Máxima Zorreguieta, una reina en horas bajas
Con motivo de su 50º cumpleaños, tres libros analizan el camino hasta convertirse en esposa de Guillermo de Orange
Una foto de su álbum personal, tomada en 1999, cuando la joven argentina Máxima Zorreguieta acababa de conocer al príncipe Guillermo de Orange, figura entre los sellos postales que conmemoran el 50 cumpleaños de la esposa del soberano holandés. Máxima los cumple el próximo 17 de mayo, y llega como esposa, madre de tres hijas, las princesas Amalia, Alexia y Ariane, y con una labor profesional en el terreno del desarrollo económico desplegada gracias a su margen de maniobra en el seno de la Casa Real. Lo hace también con la primera bajada de popularidad desde la entronización de su esposo, en 2013, debido en gran parte a sus vacaciones durante la pandemia. Si bien Máxima es consorte real desde hace casi una década, su álbum de fotos se ha llenado de momentos inesperados desde su boda, celebrada en 2002 en Ámsterdam. Un acontecimiento que introdujo en el mundo de la realeza europea a una joven nacida en Buenos Aires en una familia de clase media a 12.000 kilómetros de su tierra de adopción.
Desde el momento en que Máxima se expresó en holandés en 2001, durante la entrevista televisiva que la presentaba como la prometida del entonces príncipe Guillermo, su popularidad empezó a subir. La pareja había superado el rechazo inicial del Parlamento a que la casa real se relacionara con alguien como su progenitor, Jorge Zorreguieta, que fue secretario de Agricultura (1976 y 1981) durante el periodo de gobierno del dictador Jorge Rafael Videla. Como los vínculos políticos del padre no se tradujeron en causas judiciales, y la investigación llevada a cabo por encargo del Gobierno holandés concluyó “que no estuvo involucrado en la represión, aunque es probable que estuviera informado de las violaciones de los derechos humanos”, la pareja siguió adelante. Sin embargo, los padres de Máxima fueron obligados a ausentarse de la boda, y ella fue entonces una novia huérfana que lloró sin perder la compostura durante la ceremonia. Ahí se ganó de golpe el favor de sus nuevos compatriotas, que no reprocharon a la hija los posibles errores paternos. Con el paso del tiempo, su popularidad como princesa no hizo más que aumentar, hecho aplaudido por su marido.
Como reina consorte ha sucedido lo mismo, hasta que una aparente falta de empatía hacia sus conciudadanos durante la pandemia lo ha revuelto todo. Fue en octubre pasado, cuando el Gobierno holandés había decretado un confinamiento parcial para frenar los contagios, y a pesar de ello Guillermo, Máxima y sus tres hijas viajaron a su villa de veraneo de Kranidi, en la península del Peloponeso. Técnicamente podían salir porque Grecia estaba abierta al turismo, pero la salida suscitó tal rechazo que regresaron precipitadamente y tuvieron que pedir disculpas. Luego se supo que pensaban pasar la Navidad en Argentina, viaje que anularon. Seis meses después, los efectos de ese error de juicio se ha podido comprobar en los resultados de la encuesta publicada el 27 de abril, Día del Rey por ser también el cumpleaños de Guillermo (54). El sondeo ha reflejado esta vez un descenso notable de la aprobación ciudadana hacia Máxima, que ha pasado de un 83% a un 68%. Que cuatro de cada diez del millar de encuestados creyera que la pareja real “no sabe bien lo que ocurre en la sociedad durante la pandemia”, fue también un golpe inesperado. Tras las disculpas personales de octubre, no ha habido más declaraciones y la pareja real ha seguido su trabajo poniendo la mejor cara posible.
Con motivo del 50 aniversario de Máxima se ha publicado sendas biografías en Países Bajos y otra más en Argentina. La economista y periodista holandesa Marcia Luyten firma la primera, en dos volúmenes, de los cuales ha aparecido ya el primero. Se titulan, respectivamente, Moederland y Vaderland (patria, en ambos casos, referida aquí a Argentina y Países Bajos) y la autora resalta la importancia de los amigos para Máxima y su confianza en sí misma. “Como consorte, Máxima está en una posición difícil, y sus predecesores, los príncipes Hendrik, Bernardo Y Claus [bisabuelo, abuelo y padre del rey Guillermo] tuvieron sus propios problemas con las barreras impuestas. Ella cumple su tarea con soltura, con una naturalidad persuasiva”. Los libros reflejan a su vez su vida en Argentina y la relevancia actual de la monarquía, “en un momento en que la democracia liberal se enfrenta al reto del populismo y el nacionalismo”
Máxima, la construcción de una reina (Plaza y Janés) es la biografía firmada por los argentinos Paula Galloni y Rodolfo Vera Calderón. Promete rigurosidad periodística “y jugosos testimonios sobre el recorrido de una jovencita criada para cumplir el mandato que inició su padre y para el que fue educada: escalar hasta lo más alto posible”. La otra biografía en holandés es del periodista Rick Evers. Titulada Máxima, Meer dan Majesteit (Máxima, más que majestad), retrata un año de trabajo de la reina, y las organizaciones con las que opera, incluida Naciones Unidas.
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