La caída en desgracia de los Ruiz Mateos cinco años después de la muerte de su patriarca
La primogénita del empresario falleció de cáncer, sus seis hijos varones están en la cárcel, el mayor con coronavirus. Su esposa, Teresa Rivero, ha sido acusada de fraude y apenas se deja ver por su Cádiz natal
Cataclismo es la palabra que mejor puede definir la vida de los Ruiz Mateos cinco años después de la muerte del patriarca, el célebre —por muchos y muy distintos motivos— José María Ruiz Mateos. Este 7 de septiembre se cumple un lustro del fallecimiento de quien fuera uno de los empresarios más importantes del país, que acabó convertido en todo un personaje. Un hombre que tras la expropiación de Rumasa, y especialmente en su virulenta etapa de enfrentamientos con el entonces ministro Miguel Boyer, huyó disfrazado de la Audiencia Nacional, recorrió Europa fugado y compareció públicamente vestido de preso o de chulapo, de Superman o con capote de torero para atraer la atención de las cámaras.
Al final de sus días, Ruiz Mateos fue a dar con sus huesos en la cárcel, condenado por estafa, insolvencia y fraude. Tras una fractura de cadera que derivó en neumonía, murió en un hospital de su Cádiz natal a los 84 años. Tras un velatorio muy discreto donde nadie parecía querer dejarse ver, el juez de la Audiencia Nacional José de la Mata, instructor de Nueva Rumasa, acordó el embargo de los bienes y derechos económicos de la herencia de los seis hijos imputados en la causa, tras conocerse que existía un testamento cerrado del empresario jerezano.
El matrimonio formado por Ruiz Mateos y la también muy popular Teresa Rivero, primera mujer en presidir un club de fútbol en España —el Rayo Vallecano, entre 1994 y 2011— tuvo nada menos que 13 hijos, seis hombres y siete mujeres, que les han dado un total de 57 nietos. Y después llegó otra más: en marzo de 2017 se reconoció como nueva hermana legal a Adela Montes de Oca. De ahora 30 años y nacida en Chicago, la joven fue fruto de una larga relación del empresario con una traductora española que vivía en EE UU, donde se crio la niña, que durante su primera infancia mantuvo relación con su padre.
A partir de ahí las noticias relacionadas con los Ruiz Mateos han distado mucho de ser felices. Juicio y cárcel son las palabras que más se repiten. Menos de un año después de la muerte del padre, los seis hijos varones del matrimonio (José María, Zoilo, Alfonso, Pablo, Francisco Javier y Álvaro) empezaron a ser primero investigados y finalmente juzgados por dos delitos de estafa e insolvencia relacionados con un hotel de Mallorca y otro de Gran Canaria. Ellos no tuvieron problema en achacar la culpa a su fallecido padre y se dejaron ver como simples asesores. De poco les sirvió. Los seis acabaron en prisión.
No toda la familia estuvo de acuerdo con la poco elegante acusación contra el desaparecido padre. Begoña, una de las hermanas, afirmó que los seis hombres eran los responsables de los problemas económicos y en absoluto lo era su padre. Algo que la ha hecho enfrentarse a sus 11 hermanos.
Antes, en 2011 había llegado otra tragedia a la familia: Socorro, la primogénita, moría en 2011 a los 57 años a causa de una leucemia.
Hace ya meses que nadie ve a la otrora todopoderosa Teresa Rivero por el supermercado Supersol más cercano al lujoso chalé de veraneo que tenía en El Puerto de Santa María. No era difícil encontrarse con la matriarca en este hipermercado de barrio, cercano a la exclusiva urbanización de Vistahermosa en la que tenía su villa de vacaciones. La familia atraviesa sus horas más bajas. Ya no hay veranos en El Puerto y tanto en esa ciudad como en Jerez —donde el matrimonio llegó a ser influyente— el recuerdo de los Ruiz Mateos cada vez es más lejano y difuso.
“A la casa de Vistahermosa ya no viene nadie. La madre [Teresa Rivero] viene en verano, aunque vive en Madrid en un piso alquilado, a casa de una hermana en Jerez”, asegura una fuente cercana a la familia, hoy convertida en un búnker informativo inexpugnable. Con diversos frentes económicos en forma de embargos abiertos, el clan parece haber renunciado a la casa que poseían en Vistahermosa, un residencial construido en la segunda mitad del siglo XX para albergar a las familias más poderosas de la provincia y donde los chalés no bajan de 500.000 euros. La construcción se levantaba en el epicentro del mismo y, en ella, pasaba temporadas el matrimonio con sus hijos. Ahora, la misma persona cercana a la familia asegura que la distancia que han marcado con tan simbólica casa no es casual: “La casa grande de aquí se puso en venta a principios de año. Debe ser de algún banco o algo así. Ni tienen la casa ni nada por el estilo”.
Esa ausencia contrasta con el poder que llegaron a tener tanto la matriarca como el patriarca entre la alta sociedad gaditana. Aunque vivían en Madrid, los dos tienen raíces en Cádiz: José María Ruiz Mateos nació y está enterrado en Rota, y Rivero es oriunda de Jerez de la Frontera. En esta última ciudad, la familia hizo fortuna en el sector bodeguero. También dejó importantes descubiertos y problemas, como es el caso de la Cooperativa Virgen de la Caridad (Sanlúcar de Barrameda), cuyos cooperativistas tuvieron que rescatarla in extremis, después de que Ruiz Mateos la dejase con un aval bancario y deudas que superaban los ocho millones de euros. Ese duro recuerdo es, quizás, el que más cuesta borrar en Cádiz de la estela de esa familia local que llegó a tocar los cielos para luego caer a los infiernos.
Estos días, los hermanos son noticia a causa del coronavirus. José María se ha infectado con el covid en la cárcel de Aranjuez, donde comparte celda con su hermano Zoilo, que ha tenido que estar en cuarentena. Este centro es el que más reclusos tiene en aislamiento, casi 200.
Los Ruiz Mateos han visto como se les embargaban las casas, como la casi inexpugnable herencia a la que las hijas —excepto Begoña y la joven Adela— han decidido renunciar, está perdida, aunque muchos creen que puede estar aún oculta en paraísos fiscales. E incluso cómo la propia Teresa Rivero llegó a estar acusada por la Audiencia Nacional de fraude a Hacienda por seis millones de euros en su etapa en el Rayo. Ella misma resumió la situación familiar a finales del año pasado: “Estoy en la ruina y mis seis hijos en la cárcel, pero son muy buenos niños”.
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