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Un vaquero aúlla su dolor en Lavapiés

Aaron Rux, autor de varias bandas sonoras del cine independiente, lanza su segundo disco, ‘Crying Cowboys’. Música para cruzar el desierto

Aaron Rux, la semana pasada en el barrio de Lavapiés.
Aaron Rux, la semana pasada en el barrio de Lavapiés.SAMUEL SÁNCHEZ

Aaron Rux aprendió de niño a tocar todas las canciones de sus paisanos Nirvana y a los 16 intentó impresionar a una chica con sus habilidades a la guitarra. Sin éxito. “No quedó nada impresionada”, se lamenta entre risas más de dos décadas después mientras toma una cerveza en una terraza del barrio madrileño de Lavapiés. También trató de formar en aquellos años adolescentes una banda. “No pasó nunca”, sentencia. Entonces colgó la guitarra, se olvidó de la música y decidió dedicarse a la poesía. Aquellos fracasos le dejaron una espina clavada. Pero ya se la ha arrancado. Ya es un músico. Aaron Rux (1982), estadounidense de Nebraska pero criado en Spokane, al este del Estado de Washington, acaba de sacar su segundo disco, Crying Cowboys. Y ha montado una banda, esta vez sí, para defender sus canciones en los escenarios.

El músico acaba de terminar una calurosa y productiva sesión en un local de ensayo de Lavapiés con The Crying Cowboys, la banda para la que ha reclutado a Juan Serra, Lete Moreno, Juan Torán y Joshua Taylor, músicos experimentados de otras formaciones. Antes de dejarse fotografiar, ha ido a buscar a su casa, muy cerca, el sombrero vaquero que usa para meterse en esta colección de canciones. Once temas refrescantes que lo mismo sirven para pasar la tarde en la playa que para una noche triste y melancólica en el sofá.

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“Yo quería hacer un disco que fuera una reflexión sobre el amor y la soledad, desde un punto de vista que no fuera negativo. Vivimos los buenos momentos, los no tan buenos y luego la ausencia”, cuenta Rux, que cuando acometió el disco salía de una relación dolorosa. Y decidió proyectar las canciones en un referente de su infancia, un arquetipo que le pareció gracioso, el vaquero solitario que llora sus penas en el desierto. “Me gustaba la figura de la masculinidad débil, derrotada”, explica, “es un ser muy solitario pero también vanidoso, vive en una tierra superhostil”. Por eso, Crying Cowboys suena a rock amable y a country triste con ecos de una banda sonora de Ennio Morricone. Afirma que también se inspira en los géneros que más le gustan, la bossa nova y la música ambient, tipo Brian Eno. Incluso que las letras de sus canciones buscan la sensualidad y la carga social de sus referentes soul: Curtis ­Mayfield, Marvin Gaye, Al Green

Rux llegó por primera vez a España a los 18 años en un viaje con sus amigos para recorrer el país. “Me enamoré de esto [mira el cielo con una sonrisa, parece que siempre sonríe], del sol, del clima…, además los españoles eran muy majos conmigo y yo estaba muy a gusto con ellos”. Por entonces era un estudiante universitario en la progresista Seattle, y en el año 2000 decidió viajar a Cádiz para completar su formación en Filología Hispánica y Literatura. “Yo pensaba que toda España era como Cádiz. Es para echarse a reír. Cuando volví a Madrid dos años después, vi el error, pensé: ‘El castellano no es tan difícil, entiendo a la gente’, y de repente se me abrió un mundo”. Finalmente, tras idas y venidas, decidió quedarse definitivamente en 2008.

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Ya instalado en España, su vida dio un giro creativo: “Unos amigos que estaban haciendo una banda sonora para la directora Beatriz Sanchís me pidieron una letra para una canción”. Él entregó también la melodía, les gustó y empezaron a colaborar. Con ellos hasta ganó después la Biznaga de Plata del Festival de Málaga de 2014 a la mejor banda sonora por la película de Sanchís Todos están muertos. De ahí también surgió el grupo de folk orquestal Akrobats, que publicó en 2009 un disco, The Elvis Tree Orchestra. Fue entonces cuando aprendió a tocar varios instrumentos y los programas de edición de forma autodidacta, en años en los que ha pagado el alquiler gracias sobre todo a trabajar como profesor de inglés o poniendo copas en un bar. “Yo antes estaba escribiendo poesía todo el rato por cojones, tres horas al día, sin compartirla con nadie, pero cuando empecé con la música era muy fácil, me ponía seis horas y pensaba que habían pasado dos. Así supe que estaba a gusto con eso”.

Ahora ya no se ve escribiendo un libro de poesía. Antes que eso, asegura divertido, haría uno de gastronomía española, de la que es fan. En estos años ha compuesto bandas sonoras para los más renombrados directores independientes, como la de la serie Vergüenza, de Juan Cavestany y Álvaro Fernández Armero. Y la colaboración es bidireccional. De hecho, 12 directores, entre ellos Pablo Hernando, Manuel Bartual, o los propios Cavestany y Sanchís, hicieron los vídeos de las canciones de su anterior disco, Pacific Princess (2016). Al tiempo, formó junto a Julián Génisson y Lorena Iglesias el colectivo Canódromo Abandonado. “Era una cosa muy punk, vídeos surrealistas de humor, lo llamábamos humor claustrofóbico”. Incluso filmaron una película, La tumba de Bruce Lee, que presentaron en Sitges.

Hace unos años, en 2016, comenzó a colaborar con Joe Crepúsculo, y las giras con él le han dado tablas para afrontar cualquier reto. Aaron Rux está ahora contento. Se prepara estos días en Lavapiés para dar a conocer su nuevo disco, que se presenta oficialmente el 5 de junio en Barcelona y el 13 en Madrid. Y cuando se pone el sombrero se identifica con su vaquero. “El pobre cowboy es una serpiente en el desierto cambiándose de piel, sufriendo toda esa tortura en soledad, pero luego lo saca todo y está a gusto”, concluye entre risas mientras apura otra cerveza.

Crying Cowboys. Aaron Rux. El Volcán Música.

Conciertos de presentación: Aaron Rux and The Crying Cowboys + Hijos del Trueno + Joe Crepúsculo DJ Set. 5 de junio. Sala Sidecar. 21.00. Barcelona. 13 de junio. Sala El Sol. 21.00. Madrid

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