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Las cuentas de Instagram que se ríen del mundo ‘influencer’ y el postureo (y cosechan miles de seguidores)

Las perogrulladas y metidas de pata de muchos creadores de contenido nutren los perfiles parodia donde se señalan, además, prácticas poco éticas de algunos prescriptores. “La gente conecta porque está harta de la perfección impostada de Instagram y de que le mientan a la cara”, asegura Lorena Macías, quien aglutina 300.000 seguidores en ‘Hazme una foto así’

The Instagram accounts poking fun at influencers
Una mujer le hace una 'foto Instagram' a otra en una playa.Catherine Falls Commercial (Getty Images)
Elena Muñoz

Odiados y amados a partes iguales, la polarización que atenaza al mundo en la actualidad también deja su huella en el universo de los creadores de contenido. Seguidores entregados frente a haters iracundos dominan los extremos. En el centro, perfiles como el de Hazme una foto así, una cuenta de Instagram nacida en tiempos de pandemia con el objetivo de parodiar las actitudes —bastante parodiables, por cierto— de los influencers más seguidos de España. Lo que comenzó como un entretenimiento se ha convertido en una cuenta que hoy aglutina cerca de 300.000 seguidores. La paradoja es que ahora Lorena Macías, su fundadora, es también una creadora de contenido.

Eso sí, en sus publicaciones no se comparten trucos para forrarse invirtiendo en criptomonedas ni se desvela la enésima prenda adquirida en Zara. Sus posts se hacen eco de las meteduras de pata de las influencers (casi siempre alude a figuras femeninas) y del descaro y falta de ética de muchas cuentas a la hora de anunciar productos. “Empecé a subir memes por ocupar el tiempo y de pronto se empezaron a viralizar. El inicio fue espontáneo y sin pretensiones, pero naturalmente, al trabajar en publicidad desde siempre, cuando fui viendo que la cuenta congregaba a un buen grupo de personas, sí que traté de ir tocando las palancas correctas para hacerla crecer”, cuenta Macías, creativa publicitaria de profesión.

El humor como herramienta para la crítica

Desde el humor, pero sin tomárselo a broma, Macías evidencia la falta de escrúpulos de quienes se aprovechan de la casi inexistente legislación acerca de la figura del creador de contenido para lucrarse recomendando artículos sin avisar de que se trata de publicidad. O de quien revende un producto en plataformas de segunda mano minutos después de haber contado a su audiencia lo muchísimo que le gusta. Sus seguidores son, en muchos casos, usuarios asiduos a las redes sociales y conocedores de los influencers que las habitan; otros son ajenos a este microcosmos de consumismo desenfrenado. Todos ellos conectan con la narrativa de Hazme una foto así, y su equilibrio entre humor, crítica y reflexión. “Creo que la gente conecta porque está harta de postureo, de la perfección impostada de Instagram y, sobre todo, de que le mientan a la cara. Y también porque trato de hacerlo a través del humor, que es un recurso universal y muy poderoso que no necesita de gran contexto. De hecho, el mensaje que más recibo es: ‘No conozco a ninguna de las influencers de las que hablas, pero me meo de risa de cómo lo cuentas”, explica Macías a EL PAÍS.

Hazme una foto así es, quizá, la cuenta más representativa en España pero no la única orientada a este tipo de contenido. Jotaderos, perfil anónimo que alcanzó gran notoriedad en Twitter antes de desaparecer hace unos meses, es otro de los más queridos y seguidos. Su actividad continúa en Instagram (más de 42.000 seguidores), donde comenta, entre otras cosas, las perogrulladas y problemas del primer mundo de creadores de contenido de toda índole. Fuera de nuestras fronteras encontramos el ejemplo que ha inspirado muchas de las cuentas del estilo: Influencers in the Wild, uno de los primeros perfiles en señalar el absurdo que rodea a veces al sector. Creado por George Resch (conocido en internet como Tank Sinatra), aglutina a más de cinco millones de personas, fieles seguidores de sus posts, donde se desvela hasta qué punto llegan algunos creadores de contenido por hacerse la foto soñada. Al descontextualizar las publicaciones y mostrar la realidad detrás de la aparente perfección y espontaneidad que buscan vender muchos influencers, queda claro que la naturalidad brilla por su ausencia.

¿Cómo se toman desde el otro lado las críticas y parodias? En opinión de Sergio Barreda, consejero delegado de la agencia de influencers Keepers, “lo bonito de las redes es la pluralidad que ofrecen y, por tanto, debe haber cabida para este tipo de perfiles que basan su contenido más en la sátira o la ironía como lo ha habido siempre en el humor; pero, al igual que en la comedia, la clave está siempre en hacerlo desde el humor y no desde la crítica fácil”.

El humor también es la seña de identidad de Modelos con ciática, una cuenta creada por Laura C. —prefiere mantener el anonimato y no dar su apellido— en julio de 2020, en la que pone en el punto de mira la hipersexualización de la mujer en la industria de la moda. Su autora recuerda que el perfil “creció de una forma totalmente disparatada en menos de 24 horas”. Su feed se compone de imágenes pertenecientes a campañas o editoriales donde las modelos aparecen en posturas imposibles. La gracia está en el texto que acompaña a cada fotografía: escueto, certero y sarcástico. La fórmula no tiene mucho de novedosa, pero llegó en el momento oportuno y sin esperarlo con su primer post tuvo “más de 500 seguidores en media hora. En 24 horas fueron más de 20.000... Una locura”, apunta Laura en conversación con este periódico. Desde entonces, su comunidad continúa creciendo y ya ha superado los 32.000 seguidores.

Al ser preguntada por las posibles polémicas desatadas a raíz de sus publicaciones —porque, ya se sabe, toda persona con relevancia digital experimenta la polémica al menos una vez en la vida—, la autora del perfil asegura que, “al no focalizarse en nadie” en concreto, no se ha ganado ningún enemigo, aunque “alguna vez ha habido alguien que ha entrado a discutir por discutir y ahí no pierdo mucho el tiempo”. No puede decir lo mismo Lorena Macías, bloqueada en Instagram por algunas de las creadoras de contenido a las que ha aludido en sus publicaciones. Con todo, los enfados son la excepción: “No es lo mismo que yo haga parodia de un gazapo o de una pose memeable a que señale públicamente que estás revendiendo los productos que ayer mismo te envió una marca, porque eso habla de tu profesionalidad y de tu ética. Y eso, naturalmente, no le sienta bien a nadie”, puntualiza Macías, quien a raíz del éxito de su perfil ha creado su propia agencia publicitaria, Hazme una publi así, y un podcast, Influ-Realismo mágico, para abordar temas relacionados con el sector desde una perspectiva más seria.

Un sector en construcción

Desde la experiencia de Barreda, no todos los influencers reaccionan igual a las críticas. “Los perfiles de moda y lifestyle son a los que más se les ataca o se les critica, y, por tanto, creo que son los que peor lo pasan con este tipo de mensajes”, apunta. Y agrega: “Los perfiles de humor o entretenimiento se toman las críticas de una manera diferente y no tanto a nivel personal”.

A pesar de la visibilidad creciente, los señalamientos públicos de Hazme una foto así no han tenido demasiadas consecuencias. “En algunos casos sí que las marcas me han contactado por privado para informarme de que han cesado el contrato con una influencer a raíz de una pillada flagrante, pero son casos muy puntuales”, afirma su fundadora. “La consecuencia más notoria es que la gente que me sigue sí que es capaz de identificar estas prácticas poco éticas que antes pasaban desapercibidas”. En este sentido, Barreda asegura que con esta clase de perfiles, los profesionales dedicados al sector también pueden identificar malas prácticas: “Hay que reconocer que una parte de estos mensajes y publicaciones, a veces, nos ayudan a mejorar y detectar perfiles que no lo están haciendo bien o campañas que no están bien ejecutadas y, por tanto, nos hacen tener mil ojos en las nuestras propias. Aun así, como en todo, hay perfiles que me gustan y otros que creo que cruzan la línea del humor”. “Este sector es aún muy nuevo y hemos ido aprendiendo muchas veces de los errores”, prosigue Barreda acerca de lo que todavía es un negocio incipiente.

Tanto es así que el marco legislativo en torno a la profesión es prácticamente inexistente. Pronto se prevé la aprobación de la conocida popularmente como ley de influencers (realmente es un proyecto de Real Decreto dentro de la Ley 13/2022, de 7 de julio, General de Comunicación Audiovisual), una norma poco ambiciosa, según los expertos, que tiene como objetivo regular la actividad de los creadores de contenido en las diferentes redes sociales. Afectará, de momento, a un número muy reducido de prescriptores: solo aquellos que igualen o superen los 500.000 euros brutos en ingresos (procedentes de su actividad en redes sociales o plataformas) y que tengan, al menos, dos millones de seguidores.

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