Las esculturas habitables de Álvaro Siza, el primer Premio Nacional de Arquitectura no español
El arquitecto portugués recogerá el galardón este viernes por videoconferencia, en un acto que también por primera vez presidirá el presidente del Gobierno


Álvaro Siza Vieira (Matosinhos, Portugal, 1933) será el primer arquitecto no español en recoger el Premio Nacional de Arquitectura de España durante sus casi 90 años de historia. Y se aprecia el afán invertido en celebrar un acontecimiento tan inusual. Según ha confirmado a ICON DESIGN Iñaqui Carnicero, director general de Agenda Urbana en el Ministerio de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana (Mitma) que encabeza José Luis Ábalos, se tratará también de la primera vez que el premio sea entregado por un presidente del Gobierno.
El acto, que será retransmitido vía streaming en el canal de Youtube del Ministerio de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana, tendrá lugar el próximo 30 de octubre a partir de las 17.00nhoras en el madrileño Palacio de Zurbano, y Álvaro Siza se conectará desde Oporto, donde reside. Originalmente estaba previsto celebrarlo en Santiago de Compostela y contar con la presencia material del premiado, pero su avanzada edad y las complicaciones prácticas derivadas de la covid-19 no lo han hecho posible. A cambio, además de Pedro Sánchez, se espera la intervención del primer ministro portugués, António Costa, lo que reforzará la naturaleza de encuentro ibérico de la ceremonia.
Si hubo cierta sorpresa cuando en noviembre del año pasado se anunció la apuesta del jurado –presidido por el anterior premiado, Manuel Gallego Jorreto, y del que también formaban parte la periodista de EL PAÍS Anatxu Zabalbeascoa y la arquitecta Izaskun Chinchilla– de no premiar a un profesional nacido en nuestro país, pocos discuten que, dada su extensa carrera y la calidad de su obra, Siza merezca de sobra el galardón. Del mismo modo que en 1992 ameritó el Pritzker, también concedido por vez primera a un portugués. “Es, a nivel internacional, probablemente el arquitecto vivo más importante de nuestro tiempo”, valora Iñaqui Carnicero. “Su arquitectura a menudo ha actuado como instrumento de reequilibrio social, de reducción de desigualdades y de mejora en la calidad del entorno construido”.


Es cierto que Siza ha centrado una parte consistente de su práctica en el diseño de vivienda social. Fue el caso de unos de sus primeros proyectos fuera de Portugal, la residencia Schlesisches Tor (conocida como Bonjour Tristesse por la leyenda en su fachada principal) del barrio berlinés de Kreuzberg, firmada en 1983 junto a Peter Brinkert. Durante la década anterior –inmediatamente después de la caída del régimen militar en su país–, había realizado los conjuntos de viviendas de Bouça y São Víctor, en Oporto, para después emprender la Quinta da Malagueira, a las afueras de Évora.
Pero también aceptó otros encargos de muy diversa tipología, con resultados tan austeros como refinados: es el caso de la casa de té Boa Nova en su Matosinhos natal, a pocos kilómetros al norte de Oporto, que se resuelve como un modesto establecimiento convertido con justicia en destino de peregrinación para aficionados a la arquitectura de todo el mundo. O el Banco Borges e Irmão en Vila do Conde (primer Premio de Arquitectura Contemporánea Mies van der Rohe de la Unión Europea, en 1988), la Facultad de Arquitectura de Oporto, la Biblioteca de la Universidad de Aveiro y la iglesia de Santa María en Marco de Canaveses, en el interior de la región de Oporto.


Cuando Siza ‘conoció’ a Gaudí
O el Museo Serralves de Oporto, donde el empleo de la luz natural, la configuración del espacio interior y su diálogo con la naturaleza circundante promueven en el visitante la sensación inefable de encontrarse dentro de una gran escultura minimalista. Esta percepción se encuentra presente en mayor o menor medida en muchos de sus proyectos, algo que cabe atribuir a una vocación juvenil frustrada: según ha declarado en alguna ocasión, había querido ser escultor, y solo cedió a los esfuerzos disuasorios de su padre al descubrir la arquitectura de Gaudí en Barcelona.
Cuesta imaginar un estilo más alejado de Siza –que más bien entronca con la tradición escandinava de Aalto y Asplund o por momentos con Le Corbusier, e incluso con el expresionismo alemán– que el abigarramiento modernista del catalán, y sin embargo ahí tendríamos un primer punto de conexión con nuestro país que después se ha ido reforzando con la práctica profesional.

Además de sus tres proyectos en Santiago de Compostela –el Centro Gallego de Arte Contemporáneo, el Parque de Santo Domingo de Bonaval y la Facultad de Ciencias de la Comunicación–, de entre sus trabajos en España destacan la reconstrucción del Portal de Riquer en el centro histórico de Alcoi, el Centro Meteorológico de la Villa Olímpica de Barcelona, el Complejo Cultural de la Manzana del Revellín en Ceuta, el Rectorado de la Universidad de Alicante o el Paraninfo de la Universidad del País Vasco en Bilbao.
En este sentido, las bases del Premio Nacional de Arquitectura, dotado con 60.000 euros, admiten candidatos no necesariamente españoles siempre que con su trabajo contribuyan “de forma extraordinaria al enriquecimiento de los aspectos sociales, tecnológicos y sostenibles de la arquitectura o el urbanismo español, dentro y fuera de nuestras fronteras”. Carnicero destaca otras connotaciones simbólicas en el fallo de esta última edición: “La conexión entre España y Portugal está fuera de toda duda, no solo por la localización geográfica sino por la manera de entender la arquitectura, hasta el punto de que podemos hablar de una arquitectura ibérica”.

Solo dos mujeres premiadas
Además de un programa musical elegido para la ocasión, destacará en la ceremonia la lectura de la laudatio (discurso de alabanza al premiado) a cargo de la artista plástica Eva Lootz, de actualidad estos días por la cancelación anticipada de su exposición en el Museo Patio Herreriano de Valladolid para dejar paso a la discutida muestra de Cristóbal Gabarrón contra el criterio del director del centro. “Eva comparte con Siza intereses como el dibujo, la poesía, lo social, la importancia del contexto y el paisaje y las repercusiones socioculturales de la obra artística, además del cuestionamiento de la idea de comunidad”, explica Carnicero. “Ella afirma que ser artista es un abrirse radical a las cosas y a los otros, una actitud que bien podría definir la práctica profesional que durante tantos años ha ejercido Siza”.

Aunque el Premio Nacional de Arquitectura se concede desde 1933, en principio premiaba una obra específica, y solo a partir de 2001 comenzó a recompensar toda una carrera. Los últimos ganadores han sido Juan Navarro Baldeweg (2014), Rafael Moneo (2015), Elías Torres Tur y José Antonio Martínez Lapeña (2017) y Manuel Gallego Jorreto (2018). Únicamente en dos ocasiones se ha entregado a una arquitecta: Carme Pinós (por un proyecto firmado junto a Enric Miralles, en 1995) y Matilde Ucelay (2004), la primera mujer titulada en Arquitectura en España.

En este sentido, el director general de Agenda Urbana y Arquitectura anuncia futuras iniciativas desde el Ministerio destinadas a paliar esta situación: “Estamos trabajando en la reformulación de unos premios que sirvan de acompañamiento al Nacional de Arquitectura, que pongan en valor las políticas que queremos impulsar desde un punto de vista social y que fomenten la igualdad de oportunidades y de género, precisamente cuando las arquitectas españolas están destacando a nivel nacional e internacional. Se pretende reforzar el carácter de la arquitectura como un instrumento capaz de promover la cohesión social y la supresión de desigualdades y discriminaciones. Y también apostar especialmente por los jóvenes arquitectos que tanto han sufrido la falta de oportunidades en los últimos años”.
Siguiendo con los planes en desarrollo dentro de este ámbito, cabe destacar que el Palacio de Zurbano, donde se celebrará la ceremonia, es justamente uno de los candidatos que se barajan para acoger una futura Casa de la Arquitectura. Clásico edificio señorial de finales del XIX, actualmente pertenece al Mitma, pero en su día sirvió como residencia de los condes de Muguiro y de Mora, y en él nació la reina Fabiola de Bélgica.
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