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Alojamiento, el dilema anual

La demanda de pisos supera ampliamente la oferta ante la aún insuficiente capacidad de residencias y colegios mayores

Extra formación II 10/09/23
Westend61 / GETTY IMAGES

En junio los estudiantes realizan la EBAU. Una vez salen los resultados, aquellos que se tienen que desplazar para cursar sus estudios tienen que matricularse y buscar alojamiento. Las opciones que manejan los alrededor de medio millón de estudiantes desplazados y sus padres son las residencias, los colegios mayores y los pisos de alquiler. La teoría dice que el primer año la mayoría opta por una residencia o un colegio mayor. En ellos es más fácil y cómodo hacer la transición de su ciudad de origen a la nueva, aunque también es más caro.

Las residencias y los colegios mayores apenas pueden alojar a 85.000 estudiantes; el resto —equivalente a la población de la ciudad de Murcia— tiene que buscar acomodo en pisos. Y no abundan. Cada año es más difícil conseguir alquilarlos por lo que cuestan y por las condiciones que se exigen previamente a los inquilinos. A esos pisos es adonde muchos estudiantes se van el segundo año con amigos. Una opción más económica para los padres y que da más libertad a los jóvenes.

Buscar residencia, colegio mayor o piso de alquiler es algo que los estudiantes y sus padres tienen que resolver en muy poco tiempo —agosto ya es tarde si se quiere elegir—, a lo que hay que sumar la distancia. En ese contexto espacio-temporal han surgido las visitas virtuales y las reservas en línea. Carla Pastrana, agente inmobiliaria de la madrileña agencia Assyss Inmobiliarias, especializada en Chamberí, una zona próxima a Ciudad Universitaria, ICADE y otros centros de estudios, explica que mediante una videollamada realizan una visita virtual, que le permite mostrar un piso, y a los interesados verlo sin desplazarse. Desde la pandemia hacen uso de una firma biométrica, legal y segura, que permite firmar cualquier documento a distancia.

Ese trabajo en remoto es lo que hace desde el principio Spotahome, plataforma digital de reservas online de la que su COO (chief operating officer), Eduardo Garbayo, asegura que “al eliminar las visitas en persona el inquilino y el propietario se ahorran tiempo y dinero”. A esa comodidad, la plataforma Buscoresi suma la experiencia. Aitor Rodríguez, cofundador de esta, cuenta que él vivió en una residencia, donde conoció a su socio, y que su idea de negocio es la de estandarizar el sector de la búsqueda de residencias universitarias y ayudar a estudiantes y familias a escoger una.

Hasta hace muy poco, en el imaginario colectivo de los propietarios de viviendas se veía a los estudiantes como un mercado marginal y conflictivo. Profesionales del sector inmobiliario como Carla Pastrana y Eduardo Garbayo afirman, sin embargo, que los estudiantes son buenos pagadores, no generan muchos problemas relevantes y suelen dejar en muy buen estado el piso. Para que se puedan beneficiar de las ventajas de este mercado de contratos de alquiler cortos pero constantes, a los dos les toca hacer labor divulgativa con los propietarios y transmitirles seguridad. Lo que se está traduciendo en que cada vez hay más pisos en oferta para estudiantes.

Mercado al alza

Por otro lado, según Aitor Rodríguez, el mercado de las residencias universitarias está empezando a explotar. Algo que se puede ver en Madrid y Sevilla, donde cada vez más fondos de inversión compran edificios para convertirlos en centros residenciales. Al respecto de esta cuestión, Jean-Baptiste Mortier, CEO de The Boost Society, empresa que en España opera con el nombre Campus, explica que “los nuevos actores que entran al mercado tienden a desarrollar residencias dirigidas a estudiantes internacionales, pero no responden a la demanda local. Es por eso por lo que mantenemos una estrecha relación con las universidades y adaptamos nuestra modalidad de reserva y nuestros servicios tomando en cuenta los horarios y calendario de las universidades”. Aunque para vínculo con la Universidad, el de los colegios mayores. Unos más abiertos que otros —aún los hay que no son mixtos—, y desconocidos. Desde el Consejo de Colegios Mayores Universitarios explican que son instituciones universitarias sin ánimo de lucro, que reinvierten los beneficios obtenidos en la mejora de los edificios en los que se alojan y en sus instalaciones: salas de conferencias, teatro, espacios de música, gimnasios, etcétera, y en su programa educativo. Los estudiantes son un activo del colegio.

Para optar a una plaza en un colegio mayor o en una residencia universitaria no hace falta presentar avales ni nóminas; sí la condición de ser estudiante. Una gestión ágil, en comparación con la que hay que hacer para alquilar un piso, para los estudiantes nacionales y, sobre todo, para los internacionales.

Opción predilecta

A pesar de la documentación que les toca presentar a los padres a la hora de alquilar un piso para sus hijos (avales, nóminas, historial de días cotizados, fianzas y garantías), esta sigue siendo la opción por la que optan muchos estudiantes antes o después. Alejandra Areoso, una estudiante coruñesa de 22 años, explica que vive en un piso compartido en Madrid porque cree que la va a ayudar a conocerse a sí misma y a ser más independiente. A Leonardo Zocchi, estudiante de Turín de 19 años, vivir en un piso compartido en Madrid le resulta más cómodo que hacerlo en una residencia, donde ya lo hizo el año pasado. “Lo difícil ha sido encontrarlo. Que estuviera en buenas condiciones, a un precio razonable y que la duración del contrato se ajustara a mis estudios”, añade. A esas condiciones Alejandra Areoso suma “que las habitaciones tuvieran ventanas, que fueran todas de un tamaño similar, y un baño que no fuera pequeño. Además de estar en un barrio al que pueda volver a casa sola, tranquila, bien conectado y en el que haya cerca los servicios esenciales”. A las madres de esos estudiantes que les toca desplazarse, como Olga Muñoz, también les preocupa el equipamiento de la casa, el menaje, los armarios y que haya un ambiente de estudio.

Los profesionales mencionados aconsejan realizar una búsqueda de alojamiento, sea cual sea, anticipada, a partir de mayo; manejar varias opciones, establecer un presupuesto, tener lista toda la documentación que se pueda y preguntar mucho a los profesionales. Carla Pastrana considera clave un buen asesoramiento y un acompañamiento integral durante el proceso de búsqueda de piso y en la firma del contrato. Que los estudiantes desplazados puedan estudiar requiere una serie de gastos extras a sus padres. Si el estudio es un negocio, hay que evitar las estafas.

La ‘tasa’ geográfica

Los precios de los colegios mayores y de las residencias universitarias dependen de la geografía y de los servicios contratados, como la media pensión o la completa. En el caso de las residencias, por ejemplo, en Sevilla hay habitaciones individuales con una pequeña cocina y un baño alrededor de 450 euros al mes, a los que hay que sumar unos 250 por la media o pensión completa. En Madrid el precio total supera los 1.000 euros. 
Los colegios mayores, en ciudades como Valladolid, Salamanca, Granada o Santiago de Compostela, el precio ronda los 650 euros. En Madrid oscilan entre los 800 y los 1.200 euros al mes. Ambos casos con pensión completa incluida. Los colegios mayores disponen de becas propias de alojamiento. Por otro lado, el precio de un piso en la mencionada zona de Chamberí oscila entre los 800 euros al mes por uno de una habitación y desde unos 2.000 euros, en adelante, por uno de tres o cuatro dormitorios. 

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