Chucherías caseras para todas las edades
Gominolas, piruletas o nubes: muchas chuches se pueden hacer en casa sin demasiado esfuerzo. Úsalas para Halloween, la Castañada, el Magosto o lo que celebres la semana que viene.
Es posible que a estas alturas hayáis sucumbido a las costumbres del imperio americano y estéis preparando una fiestaca de Halloween (y no me extraña, porque cualquier excusa para disfrazarse y hacer el canelo está bien, venga de donde venga). También puede ser que tengáis hijos, nietos, sobrinos u otros niños o adolescentes cerca, y queráis aseguraros de que comen bien hasta cuando toca guarrear un poco. O simplemente que, como a casi todo el mundo, de vez en cuando os apetezca zamparos unas chuches y, ya puestos, preferíis que sean buenas.
Para todos vosotros –y para los que queréis hacer un regalo original sin dejaros el sueldo, o los que tenéis que montar una mesa dulce para una fiesta y no sabéis por dónde empezar– hemos seleccionado las mejores chucherías caseras para todas las edades. Sí, habéis acertado: eso implica que algunas llevan una chispa de alcohol, así nos las gastamos por aquí, pero que no sufran los abstemios, menores de edad y demás, que hay versiones 0,0% de todo.
Empezamos citando a una de nuestras gurusas de lo dulce, lo pecaminoso y lo chocolateado: Sandeea, de La Receta de la Felicidad. Gracias a ella descubrí hace tiempo que se pueden hacer nubes, o jamones, malvaviscos o esponjitas, dependiendo de dónde hayáis crecido, caseras solo con la ayuda de unas varillas de repostería y cuatro ingredientes: gelatina, vainilla, agua –con zumo de limón o sin él– y azúcar glas. No tardé mucho en encontrar en el blog de Morgana una versión solo para adultos, hecha con cerveza negra, bañadas en chocolate y con un contraste crujiente (creo que la vez que mejor fue con pipas de calabaza caramelizadas).
Las gominolas también son un dulce muy fácil de hacer en casa que además permite infinitas combinaciones. Su, de Webos Fritos las prepara con gelatina neutra o de sabores, y también con un poco de vodka, ron y ginebra para los mayores. Juana Trujillo, de Directo al paladar, propone una opción vegana (hecha con agar agar, un alga que gelatiniza con una textura muy lograda). Como base podéis utilizar nata líquida –tal cual o aromatizada con café, canela, vainilla o Baileys, para los adultos–, purés o zumos de fruta natural.
Las proporciones de azúcar que utilicéis dependen totalmente de vosotros y no afectarán a la textura de la gominola: yo las he preparado de fresa, mango o plátano sin añadir una sola cucharada de endulzante y no he tenido queja. Si queréis dejar a los invitados con el culo torcido, usad la técnica de Sandeea y metedlas dentro de una cáscara de plátano: alucinarán, tengan la edad que tengan.
Una de mis chuches caseras favoritas son los bombones y las trufas (con el extra de que son facilísimas de hacer, a no ser que las quieras con la forma de la esfinge de Tutankhamon, o algo así). Por aquí hemos preparado unas rocas de chocolate con maíz y petazetas que, además de ser crujientes y deliciosas por el contraste dulce y salado, salen bastante más baratas que las que se preparan con almendras o avellanas. También podéis hacerlas con cereales –sin azucarar, si no queréis que os ataque la madre de todas las hiperglucemias–, cacahuetes o pasas, o mezclando varios elementos a lo postre de músico.
Otra opción también tirada de hacer –pero un poco más refinada gracias a uno de sus ingredientes– son éstas trufas de té matcha con frutos secos garrapiñados, nada empalagosas y un triunfo en cualquier sobremesa en la que participen, aunque no sean grandes conversadoras (es un chiste tan malo que no he podido evitarlo). Podéis sustituirlo por alguna fruta liofilizada en polvo –como las de Ingredissimo–, sésamo o cacao mezclado con un poco de café molido de buena calidad. Las especias como la canela, o algo más atrevido como un toque de cayena –una mezcla de ambas, por raro que suene, queda de muerte–, también son opciones a tener en cuenta.
Si todo esto os parece demasiado difícil porque sois vagonetas y además negados, siempre os quedará la chuchería más simple del mundo: bañar fruta en chocolate fundido. Fresas, higos, cerezas, gajos de mandarina, trocitos de plátano, uvas… las posibilidades son infinitas, jóvenes Padawans del dulce. Un buen chocolate con un 70% de cacao, un puntito de mantequilla, un baño maría o toque de microondas y listos para la fiesta. Mojad tres cuartas partes de la fruta en cuestión un par de veces en chocolate y ponedla a enfriar sobre papel de horno. Cuando hayáis superado el nivel principiante podéis lanzaros con unas frambuesas y physalis con chocolate, menta y petazetas como éstas.
Las palomitas caramelizadas también pueden dar mucho juego en una mesa dulce: en Food and Cook las preparan sueltas, con una técnica que requiere que pasen por el horno y currárselo un poco. Si queréis hacerlo más fácil, usad la misma mezcla y haced tortitas o pequeños montones con ellas: os ahorraréis parte del trabajo y conseguiréis un snack de bocado que triunfará. Podéis añadir cacahuetes, sésamo, trocitos de chocolate, ralladura de limón, naranja o lima y un montón de cosas más.
Si lo que os va son las piruletas de toda la vida, podéis prepararlas con esta sencilla receta de Pam de Uno de dos, con un truco la mar de apañado para hacer moldes con los recipientes metálicos de las velas. Si queréis hacer las piruletas de corazón que nos tiñeron la lengua de peques, también podéis encontrarlas en La Receta de la Felicidad, donde les añaden algo de granadina para conseguir color y sabor. Para darles un toque diferente, podéis añadirles unos sprinkles o bolitas de caramelo de colores cuando todavía estén blandas.
Las manzanas caramelizadas son otro de esos dulces que nos puede hacer viajar unos cuantos años en el tiempo, solo con el olfato. Yo no las he preparado nunca porque todavía recuerdo que, aunque al principio hacían muchísima ilusión, después era imposible terminarse aquella mole de azúcar (debajo del cual siempre había una manzana golden, mi “más menos favorita”, como dice mi hijo pequeño). Si os animáis, podéis usar la técnica que recomiendan en Recetín, que tiene una pinta estupenda. Eso sí, os aconsejo que escojáis manzanas de tamaño pequeño e intentéis que la capa de azúcar sea lo más fina posible para evitar el efecto ‘historia interminable’.
Terminamos con la receta de la chuche-trampantojo que habéis visto en la foto de arriba del todo, publicada originalmente en la edición en papel de El País Semanal. Está pensada para adultos que pueden consumir legalmente –y apreciar– los licores que contiene: si queréis hacerla sin ellos, solo necesitaréis un poco más de zumo para rellenar del todo las cáscaras. Tened cuidado con la temperatura: los gelificantes más comunes son termorreversibles. En román paladín eso significa que, si no mantenéis los gajos en frío, os podéis encontrar con un charquito nada apetitoso en su lugar.
Ingredientes
- 3 naranjas
- 3 limones
- 3 limas
- 100 ml de vodka
- 100 ml de ron
- 50 ml de tequila blanco
- Azúcar moreno, miel o ágave (opcional)
- Gelificante (cola de pez, gelatina neutra en polvo o agar agar), en un 50% más de las proporciones recomendadas por el fabricante para hacer una gelatina normal.
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