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LA PARADOJA Y EL ESTILO
Columna
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‘La Mesías’ versus Nadal

Rafa Nadal, allá tú como embajador del tenis de Arabia Saudí. Yo prefiero celebrar el talento de Los Javis, tanto como dúo dinámico de nuestra cultura como representantes de una homosexualidad feliz y exitosa

De izquierda a derecha, Rafa Nadal; el Príncipe Abdulaziz bin Turki Al Saud, y la presidenta de la Federación de Tenis de Arabia Saudí, Arij Mutabagani.
De izquierda a derecha, Rafa Nadal; el Príncipe Abdulaziz bin Turki Al Saud, y la presidenta de la Federación de Tenis de Arabia Saudí, Arij Mutabagani.JORGE FERRARI
Boris Izaguirre

El martes, después de la inauguración de un centro de belleza liderado por las señoras Yébenes, fui interrogado acerca de la posición de Rafael Nadal como embajador del tenis de Arabia Saudí. Pensé en nuestro rey emérito, que vive tax free en un diminuto reino vecino que también comparte leyes lapidarias, homófobas e involucionistas, y a quien seguro que nada de esto le importa mucho mientras que pueda mantener su exilio dorado. Pero, claro, con Nadal uno tiene más afecto. Y admiración, por su increíble gesta deportiva. También es cierto que tanto el rey emérito como el rey del tenis se han manifestado complicidad y cariño aparte de compartir guiños a esos países intolerantes. Juan Carlos acompañó al campeón en su boda, por ejemplo, en unos momentos de bajísima popularidad para el ex jefe de Estado. Estoy convencido que todo esto lo sopesan los árabes cuando escogen a sus embajadores.

Nadal no se va a apear de esta labor embajadora. El dinero compra lo que le da la gana y es negocio del que lo acepta el cómo enderezar su figura. Hay anhelo y algo de codicia también en ser campeón, siempre quieres ganar. Asumimos que Europa evoluciona más deprisa que otros destinos. Francia ha elegido un primer ministro de 34 años, abiertamente gay aunque no activista. En eso nos parecemos, monsieur Attal y yo. Nunca fui activista de calle, quizás más de salón. La lucha y defensa de los derechos LGTBIQ+ son una demostración de civilidad y respeto a todos. Por eso choca tanto que un deportista consagrado se preste a servir como embajador de una cultura castigada por el odio moral y religioso, que sume a sus habitantes y entorno en el subdesarrollo.

Nadal, allá tú. Yo prefiero celebrar el talento de los Javis, tanto como dúo dinámico de nuestra cultura como representantes de una homosexualidad feliz y exitosa. Es precisamente lo que ofrecieron en su Concierto de año nuevo de La Mesías, su valiente y portentosa serie para Movistar+. No es una historia gay, sino una reflexión de dos varones que lo son sobre la disfuncionalidad familiar y la represión que puede ejercer la religión, aislando a las personas, alienándolas con mentiras, cercenando sus talentos y personalidades para mantener su injusto poder. Los Javis han querido marcarse una fiesta, acompañados por el reparto al completo y glorificando al grupo musical religioso de su ficción, Stella Maris.

Javier Calvo, Asier Etxeandia, Amaia y Javier Ambrossi interpretando 'Preparad el camino al señor', durante la fiesta por la serie 'La Mesías' en el Teatro Calderón de Madrid.
Javier Calvo, Asier Etxeandia, Amaia y Javier Ambrossi interpretando 'Preparad el camino al señor', durante la fiesta por la serie 'La Mesías' en el Teatro Calderón de Madrid.Juanlu Real

Lo hicieron en el Teatro Calderón de Madrid, recordando que era una “fiesta única, para divertirnos, para que toméis las fotos que os dé la gana, selfis o vídeos”. Como insisto en mi ser analógico, preferí maravillarme por los movimientos erótico-espasmódicos de las Stella Maris (a medio camino entre el éxtasis físico y el espiritual), con sus canciones de letras espantosas y también con la versión arrolladora de Albert Pla (uno de los intérpretes en estado de gracia de la serie) del éxito de Enrique Iglesias, Experiencia religiosa. Si el escenario derrochaba talento, un punto histórico, la convocatoria era igual de apabullante. Aitana, Samantha Hudson, Massiel, Pedro Almodóvar, Pepón Nieto, Arturo Valls, Asier Etxeandia; una procesión gloriosa y animadísima en una noche lluviosa. Una misa cantada histórica. Bíblica.

Kate Moss y Haider Ackermann, a su salida del hotel Ritz de París, donde la modelo celebró la fiesta por su 50º cumpleaños, el 16 de enero de 2024.
Kate Moss y Haider Ackermann, a su salida del hotel Ritz de París, donde la modelo celebró la fiesta por su 50º cumpleaños, el 16 de enero de 2024.Pierre Suu (GC Images/ Getty)

El martes, Santa Kate Moss cumplió 50 años. España tiene una relación afectuosa con las top models y su diplomacia. Recordemos a Claudia Schiffer viviendo en Mallorca o a Naomi Campbell locamente enamorada de Joaquín Cortés. Moss es más que una top. Acompañarla a entrar en la madurez es también un logro nuestro. Conviene singularizar ciertas características del fenómeno Moss. No es clásicamente bella, pero su sexy glamuroso todos lo hemos querido poseer. Su episodio con el consumo de sustancias ilegales, lejos de torpedear su carrera, la obligó a un giro de guion que la revitalizó e hizo aún más popular. Es un símbolo de las contradicciones del siglo XXI. Nadal 0, Moss 10.

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