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Receta invitada: sopa de sandía, curry y chile de Carlos

Señoras que se van de vacaciones, se llevan el chipotle y se dejan la cámara / EL COMIDISTA
Señoras que se van de vacaciones, se llevan el chipotle y se dejan la cámara / EL COMIDISTA

Hoy le voy a expoliar –con permiso, como siempre– una receta a una de mis personas favoritas del mundo. Un grandísimo cocinero y mejor persona, también conocido como "Carlos Román", "Carlos de Nomástápers" o "Carlos de Nomás", según la etapa de su vida en la que le hayáis conocido. Recordad que vosotros también podéis mandar vuestras recetas a recetascomidista(arroba)gmail.com, y nosotros las prepararemos, fotografiaremos y publicaremos para que podáis presumir de talento cocinillas delante de vuestros amigos (y todavía más, de vuestros enemigos).

Conocí a Carlos en persona hace un par de años largos, un día que vino a comer con Mikel –que le conocía no recuerdo muy bien de qué, cosas de blogs, supongo– y conmigo a La Pubilla, ese restaurante cuyo menú del día nos hace derramar lágrimas de felicidad cuando, de Pascuas a Ramos, conseguimos una mesa en él.

Antes le conocía en su versión 2.0, la de cabeza del maravilloso blog No más - de mamá –en lugar de ese guioncito antes estaba el nombre genérico por el que se conocen los recipientes de plastiquete en el que se transporta la comida, hasta que los abogados de la marca comercial que hay detrás les mandaron un burofax diciendo que la palabra era suya y que nanay de la China de usarla– que por aquel momento compartía con Marc y Adrià, y del que ahora es padre soltero.

Allí publica recetas simples y desprejuiciadas –creo que es de las pocas personas que conozco que se corta menos que yo a la hora de meterle aderezos de los cinco continentes a un mismo plato–, comparte algunos de sus restaurantes favoritos y, como el que no quiere la cosa, cuenta pinceladas de su vida diaria. De hecho, la sopa que hoy nos ocupa–de la que he respetado la esencia, aunque le he dado una vueltecilla a nivel de acompañamientos– la preparó en plena resaca de celebración por la victoria en la liga de su equipo, el Atlético de Madrid, después de chorrecientos años de éxitos deportivos discretos.

Pero volvamos a nuestra historia, que aquí hemos venido a hablar de mi libro (y, ya puestos, del suyo): ese día comimos y hablamos de comida, nos añadimos a Facebook y seguimos hablando de comida. Poco después vino a vivir a Barcelona para estudiar en la escuela Hoffmann y en ese momento, además de hablar de comida, empezamos a comer –y beber, ya que los orígenes mexicanos de Carlos hacen que valore las micheladas tanto o más que yo– juntos muy a menudo.

No es que solo hagamos eso, también vamos a bailar, al cine y otras cosas, pero incluso en esos casos es más que posible que estemos tramando la próxima cena, comida o trastada gastronómica que tenemos en mente. Está bien tener un amigo con el que se comparten grandes pasiones. Si tenéis uno, no lo dejéis escapar, y robadle todas las recetas que podáis, que seguro que está encantado.

Ingredientes

Para 4 personas

  • 800 g de sandía sin piel ni pepitas
  • 3 tomates maduros
  • Una cebolla tierna
  • Jalapeño al gusto (yo puse uno y medio)
  • Una cucharada pequeña de curry verde o rojo en pasta
  • 45 ml de aceite de oliva virgen extra
  • 25 ml de vinagre de Jerez
  • 3 cucharadas soperas de nueces troceadas
  • 1 cucharada de azúcar moreno (o miel)
  • 100 g de queso azul
  • Sal
  • Pimienta

Instrucciones

1.
Tostar la pasta de curry en la sartén para que suelte aroma. En un vaso mezclador o robot de cocina poner la sandía, la cebolla y los tomates pelados y cortados en trozos grandes, el jalapeño si pepitas ni pedúnculo, el curry, el aceite, el vinagre, sal, pimienta y un vaso de agua. Procesar hasta conseguir una mezcla fina con todos los ingredientes bien integrados.
2.
Poner la sopa en la nevera hasta que esté muy, muy fría (para enfriarla al momento se puede cambiar el agua por hielo o haber puesto previamente la sandía en el congelador). Tiempo aproximado: 2 horas.
3.
En una sartén a fuego alegre, poner el azúcar y las nueces, y darle vueltas rápidamente hasta que caramelicen un poco. Servir la sopa con las nueces caramelizadas y el queso desmigado por encima y, como diría Carlos, "ya podemos ponernos tibios".

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