Muere Bhumibol, el rey que encarnó a Tailandia durante 70 años
Su hijo Vajiralongkorn, el príncipe heredero, pide retrasar la sucesión para poder llorar a su padre
El rey de Tailandia, Bhumibol Adulyadej, ha muerto este jueves a los 88 años después de que su estado de salud se agravara en los últimos días. "Ha muerto pacíficamente a las 15.52 (10.52 hora peninsular española) en el hospital Siriraj", precisaba el comunicado oficial de la Casa Real. Se abre ahora un periodo de luto de un año por el soberano que ocupó el trono durante 70 años. Las banderas ondearán a media asta durante un mes en todos los edificios oficiales y las escuelas en señal de duelo por un soberano considerado una figura unificadora y símbolo de la independencia nacional en un país que en 8 décadas ha visto sucederse 19 Constituciones, 19 golpes de Estado y una miríada de primeros ministros civiles y militares
La desaparición de Bhumibol, cuyos funerales de Estado aún tardarán meses en celebrarse, puede abrir una etapa de incertidumbre política en un país profundamente dividido entre las áreas rurales y urbanas, una nación con una pujante clase media urbana y convertida en la segunda economía del sureste asiático, pero también de crecimiento estancado y donde el sector más tradicionalista parece poco dispuesto a renunciar a sus privilegios. Su heredero, su único hijo varón Vajiralongkorn, de 64 años, no goza del mismo prestigio que su padre.
Aunque la asamblea nacional, el Legislativo tailandés, celebró este mismo jueves una sesión extraordinaria, al contrario de lo que se esperaba los parlamentarios no proclamaron rey a Vajiralongkorn. Según explicó el primer ministro, el general Prayut Chan-ocha, el príncipe no se siente aún preparado para asumir el cargo. Quiere dejar un plazo antes de asumir el trono para poder llorar a su padre. "Esperemos al momento adecuado", declaró el jefe de Gobierno.
En teoría, el soberano tailandés carece de funciones políticas, aunque Bhumibol intervino en varias ocasiones a lo largo de sus décadas de reinado de manera en ocasiones directa, y otras, de modo menos visible. Pero cómo vaya a reinar el que será Rama X es aún un enigma. No falta quien apunta a intentos previos de aproximación al futuro rey del ex primer ministro Thaksin Shinawatra. El magnate de las telecomunicaciones, popular entre la clase trabajadora, detestado por las elites conservadoras y exiliado del país para evitar cargos de corrupción, ha sido uno de los grandes protagonistas, directamente o en la sombra, de la política tailandesa de la última década y no ha renunciado a tratar de ejercer su influencia.
Pero el Gobierno de Prayut, que se hizo con el poder tras un golpe de Estado hace dos años que puso fin al Gobierno de la hermana de Thaksin, Yingluck Shinawatra, parece dispuesto a seguir mantener el firme control del país del que ha hecho gala desde 2014. Al dirigirse al país, Prayut insistió en que la seguridad nacional "es lo más importante". También ha anunciado el despliegue de soldados en diversas zonas del país para garantizar esa seguridad.
En una nota informativa, la consultora Capital Economics apunta que cualquier intento de que Thaksin regresara a la política nacional "encontraría la oposición de los militares y es un posible desencadenante de una renovada conflictividad".
Mientras todos los canales de televisión conectaban en directo para anunciar el fallecimiento, que convierte a la británica Isabel II, de 90 años, en la monarca más veterana del mundo, en el exterior del hospital cerca de un millar de personas se reunían para llorar la muerte del único rey que la mayoría de los tailandeses ha conocido. El soberano, omnipresente en retratos por todo el país, está considerado casi un semidiós, protegido por unas leyes draconianas de lesa majestad que prohíben la más leve insinuación de una crítica.
Bhumibol, nacido en EEUU y criado en Suiza, llegó al trono en 1946, después de que su hermano mayor, Ananda, Rama VIII, falleciera de un misterioso disparo en su habitación del palacio real en Bangkok. No fue coronado inmediatamente: regresó a Europa para continuar sus estudios incluso antes de que concluyeran los 100 días de luto oficial. La ceremonia para entronizarlo no ocurriría hasta 1950, ya casado con Sirikit, a quien había conocido mientras el padre de ella era embajador tailandés en Francia y con quien ha tenido cuatro hijos.
Si sus primeros años en el trono los pasó a la sombra de líderes militares fuertes -el absolutismo había sido abolido en 1932, y desde entonces la monarquía había atravesado una etapa de decadencia- su papel empezó a adquirir un nuevo protagonismo a partir de 1957, cuando asumió el poder el general Sarit Dhanarajata. Desde el trono se aportaba legitimidad al militar y el primer ministro protegía el papel del soberano. Se recuperaban entonces formalismos abandonados un cuarto de siglo antes y que hoy día son parte integral del protocolo, como la práctica de prosternarse ante el soberano en una audiencia.
Mediante visitas a las provincias, un interés genuino en la agricultura -tiene registradas varias patentes a su nombre, incluido un método para conseguir lluvia artificial- y aficiones que varían desde la fotografía a la vela pasando por el jazz, logró forjarse una imagen de soberano piadoso y benévolo.
Su influencia más notoria del soberano tuvo lugar en 1992, cuando docenas de manifestantes fueron tiroteados mientras protestaban por los intentos del antiguo general golpista Suchinda Kraprayoon de convertirse en el nuevo primer ministro. El rey convocó a Kraprayoon y a su rival, el general retirado Chamlong Srimuang, a palacio. La imagen de los dos poderosos militares genuflexos ante el soberano en una audiencia televisada causó una profunda impresión entre los ciudadanos. Poco después, la democracia quedaba restaurada.
Más ambiguo ha sido su papel en los incidentes de 2006, durante el mandato de Thaksin Shinawatra. Mientras la salud del soberano empezaba a declinar -desde ese año ha residido la mayor parte del tiempo en el hospital-, Bhumibol públicamente declinaba intervenir en la crisis. Pero muchos vieron su mano detrás de la anulación en los tribunales de las elecciones que habían dado el mando al magnate de las comunicaciones. Y los detractores del gobierno de Thaksin o del de su hermana, Yingluck Shinawatra, incluido Prayut, han invocado con frecuencia el nombre del rey.
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