue, que no sé si es mucha, sabe que de mí puede esperarse cualquier cosa”. Fenómenos así pasan de vez en cuando en el pop español. Gentes como él, o como C. Tangana, que han demostrado que con una idea y personalidad, lo de cantar y afinar es secundario. “A mí su música me encanta. Son discazos hechos por una persona muy inteligente que no da ningún paso en falso. Él ha descifrado el mainstream y hace cosas muy vanguardistas e innovadoras dentro. C. Tangana está haciendo lo que cualquiera querría hacer: triunfar siendo él mismo”.
Quizás al principio, Crepúsculo tenía un punto de gamberrismo que ha perdido por el camino. “Ahora ya no hago gamberradas. Aunque quiera sonar radical, soy un señor mayor. Con 40 tu cabeza empieza a pensar que quieres controlar más tus circunstancias. Psicológicamente, la cuarta planta impresiona. Pero bueno, es lo que hay”. Siendo así, ¿No se ha planteado matar a Crepúsculo y firmar como Joël Iriarte? “Es que no sé cual es la diferencia entre ambos. Al principio, sí, había muchas, y podía diferenciar un personaje del otro, pero según ha ido pasando el tiempo nos hemos ido juntando”. ¿Se ha acercado Joe a Joël o al revés? “Creo que Joe se ha hecho Joël. Se ha vuelto una persona normal. Ahora, Joe es una persona que sale al escenario y lo da todo, pero en el sofá de casa viendo Cuarto Milenio o si me encuentras por la calle soy Joël. Podría matar a Joe, pero ¿Qué saco yo con eso?”.
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