Tres leches, el pastel que nunca queda seco
Si quieres evitar la desagradable experiencia de comerte un bizcocho seco, esta tarta o torta es una apuesta segura, gracias a la combinación de leche evaporada, condensada y nata para montar
Estoy seguro de que alguna vez en tu vida te has comido una tarta seca, dura, sin gracia, de esas que hay que beber un poco de café con leche para tragarlas (si te pasa cuando las cocinas tú, aquí tienes la solución). La persona que inventó la tarta tres leches probablemente tuvo una experiencia traumática de ese tipo, se plantó, y decidió que nunca más pasaría por algo parecido: cogió un bizcocho esponja, lo empapó con un litro de leche, y adelante. Se acabaron las tartas secas.
Bueno, no es un litro de leche como tal: es un poco de leche evaporada, un poco de leche condensada, y un poco de nata para montar. De ahí el nombre, descriptivo cuanto menos, de este postre muy popular en México, Nicaragua y otros países de Latinoamérica. Es una tarta simple, de sabor tradicional avainillado, lácteo y con un toque de canela. Pero su sencillez es lo que la hace perfecta, porque es súper fácil de preparar y nunca te va a quedar seca, que es lo que más miedo suele dar a los principiantes en este mundillo.
La cobertura superior suele ser un merengue, pero habiendo hecho las dos versiones, a mi me parece que le queda mejor nata montada (por si acaso había poca leche): es más ligera y menos empalagosa. Además, si le añades una cucharada de queso crema o de mascarpone a la nata al montarla, se estabiliza y aguanta en la nevera sin problemas unos cuantos días, mientras que el merengue se deshace con más facilidad.
El tiempo de reposo en la nevera, por cierto, es fundamental: cuando empapes el bizcocho con las leches, estas se absorberán bastante rápido, en cinco minutos habrán desaparecido. Pero no te dejes engañar: durante esas horas el líquido se distribuirá por todo el bizcocho, si la sacas antes de tiempo el centro de la tarta estará seco, mientras que las partes exteriores estarán demasiado húmedas.
Dificultad: Si no tienes varillas eléctricas, el bate que bate.
Ingredientes
Para unas 8 personas
Para el bizcocho
- 6 huevos (tamaño L)
- 125 ml de leche entera
- 225 g de azúcar blanco
- 225 g de harina de trigo
- 3 g de sal
- 6 g de levadura química
- 2 g de extracto de vainilla
- Mantequilla para engrasar el molde
Para la tarta
- El bizcocho
- 450 ml de leche evaporada
- 400 ml de leche condensada
- 150 ml de nata para montar
- 2 g de extracto de vainilla
- 400 ml de nata para montar para la cobertura
- 40 g de azúcar para la cobertura
- 1 cucharada de queso crema o mascarpone para la cobertura (opcional)
- Canela en polvo
- Fresas, frambuesas o cualquier fruta de topping
Instrucciones
Separar las seis yemas de las claras y ponerlas en boles diferentes. En el bol de las yemas, añadir 150 gramos del azúcar y la sal, y batir durante un minuto con unas varillas, o hasta que tenga textura cremosa y haya doblado su volumen.
Añadir el extracto de vainilla y la leche entera, y batir hasta que todo se integre.
Montar las claras con unas varillas hasta punto de nieve. Continuar batiendo, añadiendo el resto del azúcar poco a poco, hasta que la mezcla cree picos que mantengan la forma.
Transferir un tercio de las claras montadas al bol de las yemas e integrarlo con una espátula haciendo movimientos envolventes, intentando no deshincharlas. Repetir con los otros dos tercios.
Mezclar la harina y la levadura química y después tamizarlos en el bol de la mezcla. Incorporarlo con una espátula haciendo movimientos envolventes, hasta que no queden grumos de harina.
Engrasar un molde de la forma deseada -en mi caso, rectangular de 34x23 centímetros- con la mantequilla, y después transferir la masa y extenderla con una espátula. Golpear la bandeja un par de veces contra la encimera, y después hornear a 180 grados, calor solo por abajo, durante 15-20 minutos, o hasta que esté ligeramente dorado y un palillo insertado en el centro salga limpio. Dejar que se enfríe completamente.
Mientras, en un bol, mezclar la leche evaporada, la leche condensada, la nata para montar y el extracto de vainilla. Cuando el bizcocho esté frío, sin sacarlo del molde, agujerear toda la superficie muchas veces con un tenedor. Después, verter poco a poco la mezcla de leches por toda la superficie del bizcocho.
Envolver el molde con papel film y meterlo a la nevera para que el bizcocho se empape homogéneamente, un mínimo de cuatro horas pero idealmente toda la noche.
Montar la nata hasta que comience a estar cremosa. Añadir el queso crema o el mascarpone, y después continuar batiendo añadiendo el azúcar poco a poco, hasta que forme picos que mantengan la forma.
Extender la nata montada por toda la superficie del bizcocho. Espolvorear canela por encima. Servir, si se quiere rematado con fruta fresca.
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