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El movimiento Sanakatsu o cómo Sanae Takaichi, la primera ministra de Japón, se ha convertido en prescriptora involuntaria de estilo

En medio de una grave crisis diplomática con China, la primera mujer al frente del Gobierno del país nipón agota en las tiendas el caro bolso que lleva o la pluma con la que escribe. Detrás de sus ‘looks’ hay también un discurso político muy estudiado

Sanae Takaichi

Lleva menos de dos meses como primera ministra japonesa y Sanae Takaichi (64 años) ya está dando mucho que hablar. Mientras se agrava la crisis diplomática iniciada por sus afirmaciones sobre un hipotético conflicto armado con China para defender Taiwán, se jacta también de la popularidad de su forma de vestir y de su poder para influir en las ventas de sus productos de uso personal favoritos. En la sesión parlamentaria del pasado 9 de diciembre, por ejemplo, mostró a los diputados una pluma rosa y comentó su involuntario papel en el aumento de ventas de esta ya icónica herramienta y de un bolso negro de piel que está agotado pese a su alto precio.

La primera mujer al frente del Gobierno de Japón respondía así a una interpelación sobre los efectos sociales de lo que ya se conoce como “movimiento Sanakatsu” (admiradores de Sanae), una especie de afición muy frecuente entre los admiradores japoneses de celebridades de la música o el deporte, pero poco frecuente en política. “Me alegraré mucho si Sanakatsu contribuye a que la juventud japonesa se interese en la política”, afirmó la mandataria tras aclarar que siente mucha presión por la atención que despierta su forma de vestir. “No tengo mucha ropa”, ironizó.

La comentarista de moda Rie Miyata opina que el inusitado interés por el estilo de un personaje de la política nipona es consecuencia natural de la indumentaria de Takaichi. “Su vestimenta es más variada que el sobrio traje de los primeros ministros, cuyas diferencias apenas son perceptibles”, explica en un correo electrónico la también autora de un incisivo análisis sobre la moda de Takaichi, publicado en el diario local Yomiuri. “La estrategia cromática de Takaichi se centra en el azul rey, color asociado a la autoridad y a la victoria, que ella acentúa con perlas como símbolo nacional de Japón”, asegura Miyata.

En el armario de Takaichi también destacan las chaquetas en colores claros, blanco o beige, con texturas en tejido jacquard, que lució en la intensa agenda internacional de su primer mes en el puesto, o cuando recibió en Tokio al presidente de Estados Unidos, Donald Trump, a finales del mes de octubre. Declarada públicamente admiradora de Margaret Thatcher, la política japonesa ya suscitó comparaciones ese mismo mes con la llamada Dama de Hierro británica, cuando su nombre empezaba a sonar para jefa del Ejecutivo y vistió un clásico traje sastre en un intenso color azul marino.

Miyata explica que ese mismo color era el predilecto del ex primer ministro Shinzo Abe, el político nacionalista asesinado en julio de 2022 y mentor de Takaichi desde el inicio de su carrera política. Además de emular el tono, la actual primera ministra ha propuesto relanzar las fórmulas económicas de Abe y continuar su labor de poner fin a una política exterior reactiva y condicionada por la Constitución pacifista impuesta por Estados Unidos tras la derrota de la Segunda Guerra Mundial. Cuando el pasado 7 de noviembre dijo en el Parlamento que un ataque chino contra Taiwán podría constituir “una amenaza existencial” para Japón, se hacía eco de una postura concebida y promovida por Abe dentro del Partido Liberal Democrático (PLD), fuerza conservadora que controla el poder, casi sin pausas, desde su fundación en 1955.

Sin embargo, Miyata advierte detalles como que, para suavizar su imagen, Takaichi ha empezado a difuminar el maquillaje de sus cejas. Según ella, al evitar el aspecto “andrógino” de políticas occidentales que adoptan los pantalones como prenda habitual, como Kamala Harris, proyecta una imagen “más flexible”.

Este cambio visible, sin embargo, no se refleja en su actitud política y Takaichi desoye la advertencia de Pekín de retractar sus declaraciones sobre Taiwán o “asumir todas las consecuencias”. La primera de todas, la recomendación china a sus ciudadanos de abstenerse de viajar al país nipón, provocó masivas cancelaciones que afectan a un sector al que China había ya aportado entre enero y octubre unos 10 millones de turistas, según cifras del diario económico Nihon Keizai Shimbun. Por otra parte, el pasado fin de semana un incidente en aguas internacionales en el que dos cazas japoneses fueron apuntados con radares de control de tiro por dos aviones de combate chinos provocó una nueva protesta diplomática.

Al ser preguntadas por la nueva primera ministra, dos estudiantes universitarias en el barrio tokiota de Shibuya, que prefieren no dar sus nombres, afirman que conocen el Sanakatsu, pero no les interesa, y enfatizan que lo más importante ahora es el problema con China. También aseguran que no esperan “ningún cambio dentro del país” por el hecho de tener una mujer en el Gobierno —Japón está situado en el puesto 118 entre 148 países del Informe sobre la Brecha Global de Género 2025—. Las bajas expectativas de reformas cuando Takaichi llegó al poder se confirmaron cuando su promesa de aumentar las mujeres en el Ejecutivo —“estilo nórdico”, dijo— se redujo a dos ministras sobre un total de 18 carteras. También se opone al uso del apellido de soltera de las mujeres casadas, para perpetuar el sistema familiar tradicional; secunda la exclusión de las mujeres de la sucesión al trono imperial y rechaza el matrimonio igualitario.

La elección de la predilecta de Abe para liderar el PLD y formar un Gobierno ha sido descrita como la estrategia urgente de una fuerza política debilitada y cuyo electorado se fuga hacia los nacientes partidos de la extrema derecha. Según la televisión pública NHK, la tasa de aprobación del Gabinete se sitúa en el 64%, dos puntos porcentuales menos que el mes pasado. Por su parte, el Instituto de Investigaciones Económicas Daiichi Life advierte en un estudio que el interés de los jóvenes por la política generado por el fenómeno Sanakatsu puede ser una moda pasajera que desaparecerá cuando merme la atención en las redes. “Conviene no creer que el entusiasmo por la imagen, los gustos personales o los objetos favoritos de una política se traduzca en un interés real por entender problemas sociales complejos o comparar políticas entre partidos”, concluye el informe.

En internet, el bolso de Takaichi de línea minimalista hecho a mano, y que cuesta unos 746 euros, se ofrece en ocho colores. Su fabricante nombra a la primera ministra como la razón para que los pedidos de este mes se empiecen a entregar en septiembre de 2026.

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