Menú semanal de El Comidista (9 al 15 de enero)

¿Buscas un entrante sano, fresco, rico y muy fácil de hacer? Pues aquí lo tienes, 100% libre de animalitos y listo para que te lo comas a cubos.

Las hamburguesas de pescado azul son una alternativa sabrosa y sanísima a las convencionales, y resultan ultrafáciles de preparar.

La clave de su éxito es la combinación de sabores dulces con el punto salado del queso cremoso y del feta, más el añadido ácido de la mandarina.

Proponemos tres acompañamientos diferentes pensados para ensalzar aves, ternera o cerdo, pero también compatibles entre ellos.

Preparamos unas albóndigas de pollo sin freír, que se pueden tomar frías y con una mezcla de sabores que te enganchará al primer mordisco. 

Es un alimento tan maravilloso que casi podría suplir a todas las demás frutas: jugosa, dulce, nada empalagosa, cargada de toneladas de vitamina C. 

A los que la coliflor hervida les sabe a bomba fétida, les recomiendo encarecidamente que la prueben asada.

Un limón, un poco de mezcla de pimientas, sal y para de contar. Con buena materia prima, menos es más.

Otro postre adoptable que necesita nuestro amor, un pastel de calabaza granadino con tanta verdura que casi no cuenta como vicio.

Esta versión es ultralight en cantidad de ajo, pero si no teméis que os huela el aliento podéis echarle más.

El saborcillo entre tostado y ligeramente amargo que le da el café, saca de la vulgaridad a la ternera más sosa y hormonada.

Tiene el brillo y la consistencia de la mermelada, y el contraste con las nueces la hace menos sosa que la convencional.

La calabaza pierde ese punto sosongo como de restaurante vegetariano desabrido y se transforma en un ingrediente más concentrado, con más fuste.

El secreto para triunfar con esta lasaña consiste en usar espinacas frescas, soltarse con las pasas y, sobre todo, que la bechamel sea ligerita.

Este increíble postre es tan fácil de hacer que da casi hasta vergüenza. Al nivel de dificultad de la O con un canuto.

El cereal inundado del sabor de la verdura, la textura cremosa y el aroma del ajo y el aceite de oliva perfumándolo todo conforman una experiencia única. 

Si el presupuesto no te da para un solomillo de ternera Wellington, puedes hacerlo con carne de cerdo: más fácil y más barato.

Si no te gusta esta combinación de alcachofas, caldo vegetal, menta y pasta es que no tienes corazón.

No hay nada más entrañable que tirar de clásicos incontestables, como este rape disfrazado de langosta.

Tan fácil como mezclar el ron, la manzana y el zumo de naranja. Su mayor virtud es también su mayor peligro: prácticamente no sabe a alcohol.