El diseño ‘hecho a mano’ que inunda Madrid
Ajena a la instauración definitiva del e-commerce que trajo la pandemia a nuestras vidas, la capital experimenta una nueva ruta de tiendas y espacios donde encontrar objetos de diseño, artesanales y con talante sostenible con los que decorar el hogar y hacernos la vida más fácil.
En ocasiones, Madrid da segundas (y buenas) oportunidades. El interiorista Javier Carrasco González y la historiadora del Arte María Rosa Amor González, amigos de la infancia en su Extremadura natal, volvieron a coincidir en la capital tras vivir algunos años en países como Italia, Portugal y Reino Unido. Aquí decidieron unir sus ideas, sensibilidades y experiencias bajo un proyecto que llevara como nombre su apellido en común. Así nació Casa González & González, una tienda anclada en el número 68 de la calle Pelayo que llama la atención de primeras por el portón negro que anuncia su entrada. Sobre sus puertas, se amontonan un sinfín de objetos cotidianos y funcionales como cepillos de cerdas naturales, recogedores y regaderas de metal, como si fuera esa “tienda para todo” de un pueblo del pasado y que poco cabe esperar en un barrio tan cosmopolita como Chueca.
Ya en el interior, la oferta sorprende aún más, con jabones artesanos de Marsella y Aleppo, palmatorias de latón o tazones de metal peltre de los ingleses Falcon. Es como retomar los enseres de nuestros abuelos en el siglo XXI. “Intentamos reflejar un modo de vida más acorde con la sencillez, donde prime la calidad de los materiales de siempre y su funcionalidad. Hemos apostado por objetos bellos en su simplicidad pero que a la vez sean prácticos y nos faciliten el día a día. Nuestro establecimiento es un reflejo de nuestro interior, una invitación acogedora, sencilla y tranquila que envuelve al que decide entrar”, cuentan ambos. Los fundadores explican que cuando abrieron sus puertas en 2017 este mercado era un nicho por descubrir, ajeno al boom por su estética antigua basada en la artesanía que abrazan ahora gigantes de la decoración como Ikea o Zara Home. “Cada vez se están abriendo más tiendas dedicadas a este sector en Madrid. La pandemia ha puesto de manifiesto la importancia de cuidar el interior de nuestros hogares y hacer de ellos un lugar confortable a la vez que funcional”.
Al otro lado de la calle Sagasta, en pleno Chamberí, el escaparate de Hecho (Quesada 2) salpicado de velas esculturales y vajillas de diseño se ha convertido en apenas unas semanas tras su apertura en la gran atracción del barrio. Este proyecto, creado por seis amigos vinculados al mundo del interiorismo y la arquitectura durante los meses de confinamiento, eleva a condición de arte –tanto por su selección de marcas como por el trabajo de los estudios Plutarco y Reciente– un concepto tan rutinario como poner la mesa. “La pandemia ha hecho que la gente valore más lo que tenemos en casa. La sociedad ya se cuestionaba y valoraba el origen o las condiciones de elaboración de la comida y la moda. El siguiente paso lógico era el mundo del diseño de objetos, en este caso, para el hogar. Por eso invertir en la casa es invertir en ti. Ha habido un cambio de mentalidad que recuerda una frase que nos encanta, ‘mejor poco y bueno que mucho y malo’. Ahora queremos objetos que nos gusten, pero también que duren y nos acompañen durante años, quizá el punto más importante para una vida sostenible”, explican. Su objetivo es ofrecer piezas cotidianas para casa que, además de ser sostenibles, uniesen buen diseño y calidad. “Nos gusta decir que nuestros objetos son honestos porque sabemos dónde están hechos, de qué, cómo y por quién”.
Por sus baldas encontrarás además de firmas ya consolidadas en materia de diseño como Ferm Living, Valerie Objects o Santa & Cole, su propia colección de objetos creados en colaboración con artesanos y fábricas locales. Las tablas de cortar elaboradas con plástico reciclado a partir de tapas de yogur y tapones o los manteles fabricados con retales de cuadros Madrás junto a Kavita Parmar son sus bestsellers. “Las velas de cera de soja de los madrileños Pampa Candles, con sus formas totémicas hechas con moldes de antiguas patas de silla, son también un éxito”, apuntan.
Malasaña, donde lo antiguo siempre es moderno
A unos 15 minutos a pie, en el interior de la Casa de México en España (Alberto Aguilera, 20) nos topamos con Arewá, un auténtico colmado de diseño mexicano con el que viajar hasta el país americano sin salir de la ciudad. El color, la artesanía y el trasfondo social marcan el ritmo de un espacio protagonizado por objetos populares como los asientos de txt.ure, elaborados con fibras de tule siguiendo técnicas precolombinas, y otros más difíciles de encontrar como los tapetes tejidos por el pueblo tarahumara que produce la Fundación Marso, creada por la fundadora de Arewá, Sofía Mariscal. El objetivo, explica, es enlazar diferentes iniciativas y crear sistemas de intercambio y aprendizaje mutuo que cierren un círculo económico, ecológico y de fortalecimiento cultural. “A través de este proyecto nos interesa aportar a la escena madrileña un diálogo sobre el diseño para la innovación social. Para nosotros es importantísimo fortalecer cadenas de valor positivas, en donde el artesano sea remunerado de manera justa y su trabajo se eleve al nivel de piezas artísticas porque, desde nuestra perspectiva, es donde deben estar”.
Malasaña también concentra puntos de diseño como El Moderno Concept Store (Corredera Baja de San Pablo, 19). Desde 2016 ocupa la antigua tienda de tejidos y paños Asensio Nieto que, tras una profunda remodelación, es ahora el escaparate del extenso catálogo de objetos de decoración, pequeño mobiliario, accesorios y regalos que seleccionan sus dueños Delphine Costenoble y David Yerga. Reseñado en Google como “lo mejor del diseño para llevarte a tu casa, desde lo más internacional a lo más malasañero”, opinión que asumen con orgullo, abarca desde papelería japonesa hasta terrarios de cristal con composiciones vegetales que se cuidan solas o los cuadernos de viaje de Traveler’s Company. Como objeto estrella, entre otros, los trofeos “animalistas” del artesano extremeño Javier S. Medina que también se pueden encontrar en su tienda taller (Escorial, 28) del mismo vecindario.
En apenas unas calles del barrio de La Latina se agolpan templos de artesanía, como los textiles para la casa con aroma a campo de Eturel (calle de la Ruda 8) o la cerámica que se puede comprar al peso en La Oficial (Santa Ana, 6). En esta última, el visitante encontrará diseños clásicos y atemporales de vajillas con forma de verduras y peces que traen de talleres de localidades portuguesas Caldas da Rainha, Aveiro o Sagres. “Las vajillas con hojas de parra y los jarrones concha son los más vendidos. Son nuestros ‘Paul Newman’ cerámicos” apunta Toni Torrecillas. Para el cofundador de La Oficial, Madrid experimenta un nuevo interés por este tipo de objetos. “La prueba es que firmas como Loewe reivindican ahora el trabajo de nuestros artesanos y esto ha hecho que queramos saber más sobre su producción. Muchas veces se considera que la modernidad está en el lado opuesto de la tradición, y eso es un error”.
También en el corazón del Madrid más antiguo y con ese mismo olor a tienda de pueblo entre cera, lona y esparto, se encuentra Cocol (Costanilla de San Andrés, 18), reconocible por los amplios ventanales de su fachada azul. En su día dio cobijo a un antiguo taller de tapicería, antes de que su actual propietaria, Pepa Entrena, lo transformara en un espacio para recuperar objetos útiles y artesanales. Botijos, esparteñas o jarrones de vidrio soplado ajenos a producciones en serie y parte de ese comercio de barrio que amenaza con extinguirse. “Nuestra apuesta es por el artesano, el que trasmite un conocimiento heredado de generación y generación, desde la sombrerería de Signes, a otros más contemporáneos como los cuencos y cestas de Balikypopoy”.
La tienda del museo, su sana competencia
En el Barrio de las Letras no todo es cosa de libros. Al creciente número de galerías y anticuarios hay que sumar el día de puertas abiertas de los comercios de la zona cada primer sábado del mes con el Mercado de Ranas y también tiendas de diseño como Dooc (Calle Atocha, 73). Tanto en este como en su espacio de Malasaña (Espíritu Santo, 27), el arquitecto Joaquín Cachón y el diseñador Augusto Munhoz quisieron trasladar sus viajes a Latinoamérica con una selección de objetos en los que primara el diseño atemporal de autor, los materiales naturales y la durabilidad. Esto se traduce en luminarias de mesa, techo y pared, velas y clásicos de la decoración moderna como el jarrón Love in Bloom de Seletti o los recipientes de papel de Octaevo.
La última parada nos lleva a un espacio más inusual en este tipo de ruta, las tiendas de los museos, pero en el que también se pueden encontrar objetos más allá del manido souvenir de arte. Entre semillas y utensilios de jardinería con un cuidado diseño la tienda del Real Jardín Botánico alberga láminas, libros y objetos cotidianos con la botánica como tema central (las cerámicas vegetales de Bordallo Pinheiro o las jarras con forma de árbol de Hay son un ejemplo). La tienda-librería del Museo Nacional Thyssen-Bornemisza (Paseo del Prado 8) pone a la venta con descuentos de hasta un 75 % piezas exclusivas de outlet inspiradas en obras del museo, como el Retrato de Giovanna degli Albizzi Tornabuoni de Domenico Ghirlandaio o la Abstracción de Willem de Kooning. Para su directora, Ana Cela, se trata más de una tienda de regalos que la típica de souvenirs de museo donde adquirir objetos muy especiales. “Unimos arte, diseño y artesanía y buscamos cada día más que nuestros productos y nuestro packaging sea lo más sostenible posible. Nuestra tienda es un museo, dentro de un museo. Apostamos por productos singulares y ediciones limitadas”. Cuentan además con objetos diseñados en exclusiva por marcas como Swatch o la fábrica de Cartuja de Sevilla.
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