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Una nueva era para la ‘new age’

El vituperado estilo musical vive en esta década un insólito renacer Laraaji, una estrella del género, actúa estos días en Barcelona y Madrid a sus 72 años

Laraaji tocando con su cítara en Central Park, Nueva York, en 1980.
Laraaji tocando con su cítara en Central Park, Nueva York, en 1980.

Sorpresa mayúscula: renace el interés por la música new age, ese estilo risible, banda sonora de cursos de yoga para yuppies. “Fue una especie de posjipismo despojado de letras y cualquier significado más allá de un misticismo difuso”, dice José Manuel Costa, director del programa Vía límite en RNE, dedicado a sonidos de vanguardia. “Cubría las necesidades de un grupo amplio pero no ecuménico del jipismo espiritualista. Su búsqueda del sentimentalismo le hacía caer en músicas simplonas, basadas en los recursos emocionales más manidos del romanticismo, siempre en tonos pastel”.

Laraaji, epítome de lo valioso del género, gira este mes por Europa

Por eso resulta insólito que una nueva generación de músicos jóvenes lo haya reivindicado. Han revisado el género con mentalidad abierta y utilizado algunas de sus señas más singulares —la electrónica analógica, la repetición hipnótica, las texturas, los sintetizadores melosos y brillantes o las guitarras espaciales—. Además, su parte mística les inspira. “No toda la new age es universal y atemporal, pero alguna lo es indudablemente y afecta al público de una forma profunda y positiva”, explica Leah, de Blues Control, dúo de Nueva York pionero en la recuperación del género.

No es solo un capricho de treintañeros hambrientos de sonidos sanadores. Al mismo tiempo se ha rehabilitado a artistas de la edad dorada del género (1975-1980) por medio de una serie de reediciones. Es el caso de pioneros como Steven Halpern, Iasos o Laraaji, que tiene 72 años y actuó ayer en Barcelona y hoy en Madrid. Es el inicio de una gira europea en la que recorrerá seis países junto a un treintañero tejano, Cameron Stallones, que graba con el alias Sun Araw. Una semana antes de la gira no se conocían personalmente, algo que no parecía preocupar a Laraaji. “Llevo improvisando 30 años”, decía desde Nueva York.

Nueva y vieja era

  • Inter-dimensional music, Iasos (1975)
  • Spectrum suite, Steven Halpern (1975)
  • Celestial music, 1970-2011, Laraaji (2011)
  • Natural history, Watersports (2011)
  • Ancient romans, Sun Araw (2011)
  • I am the center, varios artistas (2013)
  • Along the way, Mark McGuire (2014)

Sun Araw, hijo pródigo de la psicodelia electrónica, publica discos que buscan la expansión del pensamiento y es un exponente de la mayor paradoja de esto: quienes se han acercado a la new age, nombres como Julianna Barwick, The Skaters, Daniel Lopatin o Mark McGuire son artistas arriesgados que han buscado inspiración en una música que en teoría se caracteriza por abominar del riesgo. “Algunos coleccionistas de discos y un puñado de bandas de vanguardia hemos demostrado que hay mucho más en esta música que lo que los que los viejos estereotipos sugieren”, asegura Douglas McGowan, autor de la recopilación, I am the center: private issue new age music in America 1950-1990. Tiene 37 años vive en Eugene, una pequeña ciudad de Oregon, y reunió 20 temas que trazan un recorrido por el género que se ha convertido en un éxito. Un recorrido inédito porque empieza en 1950, 25 años antes de su nacimiento oficial, en 1975, y termina en 1990, cuando artistas como Yanni o Enya lo llevaron a su cénit de popularidad. “No tengo ningún interés en lo que hacen Yanni o Enya”, zanja. Él tiene interés por la vertiente más espiritual, mucha de ella grabada de forma casera y distribuida fuera de los cauces habituales.

Esa otra corriente mayoritaria sí interesa al sevillano Alejandro Clavijo, fundador de New age reviews, una web sobre el estilo creada hace seis años, y que es hoy una de las más importantes del mundo. Distingue entre la new age americana, menos popular por su componente espiritual, y la europea: “Ha sabido evolucionar hacia la melodía, mejores producciones y canciones más cortas y salirse del mundo del yoga. Me interesa lo que se queda en la memoria, y eso lo hace más la new age europea”. Cita como ejemplo a su hermano, David Clavijo, que es un popular músico, autor de producciones lujosas cercanas al chill out. De hecho figura en la recopilación 30 años de Café del Mar, epítome de la música relajante ibicenca. McGowan discrepa de esta división. “La new age es espiritual y mística por definición. Sin eso es ambient”.

El músico 'new age' Laraaji en la actualidad.
El músico 'new age' Laraaji en la actualidad.Liam Ricketts

La gran diferencia: el ambient contra la new age. “En cuanto a sonido tienen muchas similitudes, pero hay un componente espiritual del que el ambient carece”, dice Matthew Jones, del sello británico All Saints, que reedita los discos que durante los ochenta Laraaji grababa en casa y vendía en casetes duplicadas, una a una. “Laraaji es el culmen de la new age. La mayoría de los artistas abominan de la etiqueta, pero Laraaji la abraza, y con razón. Refleja su interés no sólo en la música sino en la meditación, el yoga, el aspecto divino del sol y cuestiones filosóficas que han guiado su vida y su música”.

Los músicos más osados se inspiran en un estilo que abomina del riesgo

Porque más allá de disputas se coincide en un nombre: Laraaji. Ese seudónimo nació en 1979. Antes era Edward Larry Gordon Jr (Filadelfia, 1943), un actor interesado en la meditación que compró una cítara, asegura que por casualidad, para tocar la música que escuchaba en su cabeza. A ese instrumento de 36 cuerdas lo electrificó y le añadió efectos electrónicos. “La idea era crear música para perderse, para flotar, sin auténtico inicio o final”, recuerda. Tocaba en plazas de Nueva York, siempre con los ojos cerrados: “Así, tengo mayor conexión con el cosmos”. Un día, al abrirlos encontró una nota en la cesta en la recogía la voluntad. “La firmaba Brian Eno. Me preguntaba si estaría interesado en participar en una grabación”.

El músico inglés es un mito de la creatividad musical que salió de Roxy Music y como productor es culpable del éxito mundial de Talking Heads o U2. Estaba embarcado en su proyecto de música ambient, sonidos que potenciaban las atmósferas por encima del ritmo y la melodía. Juntos grabarían Ambient 3: day of radiance (1980), un disco cuya influencia trasciende estilos. Pero Laraaji no perdió nunca el componente espiritual. “La importancia de la música es proveer al oyente de una forma de entrar en una dimensión espacio temporal alternativa. Mucha música new age no hace eso. Es una pena, pero ahora los jóvenes entienden la diferencia. Y eso me alegra”.

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