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Las idas y venidas del cada vez más impopular rey de Tailandia

El polémico jefe de Estado reduce al mínimo su tiempo en el país mientras las protestas estudiantiles contra el gobierno toman las calles

El rey de Tailandia Maha Vajiralongkorn, en Bangkok el pasado diciembre.
El rey de Tailandia Maha Vajiralongkorn, en Bangkok el pasado diciembre.Chalinee Thirasupa (REUTERS)

Más que un monarca, Maha Vajiralongkorn parece el Guadiana. En una época de reyes en el extranjero, ninguno hay más ducho en este arte que el tailandés, dispuesto a surcar los cielos para aparecer y desaparecer en suelo patrio –ora celebración monárquica, ora rito budista–, dejando entre medias el tiempo mínimo para cumplir con el protocolo imprescindible antes de regresar a su harén en Alemania. Su récord está por debajo de las 24 horas. No en vano modificó la Constitución para poder residir fuera del país, pues quien fue coronado como Rama X solo se afana en el incordio de gobernar si es para hacerlo menos.

La última de sus visitas tuvo lugar la semana pasada, cuando se materializó por sorpresa en Bangkok. Como acostumbra, el monarca dejó el hotel en Garmisch-Partenkirchen, al sur de Baviera, que reserva por entero desde hace meses para su séquito y se subió a bordo de un avión. La nave hizo una primera parada en Zúrich, donde reside su esposa oficial, la reina Suthida, también en un hotel. Entre las más benignas de sus excentricidades se cuenta un particular estilo de la moda: imágenes tomadas en el aeropuerto le muestran ataviado con lo que parece un top femenino de color rojo, una prenda que ha vestido en numerosas ocasiones.

El rey de Tailandia Maha Vajiralongkorn y su esposa, la reina Suthida, en el 88º cumpleaños de la reina madre Sirikit el pasado 12 de agosto en Bangkok.
El rey de Tailandia Maha Vajiralongkorn y su esposa, la reina Suthida, en el 88º cumpleaños de la reina madre Sirikit el pasado 12 de agosto en Bangkok.HANDOUT (AFP)

Una vez aterrizado en la capital, presidió la toma de posesión de seis nuevos miembros del Gabinete, entre ellos el ministro de Finanzas y el de Energía, quienes llenarán el hueco dejado tras varias dimisiones en el seno del gobierno el mes pasado. El rey les extendió su bendición, deseándoles “buena salud y sabiduría para tener la fortaleza de llevar a cabo sus labores de acuerdo a su juramento”. Vajiralongkorn también aprovechó el viaje para visitar a Sirikit, la reina madre, quien el pasado jueves cumplió 88 años, ingresada en el hospital del que entra y sale desde que en 2012 un infarto la incapacitara.

Sirikit siempre se erigió en valedora de su primogénito frente a las muchas voces que contemplaban con preocupación la posibilidad de que un hombre famoso por su vida disoluta llegara a sentarse en el trono. Como consecuencia, llegó a encargarse personalmente de lavar su imagen organizado, por ejemplo, un viaje oficial a Estados Unidos en 2003. El cisma entre ambos llegó en 2007, cuando salió a la luz un vídeo doméstico en el que se veía al por entonces príncipe heredero celebrando el cumpleaños de su caniche, de nombre Mariscal Jefe del Aire Fufú, en compañía de su tercera mujer, la princesa Srirasmi, quien iba ataviada con nada más que un tanga en presencia del servicio.

Imaginativas protestas

Esta vuelta a casa llega en medio de unas protestas estudiantiles que han tomado las calles desde hace más de tres semanas en varios puntos del país, exigiendo reformas legales que retiren poderes a los militares y a la Casa Real. El monarca llamó a mantener “la paz y el orden” durante su intervención frente al Gabinete, aunque no llegó a hacer referencia explícita a las movilizaciones.

Protestas estudiantiles contra el gobierno de Tailandia en Bangkok, este fin de semana. En vídeo, miles de personas protestan contra el gobierno de Tailandia.Vídeo: EFE / EPA / REUTERS

La monarquía, pilar de la arquitectura política tailandesa, está protegida por una ley de lesa majestad que castiga con cuantiosas multas y hasta 35 años de cárcel todo comentario negativo vertido sobre cualquier miembro de la familia real. Por ese motivo, los manifestantes han tenido que recurrir a la imaginación para expresar su descontento con el rey. Uno de sus subterfugios ha consistido en organizar una marcha ambientada en los libros de Harry Potter, en la que Vajiralongkorn estaba representado por el malvado Voldemort, a quien los personajes del mundo de ficción se refieren como El-Que-No-Debe-Ser-Nombrado para no pronunciar su nombre, empleado como alegoría de los límites impuestos a la libertad de expresión.

El descontento social ha ido creciendo en Tailandia desde que en 2016 el monarca sucediera a su padre, el rey Bhumibol, quien siempre contó con la veneración generalizada de sus súbditos. Durante estos últimos años ha llevado a cabo polémicas decisiones que evidencian su falta de compromiso con el país y la institución, como dejar de pagar impuestos por sus terrenos, poner bajo su control la Oficina de Propiedad Real o tomar la primera concubina oficial en casi un siglo para repudiarla meses después. A todo esto se añade la recesión económica y el estado de emergencia a causa de la pandemia, lo que coloca al país en una situación límite a la que, quizá, Vajiralongkorn prestará atención desde su hotel alemán. Al fin y al cabo, para quien vive para los placeres más que para el trono el mejor lugar para ser rey de Tailandia es cualquier otro sitio.

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