Ágatha Ruiz de la Prada: “Muchos de los que no me dejaban hablar han acabado en la cárcel”
La diseñadora, Premio Nacional de Diseño y Medalla de Oro al Mérito de las Bellas Artes, ha escrito unas memorias explosivas que van por la cuarta edición. Aquí, solo algunas de las perlas que se pueden encontrar en su interior
“Niña firme, niña fija, niña insistente […] Tiene veintitantos años y un padre con la mejor colección de pintura de España”, escribió Francisco Umbral de Ágatha Ruiz de la Prada en EL PAÍS hace 40 años. Ahora, sentada en el centro de su taller, donde se trabaja frenéticamente en su próximo desfile de la Mercedes-Benz Fashion Week Madrid, la marquesa de Castelldosríus, Baronesa de Santa Pau, grande de España, Premio Nacional de Diseño y Medalla de Oro al Mérito de las Bellas Artes, recuerda que esa colección que mencionaba Umbral la acabó comprando Jesús de Polanco. Tras 30 años unida a Pedro J. Ramírez, acaba de lanzar unas memorias que van por la cuarta edición. En Mi historia (La esfera de los libros), la diseñadora no se calla nada. Y en esta conversación, tampoco.
Pregunta. Me cuesta creerlo cuando dice que en realidad no le gusta el periodismo…
Respuesta. El innom [así se refiere a su exmarido, Pedro J. Ramírez] siempre decía que el periodismo es la mejor profesión del mundo, cuando a mí me parece mucho más importante ser un médico impresionante, Norman Foster, Jeff Koons o Rafael Nadal, que criticar a todos ellos. Ese criticar por criticar me pone un poquito nerviosa. Yo antes de conocerlo a él ya había tenido una página entera en The New York Times y había salido en muchos medios influyentes. Leo muchos periódicos cada día y cuando hay una noticia importante miro a ver cómo la toca cada cabecera. Pero también te digo que ha habido muy mala educación entre los periodistas. Yo, que he organizado mil cenas, comidas y de todo en mi casa, sé que es excepcional que un periodista tenga un detalle y traiga algo, por ejemplo una botella de vino. También es verdad que muchos no tenían dinero…
P. Pero estamos hablando aquí de periodistas muy poderosos…
R. Es cierto que los que yo conocí no solo querían contar cosas, sino influir. Y ya influían a capón, de una forma hasta violenta. Ha habido una toma del poder por parte de muchos periodistas que era para decirles: “Oye, tú, si quieres ser político, preséntate”.
P. ¿Usted nunca ha intentado influir a capón?
R. Yo no considero que me tenga que meter en el trabajo de ningún periodista y, por supuesto, no cambio ni una coma. Yo corrijo, eso sí, porque tengo mucha costumbre y por eso he editado el libro con tanta facilidad, porque he corregido textos durante 30 años. Pero si ganaba Rajoy o no, me daba igual. Esa rabia, esa insistencia, me resultaba muy cansina.
P. ¿Y ningún periodista llegó a interesarle ni lo más mínimo?
R. Umbral ha sido muy guay. Yo he leído a los que escriben bien. Es una gozada leer a alguien que escribe bien.
P. ¿Ve muy cambiado el periodismo con respecto a cuando empezó?
R. Cuando yo empecé, con La Movida, a Madrid vinieron todos los grandes periodistas del mundo. Me acuerdo que los de la CBS estuvieron dos meses y medio en el hotel Palace. Eran un equipo de ocho o nueve personas, con furgonetas, chófer y con de todo: desayuno, comidas, meriendas… Había dinero para escribir. Todo ha cambiado mucho. Antes sabíamos que mandaban Polanco, Botín, Isidoro [Álvarez] y el Rey. Pero cuando fueron muriendo los primeros y abdicó el último pensé, ¿ahora quién manda en España?
P. Y ahora, ¿quién manda en España?
R. ¡Pues no lo sé! [risas]
P. Cuenta en el libro que organizaba cenas que parecían consejos de ministros y que eran un entorno muy macho. Cuando mira atrás, ¿piensa, “qué poco hablé”?
R. Es que no me dejaban hablar. Tú sabes cuando no te dejan decir y no te miran y no te escuchan. Había tanta tensión, que ellos iban a lo suyo. Lo asumía porque era así. Luego mucha gente de esa que he conocido ha acabado en la cárcel.
P. Menciona que ya más tarde entraron María Teresa Fernández de la Vega o Ana Patricia Botín, ¿ellas tampoco la dejaban hablar?
R. María Teresa es una tía sensible y sí está pendiente de ti, no sé si por ser mujer o por qué. Sabe quién eres tú y te ve. Ana Patricia es distinta: una de las cosas que más le divierte de su trabajo es el poder y el trato con el poder, que lo borda. No solamente a nivel nacional, sino a nivel mundial. Ella tiene su casa y su vida y su todo y un marido simpatiquísimo y adorable puestos al servicio de la ambición, no suya, sino del banco. Es como una jefa de relaciones institucionales.
P. Insiste mucho en el libro en lo importante que es la labor de relaciones públicas. ¿Se ha perdido eso?
R. Cuando empecé, debajo de mi estudio de Marqués de Riscal había un banco. Bajaba a ingresar los cheques y conocía al director del banco y a los ocho empleados. Luego me regalaba unas cajas de vino en Navidades. Sabía cuál era mi moto, mi coche, mis hermanas, todo. Eso, al margen de que yo conocía a todos los presidentes de bancos: a Ybarra, a Botín, a Fainé… Ahora hay una deshumanización total. En cuanto tienes un amigo en una sucursal te lo alejan. No quieren.
P. En una ocasión le preguntó al padre de sus hijos qué haría si tuviese mucho, mucho, mucho dinero. ¿Qué haría usted?
R. Lo primero que le apetece a un rico, si es riquísimo, es un barco. Si es cultivado y rico, pues unos cuadros. Y hay gente a la que le gustan muchísimo las joyas. A mí no. Yo nunca he sido pija. El lujo me parece tener amigos, tener perros, bañarse en el Mediterráneo, haber comido en los sitios más espectaculares, conocer gente inteligente, saber de música. Me parece un lujo que ayer me invitara Antonio Banderas a ver su obra de teatro y me colocara en el mejor sitio. Pero ponerme 40 marcas encima, no. Una vez, una señora muy importante y muy generosa de España me regaló una maletita de Vuitton y yo la maleta no la saqué nunca porque digo, ¿dónde voy yo con una maleta Vuitton? Siempre he sido muy respetuosa con no ofender. Esa gente que anda por ahí con bolsos de 25.000 euros… eso sí que es una horterada. Porque es que también hay que saber ser rico. Y yo me he dado cuenta de que hay mucha gente que no sabe. El innom quería tener un periódico, que es lo que se acabó comprando.
Hay que saber ser rico. Y yo me he dado cuenta de que hay mucha gente que no sabe.Ágatha Ruiz de la Prada
P. ¿Empresarialmente está en el lugar donde se imaginó que estaría a su edad?
R. Hombre, me gustaría estar donde Miuccia Prada, no sé cómo decirte…
P. ¿Y por qué no ha pasado?
R. No lo habré hecho lo suficientemente bien. En España muy poca gente lo ha hecho bien de verdad. Bueno, y que Miuccia es listísima y se ha casado con un hombre listísimo y la industria italiana es espectacular.
P. Si no hubiera estado en pareja 30 años con Pedro J. Ramírez, ¿le hubiera ido mejor?
R. Habría salido más veces en EL PAÍS, eso seguro.
P. Una familiar suya, la marquesa de Sert, le dijo que solo le gustaban los canallas. ¿Es verdad?
R. Mi mayor influencia sentimental fue mi padre, el tío con el mejor gusto de España, un arquitecto increíble. Mi casa era tan maravillosa que yo iba por Madrid y todo me parecía una mierda comparado con mi casa. La diferencia intelectual era bestial. En cambio, como padre era un desastre. Había un desinterés total por sus hijos. Su interés eran las tías, las tías, las tías. Y yo creo que de ahí viene esa cosa mía que me ha llevado a repetir ese patrón de seductores.
P. Pero dice usted de su padre que era culto, sofisticado, “lo más pijo del mundo”. Sus parejas nunca han sido así…
R. Bueno, el innom era un tío muy interesante. Cuando yo lo conocí era infinitamente menos culto, leía libros de Salvat coleccionables, pero era un tío muy listo. Y la vida con él era interesante porque tenías acceso a todo tipo de gente.
P. Cuando habla de sus hermanas cuenta que les buscaba novio porque “ese es un problema que hay que tener resuelto”.
R. Es un problema que hay que tener resuelto porque estás más tranquila y te centras en trabajar.
P. Pero con lo feminista que es usted, ¿cómo depende tanto de una pareja?
R. ¡Ya lo sé! [risas] Yo estoy deseando que se me pase. Mis amigas me han dicho todas que llega un momento que se te pasa.
P. Supongo que es síntoma de vitalidad…
R. Yo creo que tiene mucho que ver con el divorcio.
P. Explíqueme eso.
R. Por ejemplo, si tú te quedas viuda, es todo más natural. Pero cuando te pasa una cosa así, piensas: “Pues ahora te vas a enterar” y entonces te metes en una movida a toda velocidad.
P. Dice usted que el ¡Hola! es el BOE de los solteros.
R. Sí, algunos tíos van a mirar ahí quién está disponible. Yo ya llegué a la conclusión de que, por lo menos en España, estar divorciada te da mucho caché.
P. Cuenta que cuando fue el escándalo de la cinta de vídeo vendió más que en toda su vida. ¿Afectan ahora a sus ventas sus vaivenes sentimentales?
R. Eso fue cuando le dije que lo iba a apoyar, pero que me iba a París. A él le pareció muy bien. Eso multiplicó mis ventas por 100. Y no sé bien por qué, porque cuando Hillary perdonó a Bill Clinton por lo de Lewinsky, en la misma época, muchísimas mujeres la criticaron muchísimo por haber perdonado. A mí siempre me ha parecido una tía espectacular.
P. Siempre ha estado a favor del aborto y dice que le da rabia no haberse expresado más en ese sentido cuando pudo. Ya que estamos aquí…
R. Siempre me pareció un avance enorme para la mujer, como la píldora, como la libertad sexual. El día que yo tuve un problema, no necesité decírselo a nadie. En ese momento yo era más fuerte intelectualmente que mi madre. Me espabilé yo solita.
Solamente hay una persona a la que he bloqueado el teléfono porque después de leer el libro me escribía para llamarme asesinaÁgatha Ruiz de la Prada
P. ¿No le choca el retroceso que estamos viviendo con eso?
R. Es de una gilipollez impresionante. Y luego yo sé de gente que ha abortado y está en contra del aborto. Pero intento no discutir mucho sobre ese tema porque la discusión se vuelve muy desagradable. Solamente hay una persona a la que he bloqueado el teléfono porque después de leer el libro me escribía para llamarme asesina.
P. ¿Qué es un facha hoy en día para usted?
R. Pues un tío que esté en contra del aborto es un facha, la verdad.
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