Hologramas, conciertos y realidad virtual. LEV Matadero, un festival más fácil de vivir que de contar
La tercera edición madrileña del festival que mezcla música electrónica y experiencias digitales se celebra desde hoy hasta el domingo en matadero Madrid
Desde hace 15 años el Laboratorio de Electrónica Visual (LEV) es uno de los festivales más innovadores, interesantes y divertidos de España. Pero siempre ha estado vinculado a un espacio inusual y polémico: La Laboral de Gijón. En ese lugar único y gigantesco se ha celebrado hasta que, hace dos años, pocos meses antes de que la pandemia cambiará nuestras vidas, se expandieron y aterrizaron en otro espacio singular: las naves de Matadero Madrid. “Nosotros siempre hemos programado partiendo de un espacio. Es lo que nos gusta y con lo que nos sentimos cómodos”, dice Cristina de Silva (Gijón, 1972) que junto con Nacho de la Vega es la fundadora y directora del LEV. “En cualquier lugar en el que estés, el contexto te lo da todo. Por eso cuando nos planteamos hacer un festival en un lugar tan único como Matadero Madrid fue como encontrar un nuevo campo de juegos”. Hoy, jueves 23 de septiembre se inaugura su tercera edición en la capital, que concluirá el próximo domingo.
El LEV es un festival particular. Se mueve en ese área donde se mezcla el arte de vanguardia y la música electrónica. Tiene un pie en los clubs y otro en los museos. Por eso a un profano su programación le pude resultar críptica. Es algo inevitable cuando se intenta transcribir en palabras actividades creadas para ser vividas, no descritas. Pero precisamente eso es lo que hace del certamen algo tan divertido. Al LEV se va para experimentar más que para ver. El público en el LEV es más un participante que un espectador. “El punto de arranque es que se trate de experiencias en directo que combinen imagen y sonido”, explica De Silva. Después de una edición en plena pandemia que mezcló lo presencial con lo virtual, este año recuperan los conciertos, aunque en pequeño formato, en la sala Azcona. “Como no cabe mucha gente, repetimos los conciertos. Un pase a las 18.00 y otro a las 22.00. En cada uno participan dos artistas”. Entre los músicos de este año, Cristina De Silva destaca a Cruhda, proyecto musical de la madrileña Paula Gómez de Caso: “ha estado trabajando en una residencia en Matadero destinada a las mujeres en el campo de la electrónica y viene a presentar su nuevo trabajo”. Curiosamente, otra de las participantes, Ivankovà ,es decir Irene de la Cueva, artista y compositora afincada en Madrid ganó esta misma residencia hace dos años. “Ivankovà investiga y reinterpreta la new age, buscando las cualidades curativas de la música”, cuenta la directora del certamen.
El nombre más conocido es Scanner. “Es un pionero. Está interesado en temas como la videovigilancia. Cosas hoy habituales, como hacer conciertos con escáneres de la policía, él lleva haciéndolo muchos años”, dice de Robin Rimbaud, un británico que ha inspirado a artistas mucho más populares que le consideran su maestro y del que han copiado muchas herramientas. Cuando, por ejemplo, Massive Attack reproducía en su directos información en tiempo real, estaba haciendo algo que Scanner ya hizo antes. A LEV Matadero trae uno de sus trabajos más alabados, Mass Observation, (1994).
En realidad, la mayoría de las propuestas de LEV no son musicales. “Yo, al público que tuviera curiosidad pero no conociera nada de este mundo le propondría que se pasara por las instalaciones. Es una propuesta que llevamos trabajando muchos años en LEV Gijón, pero que es nueva en las ediciones de Madrid. Es un circuito con cuatro piezas diferentes. Las hay interactivas, como Row, compuesta de hologramas. Sus creadores han generado esculturas que puedes ver flotando en el aire”, dice Cristina de Silva de la nueva instalación audiovisual del colectivo Tundra. ROW: Signals for Space celebra el 60 aniversario del vuelo espacial de Yuri Gagarin. “También está Impulse, de Martin Messnier, que es una escultura viva en la que recrea el funcionamiento de un cerebro y que es de una belleza estética impresionante”, continúa la directora. “En Acqua Alta disfrutas la experiencia a través de una tablet, que representa páginas de un libro que al abrirlas construyen diferentes capas de información que mezclan danza, teatro o cómic. Al final te están contando una historia a través de un soporte clásico, como es un libro, pero de otra manera. Es un trabajo precioso, la verdad”. Diseñado por los franceses Adrien M & Claire B en 2019, Acqua Alta cuenta la historia de una mujer, un hombre y una casa que un día se inunda y eso destroza la rutina diaria. “La última instalación es de un colectivo austriaco que coge videojuegos, entra dentro de ellos y genera una nueva narrativa, en este caso un ballet, que cambia por completo el sentido del videojuego”. En Money is a Form of Speech, la video instalación que se puede ver en LEV Matadero, el colectivo Total Refusal ha montado un ballet postapocalíptico dentro del vídeojuego de acción Tom Clancy’s: The Division 2.
Pero la parte que más define a LEV Matadero es la de realidad virtual. “Queríamos trasladar a la gente a otro espacio, que no fuera solo cuestión de que te pusieras las gafas, sino de que entres en un mundo distinto”, explica De Silva. “Un lugar íntimo en el que pierdas contacto con la realidad desde que entras por la puerta. En la nave hay un desarrollo en el que los diferentes puestos tienen su propia escenografía. La tecnología de realidad virtual ha dado un salto brutal, pero creo que aún es complicado encontrar un lugar como este, con nueve propuestas comisariadas y que cuenten con la tecnología adecuada para disfrutarlas. Aquí henos creado un ambiente, digamos de calma. Me resulta difícil describirlo”, confiesa. Y volvemos al principio. LEV es un festival más fácil de vivir que de contar.
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