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J. R. Moehringer, el escritor fantasma de Enrique de Inglaterra, experto en explorar las tensas relaciones entre padres e hijos

El premio Pulitzer de periodismo del año 2000 también firmó las celebradas memorias del tenista Andre Agassi. Entre los temas centrales de su obra se encuentran los traumas de la infancia o la transformación de un niño en un hombre

El escritor y periodista J.R Moehringer en Mantua, Italia, en septiembre de 2013.
El escritor y periodista J.R Moehringer en Mantua, Italia, en septiembre de 2013.Leonardo Cendamo (Getty Images)

El periodista y escritor J. R. Moehringer (Nueva York, 58 años) comenzó escribiendo su propia historia antes de escribir las historias de otros. Fue en el año 2005 cuando publicó El bar de las grandes esperanzas, una novela autobiográfica donde relataba su infancia, marcada por la ausencia de su padre, y su búsqueda constante de un sustituto. “Hombres. Sobre todo hombres. Los necesitaba para que me sirvieran de mentores, de héroes, de modelos a seguir”. El pequeño Moehringer no encontró un padre, sino un bar, el de su tío materno Charlie. Y, dentro, a un buen puñado de parroquianos. Hombres de su tiempo, incapaces de mostrar sus miedos y pesares, sus sentimientos o sus emociones, salvo cuando cruzaban la puerta del Dickens y pedían un trago: “Entre hombres, aquellas cosas solo podían decirse en un bar”. En su particular escuela de la vida, J.R. Moehringer se convirtió en el hombre que hoy es por imitación y observación: “Era un maestro en el ‘robo de identidad’ cuando ese delito era más benigno”, escribiría, “el bar fomentó en mí el hábito de convertir a cada persona que se cruzó en mi camino en un mentor o en un personaje”. También en ese bar encontraría el germen de su vocación literaria y algunos de los temas centrales de su obra: la tensa relación entre padres e hijos, los traumas de la infancia o la transformación de niño a hombre.

El nombre de J. R. Moehringer no aparece en la portada de Spare (en español, En la sombra), las esperadas memorias del príncipe Enrique de Inglaterra que se publican este martes 10 de enero en todo el mundo, pese a ser el autor de las mismas. Tampoco firmaría en la cubierta de Open. Mi historia, la celebrada biografía del tenista Andre Agassi publicada en el año 2014 y que le generaría aún más reconocimiento que su premio Pulitzer de periodismo recibido en el año 2000. Moehringer tampoco escribiría su nombre en la solapa de Nunca Pares, la biografía del fundador de Nike, Phil Knight, publicada en 2018. “La matrona nunca se va a casa con el bebé”, dijo el escritor al ser interrogado sobre la cuestión con motivo del lanzamiento de Open: “Son las memorias de Andre, no nuestras memorias. Es su logro”. “A él le pareció que solo un nombre podía figurar en la cubierta”, contaría el propio Agassi en sus agradecimientos. Pero a Moehringer no le hace falta firmar nada para seguir amasando prestigio y fortuna: a raíz de la exitosa biografía del tenista, su nombre es sinónimo del buen hacer en el oficio de los antaño denostados escritores fantasma. Tanto es así, que a día de hoy es uno de los más cotizados del sector: de los 40 millones de libras que el príncipe Enrique habría firmado a cambio de cuatro libros con la editorial Penguin Random House, el escritor fantasma habría ganado una suma de siete cifras.

“Es medio psiquiatra”, diría de él el fundador de Nike. “Consigue que digas cosas que realmente no pensabas que dirías”. Moehringer tiene fama de volcarse en sus proyectos y de trabajar intensamente el tiempo que sea necesario. Para escribir las memorias de Andre Agassi, se mudó durante dos años a Las Vegas, donde vivía el tenista. Agassi compró una casa a pocos kilómetros de la suya, que Moehringer ocupó mientras trabajaba en el libro. Todo lo que el escritor pidió fue una mesa larga donde pudiera colocar las escenas de la vida de Agassi que iría componiendo durante el proceso. “Lo primero que hicimos fue tener una conversación larga sobre su vida”, dijo Moehringer sobre el proceso de escritura: “Funcionó como una terapia. Me senté en una silla de respaldo recto y Andre se sentó en un sofá. Yo tenía una libreta y él se abrió, y juntos encontramos patrones y temas en su vida”, relató Moehringer, quien leyó a Freud y a Jung durante el periodo para poder analizar mejor al personaje. Al finalizar, contaba con 250 horas de grabación y más de 1.200 páginas transcritas.

El príncipe Enrique y su padre, el rey Carlos, en un evento en el Hospital de Chelsea, en Londres, en el año 2015. La compleja relación entre padres e hijos es uno de los temas centrales de la obra de J. R. Moehringer, un tema de interés en la biografía de Enrique.
El príncipe Enrique y su padre, el rey Carlos, en un evento en el Hospital de Chelsea, en Londres, en el año 2015. La compleja relación entre padres e hijos es uno de los temas centrales de la obra de J. R. Moehringer, un tema de interés en la biografía de Enrique.Max Mumby/Indigo (Getty Images)

Open. Mi historia cambió las reglas del juego, considerándose el gran modelo de autobiografía, por su excavación en profundidad de una vida que, en apariencia, estaba a la vista de todos. En ella vuelven a confluir los temas centrales de la obra de Moehringer: un padre violento, obsesionado por convertir a su hijo en un campeón del tenis, un niño que odia el deporte que le convertiría en estrella, una estrella que no es más que un hombre temeroso (de ganar, de perder, de continuar o de dejarlo). No es de extrañar que las similitudes entre una vida y otra llevasen a Agassi a escoger a Moehringer, de quien llegó a decir que eran “como hermanos de distinta madre”.

Dicen que fue el director y actor George Clooney quien le presentó al príncipe Enrique —Clooney llevó al cine El bar de las grandes esperanzas en el año 2022, protagonizada por Ben Affleck—, pero el duque de Sussex podría haber elegido al escritor por su currículum y por los paralelismos entre ambas vidas: ambos son hijos de matrimonios infelices, con infancias marcadas por la tragedia (en el caso de Moehringer, por el abandono del padre y, en el de Enrique, por la muerte de la madre). Moehringer confesó en una entrevista en EL PAÍS en 2015 que lo que tuvo en común con Agassi en un principio fue que él detestaba escribir y Agassi detestaba el tenis, a ambos se les podría unir Enrique, quien ha dejado claro que no era feliz con su papel dentro de una institución como la monarquía británica. Y luego está la figura del padre (ausente, en el caso de Moehringer, distante y frío, en el caso de Enrique) y la búsqueda del propio camino. Es como si Enrique hubiese escogido al autor por su propia historia y por la historia que ya ha contado, con mucho acierto, tantas otras veces. También, claro está, por el prestigio de ser contado por Moehringer y no por cualquier otro escritor fantasma.

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