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Kate Middleton: control, sonrisa y una personalidad indescifrable

Un largo reportaje sobre la esposa de Guillermo de Inglaterra desvela cómo es ella, su agotamiento tras la salida de Enrique y Meghan y el origen del enfrentamiento con su cuñada. Sus portavoces afirman que es “matizable”

Kate Middleton, en Londres, el pasado 18 de noviembre.
Kate Middleton, en Londres, el pasado 18 de noviembre.Stephen Lock
María Porcel

Es una mujer tan expuesta como impenetrable. Kate Middleton, esposa de Guillermo de Inglaterra, duquesa de Cambridge y futura reina consorte de Inglaterra, se ha convertido en la última década en uno de los rostros más conocidos del Reino Unido y del planeta en general. Sin embargo, apenas se sabe nada de ella. ¿Cómo es? ¿Cómo son sus gustos? ¿Quiénes son sus amigos? ¿Qué tal se lleva con su familia política? ¿Y su marido con la de ella?

Middleton es discreta, y esa es una de las cualidades por las que ha sido más valorada en el seno de los Windsor. Cuando empezó su relación con el príncipe Guillermo, a mediados de los 2000, no era más que una chica de clase media alta de quien, dicen las malas lenguas, se burlaban algunos amigos de su novio indicando, como los azafatos en los aviones, dónde estaban las puertas. Sus padres fueron auxiliares de vuelo antes de prosperar económica y socialmente gracias a una empresa de artículos de fiesta. Esos primeros años marcaron a la Kate de hoy y la hicieron discreta, sencilla y callada.

La revista británica Tatler, centrada en la aristocracia y la monarquía del país, dedica su número de julio/agosto a la esposa del segundo en la línea de sucesión al trono británico. “Catalina La Grande”, es el grandilocuente título titula, y continúa: “Cómo la crisis convirtió a Kate en una creadora de reyes”. Con ello se refiere, sobre todo, a dos cuestiones. Por un lado, cómo, en el sentido más literal, está criando a sus hijos en casa —no sin ayuda, obviamente—, entre ellos a Jorge, de seis años y tercero en la línea de sucesión al trono por detrás de su padre Guillermo. Y por el otro, y especialmente, cómo la pandemia pero también la salida de Enrique y Meghan del seno de la familia real (además del escándalo del príncipe Andrés o del divorcio de Peter Phillips) la han puesto en el punto de mira, con multitud de apariciones (once en un mes, y tres de ellas en un solo día, relatan) y la han acercado al pueblo gracias a los aplausos con sus hijos o sus videollamadas a residencias de mayores para jugar al bingo. Kate se ha convertido en una roca, en alguien estable en pleno huracán para La Firma, en la eterna sonrisa que siempre aparece en la foto.

Las cuestiones más polémicas del reportaje están relacionadas con sus cuñados, Enrique y Meghan. Su salida de la corte ha sido inesperada y ha supuesto un enorme varapalo para el príncipe Guillermo, que ha visto alejarse a su hermano, su apoyo durante años, al otro lado del mundo. Es un tema candente para él, afirman. Siempre según este medio, que ha consultado a docenas de fuentes cercanas a los duques de Cambridge, cuando Enrique empezó a salir con Markle su hermano y su cuñada le dijeron que tratara de ir despacio. Cuando la distancia entre los dos hijos de Diana de Gales empezó a hacerse cada vez más evidente, Kate intentó acercarles, puesto que tiene una estrecha relación con Enrique. Hasta que Guillermo dijo basta. Y ella se puso a su lado.

Por eso, la decisión de la salida de los Sussex, que se hizo efectiva en plena pandemia, ha sido calificada por el círculo cercano a Guillermo y Kate de “egoísta”. Todo ello les ha puesto en el punto de mira y les ha sobrecargado de responsabilidades; además, tienen que dar ejemplo de manera extra. “Cada vez que los duques de Sussex lanzan un comunicado, es como una bomba. Todos están preocupadísimos por cómo esto está afectando a Isabel II”, afirman a la revista.

Camilla Parker-Bowles, el príncipe Guillermo, Kate Middleton y el príncipe Carlos, el martes en Loughborough (Inglaterra).
Camilla Parker-Bowles, el príncipe Guillermo, Kate Middleton y el príncipe Carlos, el martes en Loughborough (Inglaterra).Richard Pohle (AFP)

Los portavoces de los duques han tenido que emitir un comunicado acerca de todo lo publicado. “Esta historia contiene una serie de inexactitudes y declaraciones falsas que no se presentaron ante el palacio de Kensington antes de su publicación”, declaran sin especificar cuáles son. Porque uno de los datos más jugosos del reportaje es cómo empezaron las tiranteces entre Kate Middleton y Meghan Markle.

Como suele ocurrir, algo muy menor se magnificó. “Hubo un incidente en el ensayo de la boda”, cuenta una fuente. “Era un día de calor y había una discusión sobre si las damas de honor debían llevar medias o no. Kate, siguiendo el protocolo, dijo que deberían. Meghan no quería”. No hubo medias. Pero sí venganza: Kate, de impecables modales, buscó la oportunidad de poner a Meghan en su lugar y la reprendió por hablar de forma arrogante y altiva con su personal. De hecho, se produjeron filtraciones: “En palacio escuchas muchas historias del personal diciendo que tal es una pesadilla y que cual se porta mal, pero nunca escuchas eso de Kate”, explica. “Kate logra mantener a su personal mientras que Meghan no. ¿Eso no lo dice todo?”.

Otros detalles que se desvelan en el reportaje es la buena sintonía de Kate con la reina, pero sobre todo la estrecha relación que mantiene Guillermo con sus suegros. Los Middleton “son una familia cercana, muy unida”, y el príncipe se siente cómodo con ellos, en familia. Se lleva especialmente bien con Michael, el padre de su esposa, un hombre de buen carácter, afable, con quien le gusta charlar y caminar. Para otros, sin embargo, Carole, la madre, no queda tan bien parada. Hay quienes dicen que la condición de su hija se le ha subido a la cabeza. Si las residencias reales como Sandringham o Balmoral tienen un toque campestre, informal, propio de la auténtica aristocracia británica, Carole lo ha intentado pero ha errado el tiro. Ha puesto una casa “llena de cojines almidonados, velas encendidas y con el retrato oficial de su propia hija”. Algo que también le achacan a Pippa, la hermana menor de Kate, que, dicen, se refiere a ella en público con un rimbombante “Catalina”, o “la duquesa”.

En cuanto a sus amistades, mantiene un círculo pequeño: la gente de la universidad, los amigos de Guillermo. Muchos aristócratas, aunque no nació en ese ámbito. Es leal a ellos, también porque ellos lo son a su vez a ella y lo llevan siendo años. Quizá no se la vea como a Diana, almorzando juntos o de compras. No es su estilo, pero están ahí. También ha entablado buena relación con otros padres del colegio, de hecho lleva a los niños a la escuela, asiste a las reuniones y toma café con algunos.

Para muchos, Kate es indescifrable. Amable, sonriente, pero nadie conoce de verdad cómo es. “He pasado mucho tiempo con ella y es impenetrable”, dice una fuente cercana. “No hay nada que le guste o le disguste”. Todos afirman que está bien preparada, que después de años de críticas y escrutinios se ha vuelto una roca. Que mantiene el control absoluto, porque sabe que siempre hay alguien vigilando. “Tiene un afán absoluto de supervivencia, como la propia casa Windsor. Mantiene la cabeza agachada porque sabe que el premio de ser reina es inmenso. Su modelo es la reina y ahora incluso habla como la reina”.

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Sobre la firma

María Porcel
Es corresponsal en Los Ángeles (California), donde vive en y escribe sobre Hollywood y sus rutilantes estrellas. En Madrid ha coordinado la sección de Gente y Estilo de Vida. Licenciada en Periodismo y Comunicación Audiovisual, Máster de Periodismo UAM-EL PAÍS, lleva más de una década vinculada a Prisa, pasando por Cadena Ser, SModa y ElHuffPost.

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