Horror de rotonda: los monumentos a la comida más tremendos de España
España no es el único lugar del mundo que gasta dinero en monumentos absurdos, pero si hubiera un campeonato internacional en dicha disciplina, es posible que quedáramos tan bien como la selección en el Mundial de Suráfrica. La contumacia de los ayuntamientos a la hora de decorar parques, paseos y rotondas -muy especialmente las rotondas- con esculturas espantosas es digna de asombro, y quedan pocos pueblos en la piel de toro sin sus correspondientes engendros. Como no podía ser de otra forma en una potencia turística y agroalimentaria, muchos de esos monumentos honran los productos gastronómicos locales, con ese savoir faire entre casposo y paleto más español que el pasodoble.
La web que mejor ha pintado ese mapa de mamotretos, tan representativos de la degradación estética y moral de nuestros dirigentes, es España Bizarra. Creada a finales de 2013 por un informático sevillano de 41 años cuyo nombre artístico es Borja Jara, esta enciclopedia ilustrada / guía de viajes / museo de los horrores ya lleva 500 entradas publicadas. Allí se juntan añejos alardes de feísmo, como la Venus esquiadora acuática de Marbella, con modernos emblemas del despilfarro de la pasada década, como la patata de Amorebieta (180.000 euros) o el Jardín de Cristal de Navalcarnero (250.000).
“Hubo una burbuja inmobiliaria y se edificó mucho metro cuadrado nuevo”, explica Jara. “Esto tuvo dos efectos: por un lado había gran cantidad de parques, jardines, rotondas y edificios públicos flamantes que llenar, y el político local suele padecer un cuadro grave de horror vacui, y por otro, el ayuntamiento de turno tenía dinero fresco procedente de ese mismo boom para hacerlo. Suele decirse que el dinero y el buen gusto no van de la mano, y resulta que, ¡sorpresa!, eso también es cierto en lo público”.
Aunque la lectura de España Bizarra incite a la risa, el tono de los textos de Jara es intencionadamente frío y descriptivo, casi académico. "Por un lado, no hay nada inherentemente divertido en lo bizarro, aunque pueda ser absurdo e incomprensible", explica Jara. "¿Acaso es gracioso gastarse 70 millones de euros en el segundo puente más alto de Europa a las afueras de Talavera y luego encima no usarlo? ¿Te vas a reír de una rotonda con torre mirando al mar que evaporó más de 20 millones en Valencia? ¿Del cementerio de OVNIs de Coles, en Orense, o del de diseño en Finisterre que nadie quiere estrenar? ¿De la rotonda satánica de Calpe? Claro que no. Dicho lo cual, si leyendo la web te ríes, pues miel sobre hojuelas".
Según Jara, los monumentos dedicados a la comida no son especialmente estrambóticos, pero sí comparten lo que él llama “la absurda apoteosis de lo insignificante”. “Siempre nos resulta más justificable dedicar un monumento a algún adusto prócer de la patria, aunque sea completamente desconocido, que al humilde tomate, incluso a pesar de que dé de comer a medio pueblo. Pero esto no deja de ser un sesgo cognitivo que cae de nuestro lado, no del monumento”. Dicho lo cual, pasamos a analizar los greatest hits de la gastroescultura pública nacional.
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