Sexo, helados y punk
Los aficionados a las noticias insólitas hemos seguido esta semana con especial atención el caso Baby Gaga. Haré un breve resumen para no insistir en lo ya dicho: una heladería londinense llamada The Icecreamists puso hace unos días a la venta un helado de leche materna con ese nombre, el producto fue un éxito a pesar de su dudoso atractivo y su disparatado precio (14 libras, unos 16,50 euros), y las autoridades acabaron confiscándolo y prohibiendo su venta. Motivo aducido: los productos comestibles fabricados con "fluidos humanos" no son legales.
El intento de lograr publicidad gratuita haciendo guarreridas con leche humana no es nuevo. En marzo del año pasado, un restaurante de Nueva York ofreció a sus clientes queso elaborado con este material. Sin embargo, el caso Baby Gaga es más interesante por dos motivos: primero, por el mayor impacto mediático conseguido, y segundo, por dar a conocer al mundo un negocio tan bien pensado como The Icecreamists.
Los responsables de este heladería saben que, en días de feroz competencia, el éxito de las marcas y los establecimientos no sólo pasa por facturar alimentos que sepan bien. Para destacar hay que ofrecer emociones. Y Los Heladeristas las venden bien fuertes. El sexo,la estética "barroco industrial" y los guiños a la cultura pop definen la puesta en escena de su productos, así como la actitud punk: el truco promocional del helado materno bien podría haber salido de la cabeza de Malcolm McLaren, gran manipulador del movimiento. Como decía el lema con el que se presentaron en los almacenes Selfridges antes de establecerse por su cuenta en el turístico Covent Garden, The Icecreamists son "más Sid y Nancy que Ben & Jerry's".
La campaña promocional de la heladería en estos momentos se llama Lick your addiction, algo así como "Lame tu adicción" -el anterior eslogan fue God save the cream, en referencia a la mítica canción de los Sex Pistols. El local se convierte en una "sala de rehabilitación" en la que se suministra a los clientes un "programa de tratamiento" consistente en helados suministrados por camareras con gorras de policía.
Los nombres de los postres van en la misma línea: los Monólogos de la Vainilla (guiño a Los monólogos de la vagina), el Sudor Frío (con chile, jengibre y hierba limonera), el Glastonberry (con frutas del bosque) o el Sex Bomb (con productos estimulantes que favorecen la erección) son algunas de las ofertas de más éxito.
Las dos últimas novedades con las que experan excitar a su público son la Toast Mortem, un helado de avellana y chocolate servido sobre una tostada de panettone, y el KnickerBocker Glory Hole, "una mezcla lasciva de depravado, desviado y peligroso chocolate que debería ser prohibido por las leyes contra la obscenidad". Si no sabes lo que es un glory hole, entra aquí (link no apto para personas sensibles).
Por una vez, parece que toda la palabrería y el cuidado de la imagen van acompañados por la calidad. Según dicen algunas críticas, los helados de The Icecreamists están realmente buenos. Y es que no sólo de provocación puede vivir un negocio gastronómico, por muy bien diseñada que esté.
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