El Pràctic: la mejor tapa de oreja del universo a precio de ganga
En este pequeño bar de tapas cocinan a precios irrisorios y, sí, probablemente sirvan la mejor oreja de cerdo que hayas comido.
¿Oreja de cerdo? Es leer eso y ponerme a salivar…
Pues ve a por una bayeta, porque esto será un no parar y lo dejarás todo perdido.
El Pràctic es uno de mis restaurantes favoritos. Tanto, que llevo siguiendo los vericuetos de su cocinero, Andrés Huarcaya, desde 2012.
¡Por fin sales del armario!
No, no es eso. Es que Andrés ha dado más vueltas en estos cinco años que una peonza turbodiésel. Cerró su local de l’Hospitalet para trasladarse a Sants –llevaban el mismo nombre, El Pràctic– , de ahí cogió un avión para ir a cocinar a Dubai, regresó a Barcelona y se metió en el extinto Cornelia –imposible levantar aquel despropósito pijeras–, estuvo en las cocinas del Bravo –donde se comen algunos de los mejores arroces de la Ciudad Condal– y harto de obedecer órdenes decidió volver a abrir El Pràctic, salvo que esta vez el lugar elegido ha sido Cornellà.
Buf… eso pilla un poco lejos, ¿no?
Si eres de Cornellà, te pilla al lado. Si eres de Barcelona, el metro y el tranvía te dejan cerca. Y si comes cerdo, debes peregrinar a El Pràctic un par de veces al año, vivas donde vivas.
Volvamos a lo del cerdo.
Al cerdo siempre se vuelve, como al primer amor.
La tapa más celebrada de El Pràctic es la oreja de cerdo. Andrés cocina el pabellón porcino a baja temperatura, la compacta apretándola, la porciona en tacos de un dedo de grosor y la marca a la a sartén. Así consigue una especie de sándwich de interior meloso con una capa exterior finísima y crujiente que adereza con una reducción de vino negro, praliné de cacahuete, pistacho picado y pimentón de la vera.
¡Ave María Purísima!
Sin pecado concebida.
Lo que ocurre con El Pràctic es que la oreja no te deja ver el bosque. Están de lujo las croquetas de pollo rustido, justitas de bechamel, cargaditas de ave y muy melosas.
Muy rica la bomba de carne con salsa huancaína, yo diría que con algo de azafrán. Potente el ceviche de corvina –¿he mencionado que Andrés es del Perú?– , el pescado estuvo terso y la leche de tigre bien potente.
Las bravas –los puristas las llamarán mixtas– están muy bien fritas y su salsa roja de rocoto tiene varios puntos a favor.
Y, por último, están los baos.
¡Ah! ¡Ahí te pillaron! Tú detestas los baos, ¿no?
No. Detesto los baos como plaga bíblica y recurso que delata falta de ideas. Pero no odio los baos como concepto. Y aún menos odio los baos de Andrés, porque se curra la masa él mismito -y la deja esponjosa y nada dulzona- y los rellena de cosas tan ricas como pollo tandoori, pulpo con mojo rojo o un espectacular rabo de toro guisado, que es el que yo me comí.
Estuvo soberbio.
Tú sí que estás un poco soberbio. Lo que no sé es si estás sobrio. ¿Qué bebiste?
Ja, ja. Bebí cerveza, entre otras cosas porque la carta de vinos es microscópica –seis referencias, la botella más cara a 16 euros– y no encontré nada que me llamase la atención.
Hombre, por fin mencionas un punto flaco.
La brevedad de la carta de vinos es el único punto flaco. Otro punto flaco, es no tenerlo debajo de casa. Y el tercero, para la gente más estirada, podría ser el interiorismo o ausencia del mismo. Una constante de las tres sedes que ha tenido El Pràctic es la parquedad del interiorismo.
Bueno, lo importante es comer bien y a un precio razonable.
Eso digo yo. Y aquí coinciden las dos condiciones. Se come de maravilla y pagué 20 euros por cinco platos –no he mencionado la versión del Drácula que llegó al final porque Andrés improvisa los postres– que estuvieron, todos, magnos.
¿Cómo Alejandro?
Eres un genio del humor.
El Pràctic: Carretera d’Esplugues, 238. Cornellà de Llobregat, Barcelona. Tel. 931 82 15 47. Mapa.
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