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Bocadillo de lacón, queso de tetilla y col en pan de centeno

El cielo es un bocata / EL COMIDISTA
El cielo es un bocata / EL COMIDISTA

Pan con sabor, crujiente y caliente, un relleno rico y jugoso, contraste de texturas y una proporción esfuerzo/satisfacción capaz de patear culos... ¿hay algo en el mundo mejor que los bocatas bien hechos? No lo creo –excepto los bocatas bien hechos acompañados de michelada mientras se ven Retrospecters como si no hubiera un mañana, claro–, así que voy a seguir apostando por poner cosas ricas entre dos trozos de panaco cada vez que me sea posible.

Esta vez he escogido como protagonista un pan elaborado con uno de mis cereales favoritos, el centeno, que me parece injustamente ninguneado en este país. Su miga contundente, su sabor intenso, su olor tostado –si está bien hecho, claro–, acompañan perfectamente sabores potentes como el del cerdo o el pastrami, y con algún vegetal que le aporte frescura, ligereza y un poco de crunch –y algo de queso fundido, todo es mejor con queso– es capaz de trasladarme al paraíso bocatil al primer bocado.

Sabiendo que algunos de vosotros os atrevéis con las masas, he pedido al departamento panarra de El Comidista, también conocido como Ibán Yarza –próximamente con sección propia en vuestro blog amigo, no lo olvidéis– que me ayudara a buscar la receta perfecta para este fin. Después de hacer unos cuantos ruiditos de esos que hace cuando algo le gusta, me remitió amablemente a esta receta de Madrid tiene miga, sugiriendo añadir una cucharadita de semillas de alcaravea a la masa.

Como soy un poco bruta, me gusta complicarme la vida, y tenía que preparar grandes cantidades –pronto veréis por qué– me lié la manta a la cabeza y decidí asar el lacón yo misma, siguiendo esta receta de Directo al paladar un poco tuneada. Básicamente cambié el orégano seco, una hierba de la que no soy demasiado fans, por una mezcla de tomillo y romero frescos pasados por el mortero. Quedó tremendo, muy recomendable para dar de comer a un equipo de rugby adolescente sin tener que pasarse horas en la cocina. Por lo demás, usando lacón ya hecho, el bocata no tiene más complicación que la de hacer la salsa, montar y calentar.

Una vez más –como en el bocadillo de porchetta con salsa de frutos secos que publiqué hace unos meses– mis ayudantes en el I+D de la receta ha sido el staff de Panic Madrid que se ha vuelto a poner ciego de cerdaco sacrificar para ayudarme a dar con la combinación de ingredientes perfecta. También han hecho el pan de la foto (y ese mérito es todo suyo). Allí mismo podréis encontrarme hoy mismo preparando esta brutalidad y otro de ternera con ensalada de col, perejil, brotes de cebolla y manzana, queso suizo y mostaza con miel. Una vez más habrá cervezas, risas y sonará una playlist de Spotify –esta vez con algo de calypso, bogaloo y canciones de las de morderse el labio y mover los hombros– que he preparado para la ocasión. Si pasáis, decidle hola a la pelirroja, que soy yo.

Dificultad: Si no haces el lacón ni el pan tú mismo, ninguna. Si decides hacerlo, te espera una buena (pero divertida).

Ingredientes

Para un bocadillo

  • 100 g de lacón cortado a mano
  • 100 g de col lombarda o blanca cocida con vinagre y vino (siguiendo esta receta, pero sin cebolla, pasas, piñones ni manzana)
  • 60 g de queso de tetilla
  • 2 rebanadas de un buen pan de centeno
  • 1 cebolla
  • 1 cucharada rasa de miel
  • 1/4 de cucharadita de pimentón picante (o al gusto)
  • Aceite de oliva
  • Sal

Instrucciones

1.
Picar la cebolla finita, pocharla a fuego lento en una sartén con un poco de aceite. Cuando empiece a dorarse, añadir la miel y cocer durante unos minutos más, hasta que coja un color dorado. Casi al final, añadir el pimentón removiendo para que no se queme. Apartar del fuego y reservar (esta cantidad da como para dos bocadillos).
2.
Poner a calentar una sartén, plancha o sandwichera. Montar el bocadillo poniendo una rebanada de pan, el queso bien repartido, la col, el lacón y el otro trozo de pan untado en la salsa de cebolla dulce y picante. Tostar hasta que el pan esté dorado y crujiente y el queso fundido, y comer inmediatamente.

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