Auge y caída de Orlando Bloom: el actor destinado a reinar en Hollywood que se hartó de verse en pantalla
Tras una década sin encabezar una superproducción, el intérprete regresa a las salas con el drama automovilístico ‘Gran Turismo’. Más conocido hoy por su relación con la cantante Katy Perry, analizamos qué se torció en la trayectoria del protagonista de las exitosas sagas ‘El señor de los anillos’ y ‘Piratas del Caribe’
“Y cuenta con mi arco”. Esas son las únicas palabras que el elfo Legolas le dirige directamente a Frodo Bolsón durante las nueve horas de metraje que conforman la trilogía cinematográfica de El señor de los anillos. Un discurso escueto, pero suficiente para que el arquero fuera un activo vital en la salvación de la Tierra Media y para convertir a su intérprete, un veinteañero sin experiencia frente a la cámara, en todo un sex symbol generacional e icono global. Tan meteórica fue su aparición que se ganó ser considerado como el “Errol Flynn de nuestra época”. El cielo era el límite para un Orlando Bloom (Canterbury, 46 años) que, sin embargo, no pudo ―o no quiso― corresponder jamás a las expectativas de referente del Hollywood del siglo XXI que se posaron sobre su figura y que vio cómo los titulares sobre él se mudaban a las páginas de la prensa rosa. Ahora, cuando se cumplen 20 años del estreno de la primera entrega de Piratas del Caribe y de El retorno del rey, clímax indiscutible de su fama, el británico regresa a la pantalla dispuesto a que su nuevo trabajo refresque la memoria de todos aquellos que bebían los vientos por ver el rostro del actor monopolizando la cartelera.
Con la ardua misión de intentar adelantar por la izquierda a Barbie, imbatible hasta ahora en la carrera taquillera estival, el drama deportivo Gran Turismo llega a los cines españoles para satisfacción de los fans del mítico videojuego y del automovilismo. Basado en hechos reales, el filme cuenta la historia de un adolescente que pasó de ser un crack de la consola a un piloto profesional, con el personaje interpretado por Bloom como descubridor y mentor del joven en su transición del mando al volante. Esta es la primera oportunidad que tiene el intérprete de volver a encabezar una producción de gran presupuesto desde hace una década, cuando retomó por quinta vez su papel de Legolas en la saga de El Hobbit. Encasillado o no, lo cierto es que sus intentos de liderar películas alejadas de grandes franquicias se encontraron con el rechazo habitual del público y de la crítica y él mismo decidió alejarse de Hollywood para centrarse en su vida familiar.
“Estaba harto de verme. Estaba harto de la visión de mí mismo con toda la publicidad que acompaña a estas películas. E inevitablemente, creo, te acabas quemando tanto para ti como para el público”, confesó en 2020 en una entrevista con The Hollywood Reporter. Tras estar casado durante tres años con la célebre modelo de Victoria’s Secret Miranda Kerr, madre también de su primer hijo ―Flynn, de 12 años―, el británico comenzó una relación con la estrella del pop Katy Perry en 2016. “Siempre digo que cuando entra a una habitación lleva con él esa alegría de vivir. Emite unas vibraciones muy felices y positivas y a mí, que soy un poco más propensa hacia la depresión, me hace bien estar a su lado porque me saca un poco de mi propia cabeza”, explicaba la artista de éxitos como I Kissed a Girl. Padres de una niña llamada Daisy en agosto de 2020, la pareja sigue esperando la fecha correcta para celebrar su boda después de que la pandemia arruinara sus planes iniciales. Él ha dejado claro que, tras haber crecido sin un padre biológico cerca, estar presente en la infancia de sus retoños es una prioridad mucho mayor que su vigencia en la industria. Hoy conforma, junto a Perry, una de las parejas más mediáticas de las colinas de Los Ángeles y cada una de sus peripecias sentimentales hace correr ríos de tinta en las webs de sociedad. ¿La última? El pacto de sobriedad que firmaron juntos y que les ha mantenido alejados del alcohol durante varios meses.
Aficionado al riesgo ―estrenará próximamente una docuserie sobre deportes extremos―, defensor del veganismo y activista medioambiental, a pesar de haber nacido en Canterbury, núcleo de la Iglesia en Inglaterra, practica el budismo desde los 16 años. En declaraciones a The Times, ratificó que durante los comienzos de su exitosa trayectoria en las colinas de Los Ángeles solo estaba “semipresente” y que jamás habría sobrevivido en la industria sin su fe: “Sin la práctica del budismo podría haber descarrilado fácilmente. Pero he cambiado la narrativa en mi cabeza y ahora siento que puedo ser el maquinista de mi propio tren”. Nombrado embajador de buena voluntad de Unicef en 2014, el pasado mes de marzo viajó hasta Ucrania para visitar un centro de acogida para niños refugiados y reunirse con el presidente del país, Volodímir Zelenski, donde abordaron diferentes proyectos de ayuda humanitaria destinados a los intereses de la infancia. En el encuentro, compartió con el mandatario una nota escrita por su mentor budista: “Su victoria sería la victoria del humanismo, su derrota la derrota de la esperanza. Así, debes ganar”.
Más allá de protagonizar un puñado de películas de acción con aspiración a amenizar la sobremesa televisiva, su trabajo más reciente es su papel protagonista en la serie fantástica Carnival Row. Cancelada tras la segunda temporada, estrenada hace solo unos meses en Prime Video, la ficción ha pasado sin pena ni gloria por la parrilla seriéfila y evidencia las dificultades que tienen muchos de los grandes iconos de la meca del cine para encontrar acomodo fuera de las franquicias millonarias de acción que los concibieron. La propia revista Forbes denominó a Bloom la “primera estrella de cine moderna” por su capacidad para valer su peso en oro en el personaje que le hizo famoso, pero ser comercialmente inservible en casi cualquier otro trabajo, y sugería también nombres como los de Chris Hemsworth o Chris Evans como potenciales víctimas de este síndrome. Con una fortuna estimada en 40 millones de euros, varios papeles para el recuerdo, una relación estable y dos hijos, no parece que su caída del olimpo hollywoodiense vaya a quitarle el sueño a Orlando Bloom. Él ya lo avisó: “Veo mi carrera como una maratón, no como un sprint”.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.