Patatas a la riojana

En la lista de los 10 platos que me gustaría tomar en mi última cena, justo antes del fin del mundo o de mi ejecución en la silla eléctrica, creo que encontrarían un hueco las patatas a la riojana. No es sólo que el tubérculo cocido con chorizo suponga para mí una cumbre culinaria de la humanidad, sino que se trata de un guiso capaz de transportarme a la infancia.
Las patatas con chorizo son los veranos en La Rioja, las visitas a mis primos en Lapuebla de Labarca y mis primeros contactos con el vino en su bodega. También me recuerdan a las comidas en casa de mis padres en Bilbao, cuando se convertían en uno de los pocos platos que suscitaba aprobación unánime sin que a nadie se le ocurriera empezar con la matraca del "a mí no me gustan".
Desconfío por sistema de las patatas con chorizo con el caldo muy líquido y la patata bien entera. Sí, ya sé que quedan más bonitas. Pero para mí, todo el sentido del plato está en conseguir un caldo cremoso y unas patatas a punto de deshacerse. En este caso, me la refanfinfla profundamente la estética, porque lo que me importa es el aroma, el sabor y el tacto en la boca. Por eso casco las patatas con un tenedor en vez de cortarlas, tal como me enseñó mi señora madre: no sé si será ciencia o hechicería culinaria, pero ella decía que el caldo engorda mejor así, y yo no soy nadie para contradecirla.
Hay gente que les pone pimiento rojo o verde, pimentón o incluso jamón a este guiso. Yo prefiero su versión más esencial, para la que es importante contar con un auténtico chorizo riojano y unas patatas que no hayan sido recogidas en la Edad Media.
Dificultad: Para participantes en Marilós Monteros.
Ingredientes
Para 4 personas
- 1 kg de patatas
- 300 g de chorizo riojano curado (dulce o picante, o mezcla de los dos)
- 1 cebolla grande
- 2 dientes de ajo
- 2 pimientos choriceros o una cucharadita rasa de su pulpa (se vende en botes)
- Aceite de oliva
- Sal