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¿Residencia o piso compartido?

El cálculo total de los gastos, la visita a la casa o residencia y la valoración del entorno son fundamentales para la elección

Residencia o piso compartido
AntonioGuillem (Getty Images/iStockphoto)

Estudiar fuera de nuestro lugar de residencia implica un análisis exhaustivo a todos los niveles: qué podemos permitirnos, qué ayudas existen, qué alojamientos encajan mejor con nuestras circunstancias, qué beneficios aportan unos frente a otros… Kini López de la Paz, directora de Dondememeto.com, un buscador de alojamiento universitario, cuenta que la opción preferida por las familias durante los primeros años de carrera es siempre una residencia de estudiantes o un colegio mayor. “Aunque son opciones más caras que un piso, las familias saben que sus hijos tendrán más apoyo, estarán más cuidados. Además, al no tener que cocinar, hacer la compra, fregar platos, lavar su ropa… tienen más tiempo para estudiar y, cómo no, hacer amigos y pasarlo bien”, señala. Esta opción es también para Ana Cobos, presidenta de la Confederación de Organizaciones de Psicopedagogía y Orientación en España (Copoe), la mejor para los primeros años, ya que cuando un alumno o una alumna va a trasladarse fuera de su hogar familiar para estudiar debe tener muy claro que “su prioridad debe ser el estudio”.

Compartir piso, según Cobos, requiere de una capacidad de autonomía y de concentración en los estudios que los estudiantes más jóvenes no siempre han alcanzado. “He visto muchos casos de alumnos a los que compartir un piso con otros estudiantes no les ha ido bien, porque les ha podido más el ocio que la obligación”, señala. Según la experta, un alumno que no tiene control parental puede tener más dificultades para centrarse en los estudios, por eso cree que es recomendable que al menos el primer año y hasta que el alumno o la alumna alcance cierta madurez, se escoja una residencia. “El primer año de la carrera siempre es el más difícil porque hay que generar unos hábitos que no se tienen en el bachillerato”, señala. Como añade Kini López, después de los primeros años es habitual que muchos de esos estudiantes que optaron por una residencia de estudiantes o un colegio mayor se vayan a un piso compartido con compañeros de su universidad: “Supone un ahorro y les atrae la independencia que aporta”.

Explica Kini López que, cuando estalló la pandemia en España, las búsquedas de alojamiento universitario bajaron más de un 30%. Un descenso que se mantuvo hasta julio, cuando de golpe se recuperaron de nuevo los niveles de 2019. “Lo que aún no se ha recuperado del todo es la contratación. Sobre todo de estudiantes internacionales, que siempre han sido un público importante para este sector. Muchas familias y estudiantes han pospuesto sus planes para otro año o han optado por estudiar cerca de casa o incluso online debido a la incertidumbre que genera todavía la COVID”, apunta.

Secuelas de la covid

Ana Cobos considera que el próximo curso académico va a ser especialmente difícil debido a que el alumnado de Bachillerato ha estado el último curso en formato de semi-presencialidad: “Muchos han estado muy perdidos y amoldarse al ritmo universitario, con la exigencia que supone y después de un año tan difícil, puede costarles aún más”.

La crisis económica provocada por la pandemia también se ha traducido en una disminución del poder adquisitivo de muchas familias, por lo que conocer y analizar las posibles ayudas y becas es fundamental. Además de las ayudas que otorgan las propias comunidades autónomas y las universidades, el Ministerio de Educación lanza cada año en el mes de julio su convocatoria anual de becas a través del Boletín Oficial del Estado. Las becas MEC se pueden solicitar de forma online si se cumplen con los requisitos —generales, académicos y económicos— para su concesión. Eso sí, no hay una beca específica para subvencionar el aojamiento universitario, pero sí una cuantía fija de 1.600 euros asociada a la residencia del estudiante durante el curso académico.

Encontrar el alojamiento más adecuado requiere de un análisis concienzudo de todas las posibilidades que existen. Kini López ofrece algunas claves a la hora de enfrentarnos a la búsqueda: En primer lugar es importante tener en cuenta todos los gastos que vas a tener antes de fijar un presupuesto para alojamiento. En segundo término también es muy conveniente visitar personalmente el lugar donde vas a vivir antes de tomar una decisión final. “Los anuncios no siempre se corresponden con la realidad. Las historias más surrealistas en mi vida como universitaria han sido buscando alojamiento. La lista de anuncios que me encontré donde del dicho al hecho había un abismo fue interminable”. Por último, como el lugar donde se vive como estudiante puede marcar la diferencia, invertir en un buen alojamiento puede ser una de las mejores decisiones. “Tener un buen entorno para estudiar, relacionarse y crecer como persona es muy importante. El entorno condiciona que a un estudiante le vaya muy bien o no tan bien”.

Otra cuestión que ha observado Ana Cobos es que, además de elegir el alojamiento adecuado, el primer año es conveniente optar por el turno de mañana: “El turno de tarde obliga a que las mañanas sean para el estudio y no para otras cuestiones y ahí es cuando pueden surgir problemas, porque no siempre es fácil responsabilizarse y organizarse”.

Madrid, la ciudad más cara

Kini López de la Paz, directora de Dondememeto.com, explica a EL PAÍS que las residencias de estudiantes suelen ser las opciones más caras, por lo que es importante tener en cuenta qué incluyen. “¿Cuántas comidas? ¿Están incluidos todos los gastos? ¿Cuenta con instalaciones como gimnasio que quizás tú contratarías aparte? Hay residencias que te incluyen todo y otras que en principio pueden resultar más baratas terminan siendo caras”, explica.

Según los datos del buscador de alojamiento universitario dondememeto.com, Madrid es la ciudad más cara para encontrar un alojamiento universitario. De media una habitación en una residencia en Madrid está entre 850 y 1.050 euros al mes. Le siguen de cerca Barcelona y Valencia, donde una habitación estándar cuesta entre 650 y 850 euros al mes.

 

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