Seis razones para tomar azúcar de comercio justo
Cuando me topo con un paquete de azúcar de comercio justo en un supermercado, me suelo hacer esta pregunta: ¿estaré haciendo el idiota si lo compro y pago más que por uno normal? Mi yo hormiguita que piensa en el fin de mes me dice que deje las buenas causas para otro momento, mientras que mi yo solidario me empuja a rascarme el bolsillo por respeto a las personas que lo producen. Al final, la batalla la gana uno de los dos yoes dependiendo de cómo tenga el día, siempre después de complicadas elucubraciones con cierta tendencia al absurdo ("podría consumir la mitad, y así mantener a raya mi vacaburrismo sin gastar más", y cosas así).
Puede que haya llegado el momento de dejarme de bobadas y dar con razones sólidas para apostar por el azúcar bueno, aprovechando que el Día del Comercio Justo se celebra el sábado. Este año, la Coordinadora Estatal que agrupa a las organizaciones que lo defienden se ha centrado precisamente en este alimento, con una campaña denominada Para endulzarte la vida no hay que amargar a nadie. Habrá concursos de repostería, reparto de muestras gratuitas y charlas con el objetivo de promover su consumo en España, donde las ventas suben poco a poco pero aún estamos a un par de años luz de países como el Reino Unido: allí más del 40% de los sobres de azúcar que se pueden encontrar en las cafeterías son de fair trade.
¿Por qué deberíamos comprar más azúcar de comercio justo? Para responder a esa cuestión, acudí a la presidenta de la Coordinadora, Mercedes García de Vinuesa, quien me dio los siguientes argumentos.
1. Porque los trabajadores que lo producen reciben un salario digno
"Diversos estudios señalan que los productores de azúcar de comercio justo reciben el doble del porcentaje del precio final de venta que los del mercado mayoritario", explica García de Vinuesa. Esto ocurre en un sector en el que las condiciones de los trabajadores suelen ser hardcore: en países como Brasil o Tailandia la caña de azúcar se corta a mano por apenas unos dólares diarios, y muchos agricultores han perdido sus tierras por los contratos abusivos con las fábricas. En el comercio justo, "el precio se fija de común acuerdo entre productores e importadores, siempre sobre un mínimo necesario para obtener salarios que permitan una vida digna. Este precio y salario es estable frente a las subidas y bajadas drásticas tan propias de la especulación financiera con materias primas".
2. Porque las mujeres no ganan menos
Parece increíble que en esto el siglo XXI sea tan siglo XIX, pero en la mayoría de los sectores productivos las mujeres cobran menos que los hombres por las mismas tareas. "Esta realidad es especialmente palpable en la agricultura, donde solo el 1% de la tierra es propiedad de las mujeres, a pesar de que realizan el grueso de las labores de mantenimiento", señala la presidenta de la Coordinadora. Los productos de Comercio Justo, entre ellos el azúcar, garantizan el mismo pago para empleados y empleadas, recolectores y recolectoras y vascos y vascas (bueno, esto último no tanto porque en Euskadi no hay caña de azúcar).
Corte de caña de azúcar en Ecuador. / CECJ
3. Porque no hay explotación infantil
¿Quieres ver niños trabajando largas jornadas en condiciones insalubres? Date una vuelta por algunos cultivos de caña de azúcar de países latinoamericanos como Bolivia o México. Según García de Vinuesa, en República Dominicana también hay casos documentados de explotación de trabajadores de origen haitiano en los bateys (plantaciones de azúcar en régimen cuasi-feudal), donde abunda la malnutrición infantil y el sistema de escolaridad no llega ni a los cuatro cursos. "El comercio justo combate y prohíbe cualquier forma de explotación infantil y suele destinar habitualmente las primas de desarrollo a la construcción de escuelas e infraestructuras para el desarrollo de la infancia". Mmm... no estaría mal pensar en esto cada vez que le ponga azúcar al yogur.
4. Porque es respetuoso con el medio ambiente
Desde finales de los ochenta, el uso de azúcar de mesa en España ha descendido a la mitad, pero se toma un 20% más de azúcar por habitante en total gracias a los dulces, embutidos, lácteos o refrescos que lo incorporan (la relación de este dato con la obesidad da para otra entrada). En el resto del mundo nos encontramos con incrementos similares, y ya estamos en unos 24 kilos de media por persona al año. Para dar respuesta a la demanda, "se favorecen las variedades de caña más productivas en detrimento de las especies autóctonas y de cualquier otro tipo de plantaciones complementarias, lo cual atenta contra la biodiversidad y contra el propio rendimiento de la tierra a medio plazo dada la ausencia de rotación de cultivos", afirma García de Vinuesa. Además, buena parte del azúcar refinado que consumimos en Europa proviene de la remolacha, y la producción del mismo a partir de la raíz es, según la Coordinadora, más contaminante que la caña. El azúcar de comercio justo, siempre proveniente de esta última, no utiliza productos químicos agresivos y respeta los cultivos autóctonos. Es un poco más consciente, vaya.
5. Porque beneficia a las comunidades donde se produce
El comercio justo no busca líos de una noche con los productores para dejarles tirados cuando los precios fluctúan, sino relaciones comerciales estables basadas en el respeto mutuo. "Se fijan por adelantado precios de compra, se prefinancian las cosechas cuando los grupos productores lo solicitan y se establece un compromiso de durabilidad, con el fin de consolidar una estabilidad en los ingresos y favorecer el desarrollo de esa comunidad", arguye García de Vinuesa. Los beneficios no sólo se usan para mejorar los cultivos, sino para financiar becas, transporte o material escolar para estudiantes, infraestructuras o proyectos de salud.
6. Porque está bueno
No hace falta ser catador de azúcar para percibir una pequeña diferencia entre el azúcar blanco convencional y el integral (ojo, no confundir con el moreno, que suele ser refinado y teñido posteriormente). "Tiene un sabor mucho más natural", defiende García de Vinuesa. "Aunque hay algunas variedades refinadas, la mayoría del azúcar de comercio justo es integral o, directamente, panela, un tipo de azúcar más artesanal y natural que mantiene las melazas donde residen los componentes más nutritivos de la caña de azúcar". Es decir, que con él no sólo los engordeleques dulces están mejor, sino que sus minerales y vitaminas hacen que te sientas menos culpable. ¿Convencidos?
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