Luz de agosto
Durante este mes, España se ve más que nunca como un país con dos temperaturas, la España ‘Cool’ y la España ‘Hot’. Siempre con la cultura megalítica cerca, pero donde el precio del pescado en Galicia es igual al de la pizza en Ibiza
Madame Loles León celebró su 73 cumpleaños este primer martes de agosto. Con más o menos puntualidad, congregó a sus mejores amigos y compañeros de profesión, sumando así varias generaciones a su alrededor. A todos regaló su rejuvenecedor mensaje de mantenerse alerta, curioso y con propósitos. Y con muchas ganas. Ataviada de Loles Cumpleañera, vestido negro ajustado, cabello ondulado y rubio, León recibía cerca del photocall donde se leía en grandes letras: Loles León, 73 Aniversario. “Es como la celebración de un brandy. O de una Mutua”, le dije y reiteré cada vez que me sumaba a los diversos bodegones como bautiza la revista ¡HOLA! a este tipo de fotos en grupo, a los que se incorporaban Bibiana Fernández, Rossy de Palma, Mariola Fuentes, Miren Ibarguren, Fernando Tejero, María Barranco, Yael Barnatan, Gonzalo Miró y Madame Julieta Serrano, acompañada de vítores. “Con sus 90 años y aquí está”.
La fiesta fue larga. Y nos dio tiempo para asistir al maravilloso momento en que Rossy de Palma, de manera improvisada, posó sobre la rejilla de ventilación de la calle Luchana, emulando el mítico momento de Marilyn Monroe en La tentación vive arriba, pero en plan mediterráneo. El instante capturado en los Instagram de los invitados es tan icónico como la secuencia en La ley del deseo en la que Carmen Maura pide un manguerazo municipal mientras camina en la tórrida noche madrileña.
Al día siguiente regresamos a Ibiza a nuestro encuentro anual con La Calita, como algunos privilegiados nos referimos a la idílica casa de Carles Sans y María Antonia en la isla. Mi marido ideal y yo llevamos años plantados en la política de aceptar esta invitación por solo 48 horas “porque a la hora 49 perdemos el encanto como invitados”. Este año lo hemos extendido a 73 horas en homenaje al cumpleaños de León. Con lo cual, esta columna se redacta dentro de esa invitación. Y, además, durante un típico momento de dilema en el que hay que decidir si se ordena una paella o se sale a comer a un nuevo restaurante. Un debate casi tan complicado como el de formar gobierno, pese a lo familiar y reiterado de su existencia en nuestros veranos. María Antonia, que es una de las más sólidas y reconocidas líderes sociales de Barcelona y la isla pitiusa (tradicional punto de convergencia de las vidas sociales de Madrid y Barcelona), propone un referéndum entre sus invitados y su pareja. Mi marido ideal, Rubén, nos regala su silencio (que para él es un método de transmisión telepática). Como creo entender lo que piensa tras años de convivencia, manifiesto que preferimos la paella en casa. Carles entonces anuncia que la misma será de verduras, algo con lo que no contábamos ninguno de los presentes.
Cuando descansamos en La Calita, la mente y los músculos no se relajan del todo, pero se destensan. Echamos en falta otro tema para un artículo: el choque de temperaturas que definen a España. El domingo pasado recorríamos las frondosas orillas del río Sar en Santiago de Compostela a 24 grados y nos bañamos en la ría de Noia como peces suculentos en aguas que no superaban los 17. Nuestros amigos, los señores Panero (que nos cuidan como ángeles), nos ofrecieron paseos por esa ría y por ese clima que incluye otra luz de agosto y cultura megalítica. Con ellos llegamos al imponente Dolmén de Axeitos. En Ibiza descubrimos otro dolmen en el centro de una rotonda cerca de la playa de Embossa donde el agua nunca baja de los 28 grados. Bajo la luz de agosto, España se ve más que nunca como un país con dos temperaturas, la España Cool y la España Hot. Siempre con la cultura megalítica cerca, pero donde el precio del pescado en Galicia es igual al de la pizza en Ibiza.
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