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El valor de la experiencia

Personas y pensamientos como los del arquitecto Oscar Tusquets hacen posible que la realidad nos agobie menos con su violencia y mediocridad

Boris Izaguirre
Óscar Tusquets
Oscar Tusquets, arquitecto, diseñador, pintor y escritor, en Villa Andrea (Barcelona), en noviembre de 2019.©Consuelo Bautista

La tarde que los Rolling Stones, los tres que quedan, actuaron en Madrid por su gira Sixty, el arquitecto Oscar Tusquets y yo charlábamos sobre su libro Sin figuración, poca diversión: y otras certezas. Dejándonos llevar por la lista de temas que conforman el volumen, reflexiones divertidísimas, certeras o caprichosas sobre grandes y pequeños temas de nuestro entorno estético. El libro de Tusquets se lee de la misma manera. No tuvimos 45.000 espectadores, como los Rolling, pero sí 45 minutos de algo inaudito y maravilloso. Un coloquio que viajaba de la intelectualidad al marujeo sin perder interés y fascinación.

Nos reímos y lo harán también sus lectores. Personas y pensamientos como los de Tusquets hacen posible que la realidad nos agobie menos con su violencia y mediocridad. Eso lo diferencia de los influencers actuales que esta semana parecen haberse convertido en piedras rodantes. Empezando por la boda de Marta Lozano y su novio en ¡Hola!, donde nos informan que, tras su enlace, la influencer vio aumentar su número de seguidores de forma arrolladora y que a la mañana siguiente “superó el millón de fans”. O sea, un éxito inapelable para la novia y su iniciativa, que ratifica la importancia de una boda para incrementar likes y seguidores. Lozano pertenece a una generación que todo lo vive como “experiencia” y no existe experiencia más influencer que poder monetizar el ¡sí, quiero! Ella misma asegura que una fan le confirmó que su enlace la había “conmocionado”. “Es muy fuerte”, sintetizó Marta.

El verano se anuncia fuerte, fiestero, desbordado. Eugenia Martínez de Irujo invitó al jardín del palacio de Liria, hogar familiar, para presentar su colección de vajillas. En una pérgola con forma de galería cubierta por parras el sol de mayo mezcló luz y sombra con aristocracia, amigos y nuevas generaciones. Los sobrinos de Eugenia, hijos del duque de Alba, coincidieron junto a sus esposas con las hijas de Antonio Carmona y de Victoria Martín Berrocal mientras la propia Eugenia y Rossy de Palma bailaban La vie en rose por bulerías. Las influencers no se apartaban de sus móviles para inmortalizar la experiencia. Nunca termino de saber cuándo es inmortal ese momento: el que grabas o el que te pierdes mientras grabas y reenvías.

La charla, o experiencia, con Oscar me permitió revalidar mi admiración por los arquitectos de su generación. Nos conocimos hace una década, en Barcelona, junto a Eduardo Mendoza y Juli Capella, santo protector de los grandes inventos domésticos del diseño catalán, precisamente en otra charla desestructurada que organizó para desacralizar y desentumecer los foros del Colegio de Arquitectos barcelonés. Fue un coloquio avispado y alborotado, ideas que iban y venían en todas direcciones y desde cualquier ángulo, que me hizo muy feliz porque me recordó las fiestas en casa de mis padres con sus amigos “intelectuales”, disparando titulares sobre la actualidad y la banalidad, ansiosos y brillantes, que hacían germinar en mí la forma en que quería pensar y el estilo en que deseaba expresarlo.

Esos agitados sesenta años de carrera de los Rolling coinciden con el 60º aniversario de la comercialización de la benzodiazepina, es decir, el Valium. El medicamento estrella contra la ansiedad al que tantas mujeres, arquitectos y roqueros han recurrido, incluso Isabel II lo habrá necesitado en alguna ocasión para sobreponerse a los 70 años de reinado cotidiano. Sí, Valium estaba pensado para aliviar el peso de la vida diaria, en una casa, en un palacio o en una roulotte. Mientras unos diseñaban nuevos edificios y nuevos electrodomésticos, en los laboratorios Roche se diseñaba el fármaco necesario para poder sobrellevarlos. Y así, rodando, rodando, las tres carreras llegaron de forma simultánea a lo más alto del reconocimiento popular. Isabel II, The Rolling Stones y Valium se convirtieron en superventas. Y se mantienen.

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