Paris Hilton, insomnio, traumas y la incapacidad de cambiar por amor al dinero
YouTube estrena este lunes el documental ‘This is Paris’, un retrato con impactantes revelaciones de la millonaria heredera, pionera entre las ‘influencers’ e icono de la superficialidad
La romántica canción Just Like Honey del grupo Jesus and Mary Chain sirve de arranque para This is Paris, el documental protagonizado por Paris Hilton que estrena este lunes en exclusiva YouTube Premium. Esa escena no podía ser otra que el ritual matutino de belleza de la mujer que inventó el ser famosa por el simple hecho de serlo. La creadora de los selfis, la primera influencer, maestra de Kim Kardashian y uno de los personajes más vapuleados por la prensa. La heredera del imperio hotelero que lleva su apellido ha tenido que retrasar unos meses el estreno de la cinta por la pandemia del coronavirus. Un proyecto en el que se embarcó al darse cuenta de que llevaba demasiados años “interpretando a un personaje”, hasta el punto de que ya era incapaz de ser ella misma. “Al empezar el rodaje vi que ya no reconocía a esa chica. Hay algo terrorífico que arrastro desde mi infancia y por lo que sigo traumatizada y nunca he hablado de ello. Tenía que hacer algo al respecto”, anuncia al principio. Lo cumple a medias. Durante el resto de este docu-reality ella se empeña en parecer una persona normal, sin demasiado éxito en lo referente a su estilo de vida como multimillonaria, pero sí al mostrar su vulnerabilidad, incluyendo escenas como la violenta ruptura con su último novio. Ojo, porque van spoilers.
Varias fotos de su familia con los Reagan anticipan la explicación de sus problemas. Siempre le resultó muy difícil ser ella misma en un entorno muy conservador. Mientras su abuela la llamaba Grace Kelly o Marilyn, su madre nunca quiso que fuese famosa. La educaron para ser “discreta, correcta, una mujer católica ejemplar”. Su hermana Nicky dice de ella que es “hogareña, demasiado normal”, y “adicta al drama": "Siempre le suceden contratiempos. Se olvida el móvil, tiene que volver a por él, cosas así”. Durante el resto de la película no se la ve en casa viendo la tele o cocinando. “Nunca miro al pasado, miro hacia mis negocios. Mis cosméticos y perfumes, que facturan millones”, explica Paris. A continuación, se muestra la relación con sus fans. Sube un vídeo con dos chicas que volaron 30 horas solo para verla llegar a Seúl a presentar su línea de maquillaje. Hay detalles como ver que se le caen del bolso, accidentalmente o no, varios miles de dólares en metálico, en billetes de cien. Todo muy normal. Aparece Kim Kardashian reconociendo que ella “no existiría” si Paris Hilton no hubiese comenzado en el mundo del reality, y que fue Hilton la que le presentó a todo el mundo. Porque en 2004 ella inventó el selfi. Todo lo que hace la gente hoy en las redes sociales, lo creó Paris Hilton.
Agotada de vuelos, presentaciones, hoteles, confiesa: “A veces no sé quién creó este personaje al que llevo pegada tantos años. Yo no era así”. Y rompe a llorar, en la cama de su suite. Es entonces cuando revela que padece de un insomnio terrible desde que era adolescente. La aterra acostarse, porque siempre tiene la misma pesadilla. Está en la cama y entran dos personas y se la llevan. En otra escena, su hermana le pregunta que por qué no se marcha una temporada a una isla, sin teléfono móvil, sola. “No puedo irme de vacaciones, tengo la agenda repleta. Me encanta hacer dinero”, responde. “No voy a parar hasta que gane mil millones de dólares”. Cuando le pregunta por los chicos, argumenta que con ese ritmo de vida no puede mantener una relación: “No puedo tener detrás a un novio como si fuera mi perro siguiéndome a todas partes. En ese momento pierde toda la masculinidad y deja de gustarme”.
Recuerda llorando el momento en que vio la luz su vídeo sexual. “Si hubiese pasado hoy, la historia sería diferente. Yo no sería la mala. Fue una violación electrónica”. Y, a continuación, se la ve instalando cámaras en su dormitorio para vigilar a su nuevo novio, Alex, cuando ella no está. Un chico que no habla en ningún momento en el documental y al que se ve en dos escenas. La primera, en un hotel de lujo en Mikonos (Grecia), donde le deja escrito sobre la cama con pétalos de rosa un “te quiero”. La segunda, en el festival de música electrónica Tomorrowland, en Bélgica, uno de los más importantes del mundo, donde Paris va a actuar como DJ. “Cuando actúo, es mi momento”, comenta ella. Asegura haber preparado su set de música durante dos meses y estar aterrorizada por si se le borra del ordenador. Una hora y media de sesión por la que ha llegado a cobrar un millón en algunos clubes y festivales exclusivos. Alex, que parece bebido mientras ella le pide que tome agua, empieza a reprocharle que no le hace caso. Ella le grita que deje de hacer el niñato. Al final la saca de quicio y le arranca entre gritos de la muñeca la pulsera para estar en la zona de artistas. Se ve como a él le sacan los de seguridad mientras ella sube al escenario a dar la actuación de su vida. Respecto a su anterior novio, Chrys Zilka, con el que llegó a comprometerse, cuenta que de cara hacia afuera parecían la pareja perfecta, pero que ella en realidad se sentía atrapada.
Paris cambió entre los 13 y los 15 años. Se entregó a la noche y las discotecas de Nueva York. El miedo de sus padres a que se descarriara y de paso arruinara la reputación familiar provocó que la apuntaran a un programa de vida en la naturaleza para adolescentes. Se escapó y terminó en Provo, un internado en Utah para chicos conflictivos. Se la llevaron dos hombres en mitad de la noche. Sus padres lloraban, pero no le dijeron nada. “Aquella escuela era lo peor de lo peor. Era como una cárcel. Nos torturaban, nos daban pastillas, mis compañeros estaban como idos. Me pillaron escondiendo las pastillas y me confinaron en una celda. Sin ropa, muerta de frío, durante 20 horas, escuchando los gritos de las celdas contiguas. Estaba muerta de miedo. Odié a mis padres por ello. Estuve 11 meses allí, y lo único que me mantuvo cuerda fue planear en lo que me quería convertir y el éxito que quería alcanzar”, rememora. Este es su mayor trauma, que hoy continúa, y por el que se reencuentra con otras cuatro compañeras del internado a modo de terapia. Una de ellas le dice que las víctimas de malos tratos tienen algo en común: “A todas les resulta imposible tener una relación de pareja estable”. Paris confiesa que ha sido maltratada por hasta cinco novios. “Pensaba que me querían tanto que se volvían locos y que era normal que me golpearan o me rompieran el ordenador”.
Mientras las excompañeras del internado cuentan que Paris fingía en el reality The Simple Life que la hizo famosa, ya que “aprendió a golpes a usar un mapa y a hacer de todo”, ella se muestra renovada tras el encuentro: “Hablar con ellas me ha hecho reencontrarme con la persona que era. Después llegó el personaje, este mundo de fantasía y dibujos animados.” Su mejor amiga de entonces, Jessica, le dice: “Quiero que seas libre de mente y corazón, que seas feliz”. Paris responde: “Algún día”.
Después de contarle a su madre lo que vivió y que tanto la traumatizó, concluye asegurando estar en el mejor momento de su vida. “Estoy intentando cambiar todo lo negativo que me ha sucedido, sentir que no estoy sola en el mundo, y contar una historia que no tiene nada que ver con la marca Paris Hilton”. Entonces le preguntan: ¿Te quieres divorciar de tu personaje, de esa marca? “No, sería un divorcio carísimo”, responde, con su perfecta sonrisa.
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