Gjon’s Tears, el hombre que pone música al documental de Rocío Carrasco
El joven de 22 años, de padres albanokosovares, era un desconocido hace solo unos días, pese a que el tema que acompaña a la docuserie es el elegido por Suiza para el festival de Eurovisión
Al aterrizar en Madrid un domingo de marzo por la tarde, con la ciudad a medio gas por la pandemia, Gjon Muharremaj, 22 años, podría haber parecido uno de esos jóvenes franceses que vienen a beberse las calles de la capital. Nada más lejos de lo que le esperaba al joven en la ciudad, en las menos de 24 horas que pasó en ella. Sí, Muharremaj tiene ese acento cantarín, pero su vida es muy distinta, alejada del jolgorio y la fiesta. Él es músico y venía para actuar como único invitado en un programa en el que no era protagonista pero que, probablemente y sin él saberlo, le iba a dar una fama que puede tener consecuencias casi inmediatas en su carrera.
Horas después de su aterrizaje en Barajas, Muharremaj cruzaba los pasillos de Mediaset para sentarse al piano en un plató entonces vacío e interpretar su tema Tout l’univers frente al público congregado ante la pantalla: más de 3,7 millones de espectadores. Él fue el encargado de arrancar el programa documental Rocío, contar la verdad para seguir viva, en el que después de 20 años de silencio Rocío Carrasco, Rociíto, hija de Rocío Jurado y Pedro Carrasco, daba su versión sobre el drama familiar en el que vive inmersa.
Y entre todo ese ruido mediático, la melodía de Muharremaj acompañó las palabras de Carrasco y dejó su eco en los espectadores. No será la última vez que la oigan. Porque el joven, de nombre artístico Gjon’s Tears (Lágrimas de Gjon), es el representante de Suiza, su país de nacimiento y el mismo que acogió a sus padres tras marcharse de Albania, en el próximo festival de Eurovisión. Y en él interpretará este tema, Tout l’univers.
La historia de Gjon en Suiza es similar a la de Blas Cantó en España: ambos fueron elegidos de forma popular para representar a sus países en el festival de la canción de 2020, que la pandemia se llevó por delante. Y ambos fueron la opción segura de sus televisiones nacionales para la siguiente edición, que también se celebrará en Róterdam, como estaba prevista la anterior. Si Cantó cambió su Perdóname por Universo, Gjon parte de una posición todavía mejor, porque el año pasado su canción —entonces Répondez-moi, Respóndeme— era clara favorita, algo que le sitúa en un lugar de partida destacado para los eurofans este 2021.
Aunque nacido en la popular localidad quesera de Gruyère, considerado uno de los pueblos más hermosos de Suiza, Gjon Muharremaj tiene sus orígenes más lejos. Su padre es kosovar y su madre, albanesa. Su familia siempre ha sido consciente de su amor por la música, una pasión que desarrolla desde niño. De hecho, de ahí viene su nombre: le tocó a su abuelo una versión de Can’t Help Falling in Love, la balada popularizada por Elvis Presley, y el hombre lloró frente a él. El niño pensó que tenía una especie de superpoder e incorporó esas lágrimas, tears en inglés, a su nombre artístico.
Ha contado que los orígenes no son algo que defina a las personas, no para él, que mantiene fuertes lazos con su tierra natal, y ha participado en diversos concursos de televisión allí (como en la primera edición de Albania’s Got Talent, en 2011 y con solo 13 años), pero también en Suiza, en otro Got Talent, y en Francia. De hecho, en 2019 quedó semifinalista de la versión gala de La Voz, formando parte del equipo del cantante israelí Mika, que le eligió por sus interpretaciones de Elton John, Bowie o George Michael.
Además de tener una banda, Gjon’s Tears & The Weeping Willows, ya en 2019 sacó su primera canción en solitario, Babi, una intensa balada en inglés —con los coros en albanés— que llegó a ser número uno en las listas de Albania. A esta le han seguido la estela Répondez-moi y ahora Tout l’universe. Las dos son muy populares en su Suiza natal y en Francia. El videoclip de la primera logró más de tres millones de visualizaciones y el de la segunda lo ha superado: el tema se estrenó el 10 de marzo y en poco más de dos semanas solo el videoclip principal lleva 1.600.000 reproducciones (aunque hay otros que acumulan 400.000 y 100.000 visitas).
Este segundo intento eurovisivo ha sacado a relucir también su faceta como compositor. Para crear este Tout l’univers que le está dando fama en Europa, acudió a un campamento de compositores, y creó 20 canciones en mes y medio. Como explicó la televisión suiza SRF, un panel de 100 personas y de 20 expertos eligió sus favoritas y dio su opinión sobre cómo mejorarlas, después se incorporaron esos cambios, se grabaron vídeos (para ver su voz en directo) y se volvieron a mandar al jurado. El joven contó que buscó una canción con mensaje y que se entendiera de manera universal. “Debía encontrar productores, compositores y autores para el festival, pero para mí lo más importante era lograr dar con la canción más hermosa que fuera capaz de escribir”, explicaba en la SRF.
Para él fue “raro” pasar por tantos filtros, porque normalmente le enseña sus temas a su “círculo próximo, la familia”, y esas opiniones le eran ajenas y extrañas. Pero eso le ayuda a empezar a hacerse a todo lo que pueda escuchar el próximo mayo en Róterdam, donde primero tendrá que superar las semifinales para poder llegar a la gran final del día 22. Hacía 10 años que Suiza no acudía con un tema en francés al concurso, donde ha participado desde el principio, excepto en cuatro ocasiones. De hecho, lo acogió en su primera edición, y lo ganó con la también melódica Refrain, de Lys Assia. Tardó 32 años en obtener otro triunfo: en Dublín, con Céline Dion y Ne partez pas sans moi, en 1988. Quizá hayan tenido que pasar otros 33 para que el chico suizo de las lágrimas las derrame, como su abuelo, de felicidad.
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