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Ernesto de Hannover vuelve a intentar agredir a la policía con un bate de béisbol

El todavía marido de Carolina de Mónaco volvió a la comisaría de los agentes que le habían detenido e ingresado en una unidad de psiquiatría, con la intención de rendir cuentas con ellos

Ernesto de Hannover clinica
Augusto de Hannover en Lima (Perú) en marzo de 2018.People Picture / Splash News (GTRES)
El País

A Ernesto de Hannover, 66 años, parece pesarle el título, la vida o las consecuencias de años de excesos. Para la prensa del corazón sigue siendo el marido de Carolina de Mónaco aunque hacen vidas separadas desde 2009; para la nobleza es aún la cabeza visible la Casa de Hannover, la dinastía alemana que reinó en Gran Bretaña desde 1714 hasta la fundación del Reino Unido en 1801 y que se mantuvo en ese papel hasta 1901, cuando murió Victoria I, pero para muchos ha quedado como el príncipe que más veces ha sido pillado en situaciones comprometidas y poco dignas de su posición.

Son históricos sus excesos con el alcohol, hasta el punto de que es un clamor no expresado en voz alta que Carolina de Mónaco acudió sola a la boda de los entonces príncipes de Asturias, Felipe y Letizia, en mayo de 2004 porque su marido se encontraba indispuesto debido a la prolongada diversión de la noche anterior. Todo su afán por disfrutar a tope de la vida le están pasando factura en su salud durante los últimos años, pero en el último mes se han sucedido dos incidentes preocupantes que han desatado las especulaciones sobre su estabilidad mental.

El 15 de julio un Ernesto Augusto de Hannover protagonizó un extraño y violento incidente en el que acabó enfrentándose a la policía, primero a golpes y después amenazando a los agentes con un afilador de cuchillos. Los policías que calificaron su comportamiento de “extremadamente agresivo”, decidieron entonces avisar a los sanitarios y Hannover acabó ingresado en el departamento de psiquiatría de una clínica próxima a la localidad austriaca de Grünau, donde sucedieron los acontecimientos.

Pero ahora se ha conocido, que solo unos días después de este raro enfrentamiento, en concreto durante la noche del pasado lunes, Ernesto de Hannover volvía a protagonizar una escena bochornosa en la comisaría de policía de Scharnstein, situada a unos 15 kilómetros de la finca en la que vive. Allí llegó el alemán en un taxi y con un bate de béisbol guardado en una bolsa. Su objetivo no era otro que atacar a los agentes que le habían detenido días antes y que según su versión le habían atacado y golpeado. No les encontró porque no estaban de servicio, pero los compañeros que se encontraban de retén en la entrada del recinto policial tuvieron que aguantar sus insultos y después relataron que claramente el noble alemán no se encontraba en plenas facultades mentales.

Unos hechos se han sumado a la investigación abierta por el incidente anterior y en ella también se ha incluido un vídeo que grabaron los agentes que tuvieron que parar a Hannover a las puertas de la comisaría. El príncipe ha amenazado con presentar una denuncia por el trato recibido en las dos ocasiones y el sumario de los incidentes también incluye las repetitivas llamadas que ha realizado al número de emergencias para protestar por su primer arresto.

Su salud comienza a ser un tema preocupante para su familia, de la que está bastante alejado precisamente debido a su comportamiento. En abril de 2017 fue operado de urgencia de una deficiencia vascular en la localidad austriaca de Feldkirch, donde tuvo que ser trasladado en helicóptero. En 2005 sufrió un ataque de pancreatitis por el que se temió por su vida, y aunque prometió dejar de beber y cuidar su dieta, en 2011 volvió a ser ingresado en un hospital de Ibiza por problemas derivados de su excesiva afición al alcohol. En febrero de 2019 Ernesto de Hannover, volvió a pasar por el quirófano por un nuevo problema en el páncreas y se le tuvo que practicar una cirugía de emergencia. Y pocos días después la revista alemana Bunte publicó que se le había detectado un tumor maligno en el cuello.

A su delicada salud, que nadie evita achacar a su excesivo consumo de alcohol, se une el distanciamiento con sus hijos, los que tuvo de su primer matrimonio con Chantal Hochuli, Ernesto Jr. y Christian, y de Alejandra, fruto de su unión con Carolina de Mónaco. Especialmente dura es su relación con su primogénito al que acusa de haberle apartado de la primera línea de la Casa Güelfa, una de las más antiguas de la realeza del Viejo Continente. Y por solucionar también tiene su matrimonio roto y no cerrado legalmente con Carolina de Mónaco, que se resiste a renunciar a los privilegios sociales que le supondría firmar un divorcio que le quitaría el título de Alteza Real Princesa de Hannover, con más raigambre, tradición y prestigio que su condición de princesa de Mónaco.

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